abril 15, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas, basadas en hechos reales.

En la policía hacen cosquillas (fanfiction)

Tiempo de lectura aprox: 14 minutos, 7 segundos

***EN LA POLICIA SE HACEN COSQUILLAS***

(O teoria y practica del ejercicio de la Ley)

CAPITULO PRIMERO: LA CASA DEL OFICIAL FLORES
Lleno de ansias llego el oficial Flores a su hogar. Entró por la puerta igual que un salvaje huracán. Igual de violento, llevando pestes y causando pánico en las que ahí habitaban. Ellas pedían en secreto que no estuviera ebrio pues apenas estaban reponiéndose de la paliza de la ultima vez.

Su hija ni siquiera alzo la mirada para verlo, no quería arriesgarse a una bofetada. Su esposa
Apretó los labios, la mirada de su esposo indicaba a todas luces que deseaba una noche de ?accion?. Era demasiado tarde para fingirse dormida.

Sin decir una palabra dejaron a la joven en la sala para entrar a la habitación, igualmente sin decir una palabra el oficial empezó a quitarse la ropa para lo que era obvio. Su esposa simplemente lo miraba, observaba su prominente estomago hinchado por la grasa y las cervezas, no perdía de vista sus bigotes espesos olorosos a una mezcla de sus tres ultimas comidas, todas saturadas de aceite. Bajo los bigotes divisaba sus dientes amarillentos entre los cuales asomaba lo que parecía ser un pedazo de carne.

Hubo una época en que se amaron, claro, el nunca fue un Adonis, pero se veía mucho mejor que el grotesco cerdo que se desvestía ante ella. Además cuando se ama lo físico es lo de menos pues lo que la enamorba era su ya olvidada nobleza, su gallardia, su valentia, y otros atributos que, el dia de hoy eran imposibles de recordar. Ansió con los ojos aguosos tener nuevamente un poco, al menos un poco de la persona que tanto amo, lo extrañaba.

Mientras se quitaba el uniforme ella recordó nubladamente aquel día en que su esposo se unió a la policía, prometiéndole que jamás abandonaría sus principios, que se mantendría lejos de los oficiales corruptos y que atraparía muchos ladrones para hacer su mundo mejor. Pero a el sistema fue mas fuerte que su voluntad, mucho mas fuerte.

Entonces mientras pensaba en tiempos mejores vio que el policía saco del armario las plumas de ganso largas y suaves. El oficial Flores tenia un particular gusto, desde que eran novios le gustaba hacerla victima de incesantes cosquillas. En otra época solía jugar con su esposo a huir de el bajo la pena de que si era atrapada se sometería a un largo tratamiento de cosquillas. Cuando se casaron y eran felices el la ataba para poder hacerle cosquillas, deliciosas cosquillas eróticas. Ella se dejaba pues, aunque era muy cosquilluda, le agradaba darle gusto a su amado esposo, pero esos fueron calendarios muy viejos.

Con el tiempo la situación se volvió tensa y así sus relaciones intimas. Ahora ya no le pedían permiso, simplemente la empujaba a la cama, la sometia y la atormentaba con cosquillas, ya no eroticas, sino crueles. Una vez uso sin piedad las esposas policiales con su mujer, las mismas que usaba para inmovilizar a gente de la mas baja calaña. En aquella ocasión la inmovilizaban a ella, tanto en las muñecas como en los pies. Grito, protesto y maldijo, pero pronto sus protestas se convirtieron en risas angustiadas provocadas por las plumas recorriendo sus pies.

Ella siempre fue una mujer muy fina, conservaba las formas de una dama joven. Su rostro reflejaba una exquisita madurez que aun despertaba pasiones en los jóvenes amigos de su hija. Le costaba mucho escapar a la fortaleza de su esposo, que sin mucho esfuerza la dominaba, con una mano atrapaba sus muñecas y con la mano libre se divertía haciéndola reir a fuerza de las mas insoportables cosquillas. Muchas veces la humillo provocandole orinarse de la risa. Luego de lo cual su esposo solo se reía burlonamente antes de seguirle haciendo cosquillas, mas de una vez tuvo que retorcerse de la risa acostada en sus propios orines, esposada, soportando miles de cosquillas demenciales a manos de alguien a quien alguna vez amo, queriendo llorar pero riendo sin poder parar.

