abril 25, 2024

Tickling Stories

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Mi experiencia como ticklee (parte 28)

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 51 segundos

Hola a todos, espero se encuentren bien en esta época de cuarentena por el COVID-19 en sus países.

Este fin de semana decidí salir al parque a hacer un poco de actividad física. Me dirigí a un parque que está ubicado cerca a mi apartamento y comencé a realizar actividad física. Ese día me coloqué como todos los días crema en todo mi cuerpo como de costumbre, para poder hidratar la piel. Para la parte de mis pies, usé una nueva crema que había adquirido la semana pasada, además de echarme el desodorante en spry para los pies. Me coloqué los calcetines, los tenis y me fui al parque a hacer un poco de actividad física.

Llegué al parque usando tapabocas y en mi pequeño bolso llevaba guantes, gel antibacterial, lentes oscuros, una pequeña toalla y una cachucha. Me senté en césped, me quité mis zapatos y calcetines quedando completamente descalza. Por primera vez en mucho tiempo pude volver a sentir el pasto bajo mis pies.

Comencé a hacer mis estiramientos y ejercicios relacionados con el yoga.  Me encontraba haciendo mis estiramientos de yoga, acostada boca abajo, con las piernas hacia atrás de mi cuerpo y los pies estirados, justamente como la imagen de abajo.

Cuando de repente comienzo a sentir cosquillas en mis pies, justo en las plantas y en los dedos, esta sensación me hizo reír mucho, perder la concentración y dejar caer mi cuerpo para reír y retorcerme de la risa. Pude darme cuenta que era un perro labrador el que me estaba lamiendo los pies.

El dueño del perro se acercó rápidamente, agarró a su perro y lo reprendió, además me dijo: «Uy que pena, no volverá a pasar». Yo continué haciendo mis ejercicios y el muchacho se retiró con tu perro para seguir caminando por el parque.

Al cabo de unos 45 minutos después ya había terminado los ejercicios, sin embargo, me recosté boca abajo sobre el pasto para tomar un poco de sol en el parque, cuando divisé nuevamente a través de mis gafas oscuras, que venían de regreso el perro con su dueño. El perro continuaba jugando con otros perros, así que no le presté mucha atención.

Seguí concentrada tomando un poco de sol y no me di cuenta en que momento pasaron cerca de mi el perro y su dueño. Justo cuando me estaba quedando medio dormida, nuevamente el perro labrador se acercó a mis vulnerables pies y comenzó a lamerme las plantas y los dedos de los pies. La sensación de cosquillas fue tan desesperante que comencé a reír a carcajadas.

Nuevamente el joven se acercó corriendo y retiró al perro, mientras que yo giraba mi cuerpo aún riendo un poco como reflejo de las cosquillas que su perro me había hecho sobre las plantas de mis pies.

Mientras el joven me pedía disculpas: «que pena, no se que le pasó al perro y por qué actuó de esa manera». Yo solo podía decirle lo terriblemente cosquilllosa que soy en mis pies: «tranquilo, no hay problema, jajaja, lo que pasa es que tengo muchas cosquillas en mis pies y pues prácticamente fue un ataque sorpresa de tu perro hacia mis pies, jajaja».

El joven se disculpó y siguió su camino, mientras que yo me coloqué mis zapatos recordando esos momentos para irme a mi apartamento nuevamente.

Espero que les haya gustado.

María de los ángeles

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