abril 18, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas, basadas en hechos reales.

Mi experiencia como ticklee (parte 26)

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 3 segundos

Por debajo de la mesa… Así sería el título de esta experiencia, de la cual fui víctima del ataque de un par de chiquillos taviesos que me hicieron cosquillas en los pies, durante una reunión en la que estábamos familiares y amigos.

En algún momento, pienso que esta es una de las fantasías de todas las personas, por ejemplo, que alguien se esconda bajo la mesa, justamente dónde se encuentre sentada una persona demasiado cosquillosa en los pies (como en mi caso). Debo confesarte, que en algún momento pasé por una situación similar, estuve invitada a una reunión en la que habían amigos y familiares de todas las edades, adultos, niños, jóvenes y ancianos. Precisamente habían muchos niños jugando a las escondidas y resultó que en algún momento varios niños, no recuerdo la cantidad se metieron bajo la mesa y comenzaron a hacerle cosquillas en los pies a una muchacha que estaba sentada justamente a mi lado, ella comenzó a reír a carcajadas e hicieron salir de debajo de la mesa a los niños traviesos para regañarlos, la muchacha me dijo: «soy muy cosquillosa en los pies» y yo le dije: «yo también, no se que hubiera hecho, si me hubieran hecho cosquillas a mi». La reunión continuó, sin embargo, los taviesos chiquillos volvieron a meterse bajo la mesa, sin que ninguna de las mujeres que estábamos en la mesa nos percatáramos de eso, debido a que estábamos entrenidas conversando y riéndonos de las bromas que hacíamos entre nosotras.

De un momento a otro comencé a sentir unos pequeños deditos que se introducían entre mis dedos de los pies y en medio de las zandalias, justamente por debajo de mis arcos de mis pies, no pude soltar una risa nerviosa, pero como en ese momento estaban contando un chiste, pude disimular un poco. Sin embargo, lo peor estaba por llegar y fue en ese momento que pude sentir como me agarraron los pies, había un chiquillo en cada una de mis piernas. Sabían lo que estaban haciendo. Ya lo habían hecho con la muchacha que estaba sentada a mi lado.

Los chiquillos me quitaron las zandalias y comenzaron a hacerme cosquillas en ambos pies. Me hacían cosquillas entre los dedos, en las plantas de los pies, en los talones, en los tobillos, en el empeine, en todos los rincones de mis pies. Era una sensación muy desesperante y divertida. Yo lo único que hacía era mover los pies de un lado a otro intentando «desesperadamente» huir de las cosquillas y además que intentaba soportar las cosquillas y aguantar las ganas desesperadas de reír a carcajadas, lo cual únicamente hacía apenas alguna de las otras mujeres decía un chiste o hacía una broma. Los chiquillos se dieron cuenta de mi «estrategia» y pues además lograron descubrir que cuando me hacían cosquillas cerca del arco, mis reacciones eran mas intensas e incrementaron las cosquillas en esa parte de los pies, hasta que no pude más y comencé a reír a carcajadas desesperadamente. Fue en ese momento que las demás se dieron cuenta y volvieron a sacarlos de debajo de la mesa.
La muchacha que estaba a mi lado, me decía: «creo que ellos no se van a quedar quietos, miralos como nos ven» y yo le dije: «esperemos que pasa, no creo que después de haberlos regañado dos veces, vuelvan a meterse bajo la mesa para hacernos cosquillas en los pies».

Los chiquillos volvieron a hacernos cosquillas como un par de veces más antes que hicieran ir apenados a sus padres, por no poder controlarlos para que no nos hicieran cosquillas en los pies. Fue una velada divertida y cosquillosa.

Emy

 

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