Lejos quedaron las cosquillas eróticas que ambos disfrutaban cuando se amaron. A el le excitaban las cosquillas, ella lo sabia a la perfección, así que al verlo con las plumas se armo de valor para castigarlo de la única manera que podia.

-Manuel, no habra cosquillas esta noche, aunque me golpees o me mates te juro que esta noche no dejare que me hagas cosquillas!- Lo dijo perfectamente consciente de que estas palabras le podrían costar una golpiza, un gran dolor físico.

Su esposo, el oficial Flores, la vio con ojos inyectados de furia, se acerco rápido como el rayo hacia su pareja, alzo el puño, lo sostuvo en el aire pero una promesa le impidió estrellarlo contra su victima.

El sargento mayor de la policia, Manuel Flores, un par de días antes, acosado por la culpa, el remordimiento y el dolor había deseado rehacer su familia, el también extrañaba la dulce mirada que antes le regalaban su esposa y su hija cuando eran felices. Debido a esta melancolía prometio jamás volver a golpear a su esposa o a su hija, sin embargo ardía en deseos de una noche de cosquillas, pero sus esfuerzos de rehacer su familia le prohibian visitar a una prostituta o obligar con violencia a su esposa.

Se maldijo mil veces, se enfureció, apretó los dientes con asombrosa fuerza, pero tragándose toda su rabia dijo algo que su boca no soltaba en ya años.

-Por favor Claudia- lo dijo entregándole en ese momento todo su orgullo, tratando de ser el héroe que antes amaba su esposa.
-NO- dijo ella, saboreando el poder que en este momento ejecutaba contra el oficial.
-Tengo muchas ganas- dijo lleno de lujuria y ganas, pero fue torpe al negociar, sin decir nada romántico, sin pedir perdón por los viejos agravios.
-NO- contesto su esposa con resentiento en la mirada.

En ese momento una ola de furia total inundaba a Manuel Flores, hubiera querido golpearle, gritarle, tirarla a la cama, arrancarle la ropa, sacarle las botas y rascarle la planta de los pies hasta hacerla llorar. Maldita promesa!!! Maldita promesa!! Penso. Maldijo en truenos, destruyo los adornos, la mesita de noche, rompió los espejos en un frenesí de salvajismo. Y a pesar de su rabia esa noche no toco a su hermosa esposa.

Fuera su hija adolescente escuchaba la trifulca que acontecía dentro de la habitación de sus padres, lloraba. Alzo el volumen a su televisión para inútilmente tratar de cubrir el griterío, deseo jamás llegar a eso con la persona que amaba, quien la esperaba hace ya 20 minutos.

Pero salir de la casa sin el correspondiente permiso del padre era equivalente a una tunda segura. En sus pensamientos estaba absorta cuando pateando la puerta salio el oficial Manuel Flores, su rostro era una mascara desfigurada por la furia. Alma, su hija lo arriesgaría todo avisándole que saldría. Estaba nerviosa.

-Papa?.puedo salir?- Dijo la dulce joven, de verdes ojos grandes aun llorosos del miedo, sus pecas la hacían ver aun mas juvenil, sus labios temblaban por el nerviosismo. Pero su padre estaba ciego de furia, saco su arma de fuego, la apunto.

-Si me entero que sales de aquí?TE MATO- le dijo de la manera mas infame. Sus palabras quedaron grabadas en la memoria de su hija como metal ardiente sobre la piel.

CAPITULO SEGUNDO:
DE NOCHE EN EL BOULEVARD DE VERACRUZ

El policía conducía por las calles nocturnas de la ciudad, aprovechaba todo semáforo en rojo para desquitar su enojo golpeando el volante hasta que le dolían los puños, luego continuaba conduciendo. Su deseo era encontrar a un gato en la calle para atropellarlo, no no, mejor un perro, o un maldito anciano!!, estrellar su auto contra un autobús lleno de niños y morir entre las llamas infernales gritando a todo pulmón que odiaba al mundo y a cada uno de sus habitantes. Pero realmente a quien odiaba sin saberlo era a el. Había fallado miserablemente en su intento de ser un buen padre, buen esposo. Se sentía nauseabundo, inhumano. Asi que busco a cualquier maldito malviviente para descargar en el toda su ira apoyado por su autoridad policial.

