abril 19, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas, basadas en hechos reales.

Mi experiencia como ticklee (parte 24)

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 28 segundos

Hola amigos cómo están? Qué tal pasaron las fiestas de fin de año? Espero que la hayan pasado de maravilla.

Yo por mi parte les cuento que estuve de vacaciones en la ciudad de New York, siempre quise pasar fin de año en una ciudad como NYC y mi sueño se hizo realidad en Diciembre de 2019. En la ciudad visité algunos museos, parques y sitios turísticos. Estuve visitando amigos y familiares que tengo en esa ciudad.

Lo que nunca imaginé fue que por circunstancias de la vida terminara siendo cosquilleada por una persona desconocida, además que debo decir que los gringos son personas que gustan mucho de los fetiches relacionados con los pies y las cosquillas, a diferencia de países como Colombia, donde la gente es como más cohibida con el tema y además lo manejan como más clandestino.

Bueno para no alargar más la historia, les comentaré como fue: Estaba en una tienda con mi amiga de la infancia Jéssica (me estaba quedando hospedada en su apartamento), estábamos comprando unos alimentos para llevarlos a la casa, pues queríamos preparar comida colombiana y necesitábamos algunos ingredientes. Estando en la tienda, se nos acercó un hombre de unos 45 años aproximadamente y en un inglés perfecto nos preguntó si podía hacernos una pregunta sin que nos molestáramos. Mi amiga y yo nos miramos las cara y dijimos que si, que no había problema alguno. El hombre nos preguntó: Son cosquillosas? En ese momento sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo.

Mi amiga respondió primero y dijo que si era cosquillosa, en ese momento el hombre volteó su mirada hacia mí y me hizo señas que debía responder, así que le dije que también era cosquillosa. El hombre sin pensarlo dos veces nos ofreció dinero a cambio de dejarnos hacer cosquillas una hora en su apartamento que estaba cerca de la tienda. Mi amiga le dijo que debíamos consultarlo y que esperara un momento. Nos apartamos unos metros del hombre y conversamos sobre la propuesta. Jéssica me dijo: estoy segura que este tipo es algún fetichista y de seguro querrá amarrarnos o algo para hacernos quien sabe que cosa. Yo en eso la interrumpí: Y si solo quiere hacernos cosquillas?. Jéssica volvió a hablar: En serio estarías dispuesta a que te amarren o quien sabe que, a cambio de dinero?. Yo: Pues veamos cuanto dinero ofrece, no crees?. Jéssica: Debo decirte que estás loca, jajajaja.

Ambas nos giramos nuevamente hacia el hombre y le preguntamos cuánto dinero ofrecía; el hombre dijo: 100 dólares a cada una, a cambio de estar atadas de pies y manos, para ser cosquilleadas por una hora cada una. Qué opinan?

En ese momento, nos miramos las caras y llegamos a un acuerdo con el hombre. Nos dirigimos a la caja, cancelamos lo que habíamos comprado y salimos de la tienda. Nos dirigimos al parqueadero y nos subimos a una camioneta, el hombre condujo unas calles y se parqueó en frente de un edificio residencial. Entramos al edificio, subimos hasta su apartamento y entramos. Una vez dentro, el hombre nos pidió amablemente dejar las cosas que traíamos en la sala y que siguiéramos a una habitación, en la cual había una cama con correas a los lados. El hombre preguntó quien sería la primera en ser cosquilleada y mi amiga Jéssica dijo que ella iría primero. El hombre le pidió que se quitara la chaqueta, las botas y los calcetines.

Jéssica se quitó la chaqueta, las botas y los calcetines, quedando descalza. Se acostó en la cama, mientras el hombre comenzaba a atarla de pies y manos. Apenas estuvo atada, el hombre comenzó a hacerle cosquillas en las axilas, las costillas, la cintura, las piernas y los pies. Jéssica lo único que hacía era reír como loca y dar saltos en la cama, yo mientras tanto únicamente veía como la estaba pasando Jéssica, recibiendo cosquillas en todo su cuerpo y la verdad no pensé que ella fuera tan cosquillosa. Curiosamente sus pies también eran demasiado cosquillosos como los míos.

Al finalizar la hora, sonó una alarma que el hombre había programado para dar el fin de la sesión. El hombre comenzó a desatar a Jéssica, mientras ella estaba totalmente exhausta. Aún continuaba riendo y dijo que había sido una tortura.

El hombre se volteó hacia mi y me pidió lo mismo. Procedí a quitarme la chaqueta, las botas y los calcetines. Me acosté en la cama y el hombre comenzó a atarme de pies y manos. Una vez estuve atada y asegurada, el hombre comenzó a hacerme cosquillas en las axilas, el cuello, las costillas, la cintura, el ombligo, las piernas, las rodillas, los pies. El hombre rápidamente se dio cuenta que soy demasiado cosquillosa y comenzó a hacer más intensas las cosquillas en algunas partes de mi cuerpo, como fueron en las axilas y en los pies.

Mientras me hacía cosquillas en las axilas, le pidió a mi amiga Jéssica que me hiciera cosquillas en los pies, así que no era una persona la que me hacía cosquillas, sino dos al tiempo. Después de un tiempo decidieron cambiar, Jéssica comenzó a hacerme cosquillas en las axilas, costillas y cintura, mientras que el hombre comenzó a hacerme cosquillas en los pies. Como dato curioso, el hombre le pidió a Jéssica que dejara de hacerme cosquillas en las axilas, porque iba a utilizar algunos elementos que no utilizó con ella. Dichos elementos eran cepillos y peines para mis pies y dedos. Las cosquillas fueron demasiado intensas con esos elementos.

Al final de la hora.  El hombre se dirigió hacia mí y me preguntó si quería ganar 50 dólares adicionales a cambio de seguir siendo torturada en las plantas de los pies por una media hora más. Yo estando atada de pies y manos, lo único que pude decir fue si. Así que la tortura de cosquillas continuó por unos 30 minutos más.

Después de media hora, el hombre procedió a desatarme y me terminó pagando 150 dólares y a mi amiga Jéssica le pagó los 100 dólares acordados. Salimos de su apartamento y nos dirigimos al apartamento de Jéssica, conversando en el camino sobre la experiencia vivida.

Espero que hayan disfrutado la experiencia tanto como yo.

Besos.

Maria de los ángeles

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