Y a quien encontró fue a una joven cuya belleza era mas radiante que la luz de luna, sus cabellos negros caían como cascada sobre su piel blanca hasta la cintura, llevaba un vestido negro que dejaba ver sus delicados hombros, y parte de sus prominentes pechos. Sus grises ojos grandes miraban el mar y sus labios, deliciosos como fruta fresca, sonreían. Sentada sobre el boulevard cruzaba sus interminables piernas curvilíneas las cuales terminaban en unos hermosos pies blancos, de tamaño medio, que invitaban a las caricias. Estaba disfrutando lo bello del paisaje.

Era la oportunidad para descargar su furia, y a la vez descargar el incontenible deseo de hacerle cosquillas a alguna mujer a fin de satisfacer su insoportable lujuria que se acumulba tortuosa en su ser, que exigia inmediata satisfacción y que había encontrado el rechazo en su esposa. Era la oportunidad perfecta pues estaba sola, se veia frágil, hermosa. Cualquier pretexto serviría para llevarla a la cárcel donde la martirizaria con cosquillas.

El oficial Flores se bajo del auto, sin saludar se acerco a la joven para pedirle sus documentos personales, ella sonriente se los dio inocente de lo que el futuro le deparaba.

-Berenice Torres, se llama usted? De Aguascalientes?, que hace usted tan lejos de casa señorita Berenice?- Dijo el oficial imaginándose a su bella victima suplicándole que tenga piedad.
-Asi es oficial, vine a ver a mi amor, debe estar por venir en cualquier momento- Sonrió la chica, con la sonrisa que esbozan los inocentes, tranquilos de no haber cometido ningun crimen. De cerca se veía mucho mas bella, pronto estaría hundida en un infierno de cosquillas.
-Estamos investigando a una banda de asaltantes de Aguascalientes, sabe usted de esto?- Pregunto el oficial inventándose la investigación inexistente.

-Uhmm no oficial, no he leido el periodico últimamente- luego de lo cual le regalo unas risitas nerviosas las cuales alborotaron la lujuria contenida del oficial que no veia el momento de verla retorciendose de las cosquillas bajo sus dedos despiadados. Sus dientes blancos adornaban su sonrisa perfecta.

-Tendre que llevarmela para investigaciones- Lo dijo con un tono tan serio que la pobre Berenice sintio que el corazon se le salia del pecho

-No por favor?. Mis padres no estan aquí, estoy sola porfavor no!!- Berenice casi lloraba, miraba a todos lados para ver si venia su ser amado, pero no llego.

El oficial la tomo de la muñeca la empujo a la patrulla, ella gritaba a todo pulmon que alguien la ayudara, pero los pocos paseantes que habian pensaron que se estaban llevando a una criminal, muy hermosa por cierto.

-Tengo derecho a una llamada!!!- Dijo Berenice casi llorando, el policia le contesto con una risotada brutal.

-Yo soy estudiante de leyes!!…se mis derechos!!!!- Lo dijo Berenice entre enojo y terror.

-jajaja muy bien, pero dejame decirte algo, tu estudiaste la teoría, yo te voy a enseñar la practica- Contesto Manuel Flores con su sonrisa cínica.

Muchos transeúntes escucharon sus gritos, y aunque hubieran intervenido valientemente contra algún ladrón, eran incapaces de intervenir contra un policia. Después de todo el uniforme imponia respeto, o mejor dicho ,en America Latina, imponia: odio, desprecio, pero ante todo miedo.

De la patrulla de Flores salio volando el celular de su victima, se hizo añicos contra el pavimento y con el se hicieron añicos las esperanzas de Berenice de ser rescatada de su terrorifica tortura

CAPITULO TERCERO: EN EL CENTRO POLICIAL

Entraron por la puerta principal. No hubo papeleos. No hubo preguntas. Ella pedía ayuda a los otros policías, la ignoraron pero saludaban con respeto a su captor. Berenice la pequeña estudiante de leyes de ojos grises y cuerpo fino estaba desesperada, se enfurecio, rogo sin poder lograr que sus ruegos alcanzaran algun corazon.

Bajaron a las celdas, vio con pavos varios malencarados encerrados que le gritaban piropos morbosos, improperios. Que la desnudaban, apretujaban y la violaban cientos de veces con la mirada. Flores la empujaba, y finalmente al final del pasillo de celdas entraron a una oficina privada.

Era la oficina informal de Flores, habia una pequeña cama, una celda con 3 presidirias, una segunda cama con cuerdas en los cuatro extremos que serian seguramente para atarla, le dio escalofrios. Ademas habia una tele, y una silla, en una esquina estaban acomulados cientos de casetes de VHS y un Baul. No habian ventanas, mesas ni esperanzas.

-Sientate Bere, no te preocupes, si colaboras con nosotros te iras enseguida- Dijo con tono sarcastico el obeso oficial de policia.

Ella se encontraba aterrorizada, pero no le daria gusto al maldito policia de verla llorar, se sento mientras veia a las tres presidiarias.

Una de ellas, la que mas llamaba la atención era anormalmente gorda, tenia una papada prominente y unas mejillas sudorosas abultadas que casi no dejaban ver sus ojos,unos brazos tan llenos de cebo que parecian piernas, la extrema obesidad la habian privado casi por completo de su apariencia humana. La otra era una mujer vieja, con pocos dientes en la mandibula, sus ojos estaban perdidos envueltos en miles de arrugas. La tercera era un completo contraste, era una belleza callejera, de buen cuerpo, tenia el estomago marcado por los ejercicios, trasero y pechos firmes a la vista. Su hermosa piel canela estaba adornada con tatuajes agresivos que combinaban con sus facciones agresivas pero deliciosas, sus carnosos labios café, su cabello café, exageradamente ondulado con mechones rubios, y sus ojos miel que la observaban inexpresiva bajo prominentes pestañas.

Flores habia puesto en televisor una cinta de VHS en la que se podia observar en la pantalla como le daban choques electricos a un tipo, se veia su agonia, se escuchaban sus gritos desgarradores, Berenice los veia aterrorizada, negando con la cabeza e imaginando alguna forma de escapar.

-Yo no se nada oficial, se lo jurooo, no me haga eso!!- le pidio con las manos juntas.

-No te preocupes mamita, esos policias son muy crueles, pero yo soy bondadoso, yo uso otros metodos de confesion- Al decir esto puso otro video en la tele que saco al azar de los miles que s abultaban en la esquina de la oficina..

Ahora la pantalla mostraba a una chica punk, de 21 años mas o menos, descalza en un cepo, con sus cabellos pintados de rosa encendido. Al notarla veias a leguas que se vestia asi no por ser criminal, sino por ser fanatica de la moda. Se veia buena clase social, de muy buen ver a pesar de las lagrima que resbalaban por sus mejillas.

De pronto una mano empezo a acaricirle con plumas las plantas de sus inmovilizados pies, ella pedia piedad, se contorsionaba, luchaba para salirse del cepo, pero no habia escape, reia como loca, suplicaba, pedia perdon. Sus gritos eran tan desgarradores como al otro hombre a quien le aplicaban corriente electrica. El volumen de la tele estaba a lo maximo.

Mientras la tele dejaba escuchar las carcajadas histericas de la Punketa Flores le pregunto a Berenice.
-No le importara a la señorita que le hagamos cosquillitas, verdad? ? Lo dijo con una inocencia fingida que se veia repugnante.

Berenice sudo frio, tenia ganas de salir corriendo, de pedir auxilio, pero a quien? a la policia?. Para ella las cosquillas eran una tortura tan real como choques electricos o que le rompieran los huesos. Le aterrorizo la idea de estar atada en la cama sin poder escapar a las sensaciones cosquilleras, teniendo que soportar sin tener otra opcion mas que reir y suplicar. Flores pudo notar lo cosquilluda que era al ver el terror dibujado en su rostro.

-Vas a confesar que eres de la banda de asaltantes de Aguascalientes?- Dijo el uniformado.

-Por favor!!! Esto es un error!!! No me haga cosquillas oficial, no lo soporto!!- Suplico.

-Tu lo has querido, pinche ladrona!!!!-

La levanto como si fuera una pluma. A pesar de que Berenice luchaba con fuerza el le aseguro las manos, y luego con dificultad sus pies. Las presidiarias se reian de ella gritando y cantando, todas menos la de cabellos ondulados y cuerpo fantastico, ella veia con odio lo que ahí acontecia, sus compañeras gritaban

-HAGANLE COSQUILLAS!!!…. HAGANLE COSQUILLAS!!!!!
-Noooo malditos!!!- insultaba Berenice con furia que sabia a espanto.

El vestido de Berenice dejaba expuesta sus axilas, el oficial subio su falda hasta los pechos de tal modo que se podia apreciar su ropa intima y su estomago tan deliciosamente blanco que nadie hubiera podido resistir restregar su lengua en el. El policia lo hizo provocando instantáneamente las risas de la supuesta asaltante.

-JAJAJAJJAAJJAA NOOOO JAJAJAJAJAJA YO NO HICE NAAAADAAA AJAJAJAJJAA SUELTAJAJAJAJAJAJAJJAJAJA YAAAA- Berenice reia por las locas sensaciones en su estomago, habia intentado hacer un esfuerzo por no reir pero las dramaticas sensaciones no le permitieron poner la menor resistecia, se rindio en el mismo segundo que la lengua policial toco su piel.

-JAJAJJAJAA YOOO NOOO FUIJIJIJIJI JAJAJAJAJA AHHH JAJAJAJAAJAAA- Gritaba desesperada, con los ojos empapados en lagrimas.

-Pinche ladrona vas a confesar!!!!- decia Manuel Flores quien disfrutaba desquitar furia de esta manera, torturando a sus victimas con cosquillas hasta la locura. Lamia una y otra vez, varias veces recorrio su lengua los costados de la hermosa Berenice quien no podia hacer nada por defenderse. La mordian, la lamian, causandole insoportables sensaciones de las cuales queria escapar y no podia.

-QUIERE LLORAR!!! QUIERE LLORAR!!!! TIENE COSQUILLITAS!!!!- gritaban las dos reclusas horrendas que disfrutaban el espectáculo gritando, la reclusa hermosa miraba con resentimiento.

-JAJAJJAJAJAJAJJAJAJAJA AHHHH NO OMBLIIIAJAJAJAGOOO HAAHAHA JAJAJA!!- El oficial metio su lengua en el profundo ombligo de su victima y lamia cada rincón de el, mientras sus manos atormentaban las costillas de Berenice quien se retorcia violentamente tratando de evitar los toques de cosquillas. Trataba de convencer entre risas que no sabia nada, que era inocente, que la perdonara, pero todo era inútil.

-Para quien trabajas mamita?, dime?, no me vas a decir? Quieres mas cosquillitas verdad?, cuchii cuchii cuchiiii, ni creas que me voy a cansar, te hare cosquillas hasta que confieses y vayas a la carcel por ladrona cuchi cuchi- Decia cruelmente el oficial flores provocando panico y suplicas de compasión de la linda Berenice que bailaba atada en la cama al compas de las cosquillas provocadas por las agiles manos policiales que subian y bajaban por sus costados.

-JAJAJJAA NO TRABAJAJAJAJA AHH AJAJA PAJAJAJARA NADIE JAJAJAJA AHHHH no puedo respirar!!!..JAJAJAJAJJA YO NO SE NADAJAJAJAJAJA, YA NO MAAASSJAJAJAJAJA me muerooo me muejajajajaJAJAJAJAJAJJA NOOOOOOOO, no he robado nada por favor creame?creameee noo NOOO AJAJAJAJAJAJAJAJA!!!- Apenas habian pasado casi una hora de su suplicio, pero su estomago estaba adolorido, sus dientes secos de tanto reir, su garganta ardía por los gritos. Además su rostro etaba cubierto de lagrimas y su piel blanca estaba colorada por el esfuerzo. El policía y sus cosquillas no daban tregua. Las dos presidiarias no dejaban de deleitarse en su sufrimiento.

Después de un rato mas de cosquillas intensas el policía se detuvo en su tortura. Berenice que tenia su cabello negro pegado a su rostro por el sudor tomo grandes bocanadas de aire, sus deliciosos pechos subían y bajaban buscando oxigeno, esta mujer tan bella de risa sensual era el sueño de cualquier fetichista de cosquillas.

Sin decir una palabra el oficial Flores desato las manos de su victima la cual estaba exhausta, apenas pudo bajar los brazos para proteger sus axilas y sus costados las insoportables cosquillas. Pero sus pies, sus exquisitos pies de vainilla permanecian atados a la cama, aun protegidos por la armadura de sus zapatillas negras, que dejaban expuestos sus delicados deditos los cuales recibieron las atenciones de una larga y delicada pluma de ganso. Las risas femeninas brotaron al instante.

Jajajajaja cosquillas en los pies no!!!! Jijijiji le juro que no hice nada?porfavor!!! Si quiere telefonee a mi casa jajajajaja soy hija de familia jajajaja porfajajajaja ayyy jejejejeje- las suaves cosquillas le provocaban risas pequeñas como de bebe nerviosa, sus deditos redondos evitaban las atentas caricias revoloteandose de un lado a otro. La cosquilluda Berenice clavaba las uñas en el colchon tratando de evitar la alegria producida por las cosquillas deliciosas!

El oficial Flores saboreaba cada segundo, se lamio los labios cuando desato las zapatillas de su victima muy lentamente, y deleito su lujuria al observar el panico en los ojos de Ver cuando arrojo sus bellas zapatillas al otro extremo de la habitacion dejandola descalza, vulnerable e indefensa ante las crueles cosquillas en los pies, su punto debil.

-Vas a confesar ladronsita de mierda?, una vez tuve a un mujer durante tres dias aguantando cosquillas, y creeme!!, nunca me detuve, nunca la deje descansar. Gozo las cosquillas los tres dias sin parar?quieres eso? CONFIESA ENTONCES!!!- Le grito.

Ella se habia sentado, trataba de jalar sus interminables y esculturales piernas de leche para que sus pies escapen a las ataduras. Nego mil veces haber cometido los crímenes lo cual le costo otra ronda de martirio.

Con nerviosismo trato de desatar los nudos que unian sus pies a la cama de las cosquillas, el oficial Flore no se inmuto, sabia que nadie podia deshacer sus nudos asi que le prometio que si lograba deshacerlos se podria ir en el acto. Esa promesa hizo que los esfuerzos de la joven fueran mas desesperados y mas nerviosos.

Las lagrimas de frustración de Berenice excitaban a su captor. Todos los intentos por destar los nudos eran vanos. Su reacción fue llorar de impotencia, pero su llanto pronto se acompaño de risas.

Mientras Berenice intentaba desatar los nudos Flores le cosquilleaba los pies para desconcentrarla, al principio le hizo cosquillas lentas, pero luego incrementando la velocidad aumentaba su desconcentración hasta tal punto que olvido desatar sus pies y solo concentro su energía en sus carcajadas histéricas, en retorcerse en la cama, en dar manotazos desesperados al aire, en tirarse de los cabellos con desesperación pura.

Cuando le hacían cosquillas en los pies Berenice era la histeria encarnada, nunca nadie labia llevado tan lejos, sin embargo las uña del policía rascaban las plantas de su victima con profesionalismo en todos los nervios de su divinos pies.

-JAJAJAJAJAJAJA AHHH JAJAJAJAJAJAJAJAJA YAAA JAJAJA AHHH AHHH JAJAJAJAJAA JAJAJA AAAHHH AHHHH ?? (risa silenciosa)?jajajaJAJAAPEDO RESPIRAAAAAJAJAJAJA JAJAJJAJARRR VOOOOY A CONFESARRR!!! AJAJJAJAJAJAA YO FUIIIII JAJAJAJAJA JAAAHHH HH CONFIESSOJOJOJOJO!-

Agobiada por la tortura Berenice decidió finalmente confesar. Había llegado al punto en que prefería la cárcel o cualquier otra cosa antes que seguir siendo victima de tortura de cosquillas. No importaba nada, arruinar su vida, su reputación, perder su libertad con tal de alejarse de las cosquillas para siempre.

Sin embargo el policía simplemente la desato, por fin estaba libre. Llena de ilusión pregunto -Ya me puedo ir?- . Miro al oficial con ojos que despertarían la compasión de cualquiera, menos del oficial Flores.

-Irte?? Después de haber confesado que eres la ladrona!!! NO NO NO debes enfrentarte a tu castigo!!!!.

Acto seguido la abrió la celda y de unos empujones la metió violentamente junto con las tres presidiarias. Dos de las cuales, la gorda y la loca, la veían con los ojos demenciales como si fuera comida fresca.

El oficial cerro la celda. Al hacerlo las presas le arrancaron la ropa a Berenice quien estaba tan exhausta que no opuso la menor resistencia. La mujer cuyo cuerpo estaba deforme por la obesidad la agarro de las muñecas y le hablo al oído.

-Mi nombre es Petra Karen, remuérdalo cuando supliques!!!-
-Que me van a hacer? Dios mío que me van a hacer??!!-

Fuera de la prisión el policía grito
-QUE NO SABES QUE LE HACEMOS A LAS LADRONAS??!!!….LE HACEMOS COSQUILLAS DE CASTIGO!!! RICAS Y DELICIOSAS COSQUILLAS ETERNAS!!!-

-NOOO YA CONFESEEE NOOO NOOOOAJAJAJAJAJAJA AHHH JAJAJAJAJAJA!-

Las dos reclusas empezaron a torturar alegremente a su nueva compañera. La tercera, la morena belleza agresiva, dio una mirada de desprecio al policía para luego ocuparse de los pies de la pobre joven que a estas alturas ya se había orinado de la risa por las cosquillas de las otras dos.

Manuel Flores adoraba torturar a las jóvenes que encontraba, las atormentaba con cosquillas hasta que confesaban crímenes que, el sabia, jamás habían cometido. Lo adoraba porque eso demostraba que habían llegado al limite de preferir la cárcel a seguir soportando las cosquillas. Y a pésar de que siempre confesaban lo que no habían hecho el seguía martirizándolas.

-VOY A DORMIRME- anuncio Flores!! ? CUANDO ME DESPIERTE QUIERO SEGUIRLA ESCUCHANDO REIR!!!- Ordeno. Luego de lo cual se tiro a la cama empapada en el sudor de Berenice y durmió arrullado por las risas demenciales de su mas reciente victima.

En sueños recordó a su esposa, recordó a su hija. Se sintió culpable, pues nuevamente había demostrado ser mas débil que su lujuria. Era un maldito traidor incapaz de ser amado, mal padre, mal esposo. Sintió asco de si, se encontraba tan lejos de lo que anhelaba ser. La mirada de terror en su victima distaba tanto de la mirada de amor que hacia años le regalaba su esposa. También sintió melancolía. Asco y melancolía, dolor y tristeza. En sus pesadillas se ahogaba en un mar de promesas rotas, era insoportable asi que despertó.

Abrió los ojos odiándose mas que ningún otro día, libero a su prisionera aunque en lo mas hondo le hubiera gustado torturarla unos cuantos días mas. Pero su odio enfermizo hacia el mismo lo hizo castigarse de tal modo que renuncio a la mujer mas hermosa y cosquilluda que había encontrado. La subió al auto policial para abandonarla donde la vio por primera vez

Victima y victimario sufrían una crisis, la primera una crisis de nervios, el segundo una crisis de valores que lo hacían despreciarse a si mismo como la peor de las inmundicias.

Ya hacia tiempo deseaba un domingo familiar. Pero como? Si su familia lo odiaba, y con razón…

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