abril 19, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas, basadas en hechos reales.

Mi experiencia como ticklee (parte 31)

Tiempo de lectura aprox: 5 minutos, 55 segundos

Nunca imaginé que trabajaría en una empresa productora de videos de cosquillas y menos que ofreciera servicios de modelos de cosquillas a «clientes» cuyo fetiche principal es «torturar» con cosquillas a mujeres cosquillosas.

Esta es la historia de mi vida…

Inicié a trabajar en esta productora hace un par de meses. Inicialmente mi cargo iba a ser el de community manager o lo que comúnmente conocemos en nuestro idioma como administradora de redes sociales. La idea inicial de mi jefe era hacer publicidad de la productora a través de redes sociales, con campañas para promocionar videos, eventos, buscar nuevas modelos, etc.

El trabajo era algo complicado al comienzo, sin embargo, comencé a tomar el «tiro» al empleo y además optimicé mis actividades, a tal punto que a los 20 días de haber iniciado contrato con la productora, ya había prácticamente terminado las actividades del mes, razón por la cual le dio pie a mi jefe de encomendarme nuevas actividades y que además me significaría una bonificación en mi salario.

Cabe recordar que al momento de mi entrevista una semana antes de iniciar a trabar con la productora, mi jefe me hizo todas las preguntas normales que se hacen en una entrevista de trabajo, sin embargo, en el transcurso de la entrevista llegó a las preguntas relacionadas con cosquillas: Tienes cosquillas? En qué partes del cuerpo tienes cosquillas? Cuál es la parte más cosquillosa de tu cuerpo? Participarías en una sesión de cosquillas?

Como estaba en medio de la entrevista laboral, no le di mucha importancia así que respondí cada una de las preguntas que me hacía la persona que iba a ser mi jefe: Si tengo cosquillas. Tengo cosquillas en todo el cuerpo. La parte más cosquillosa de mi cuerpo son las plantas de los pies. Si participaría, sería algo nuevo para mi y lo haría solo por probar algo nuevo.

Nunca pensé que esas respuestas, más temprano que tarde serían usadas en mi contra.

Volviendo a la historia, me sobraban 10 días para completar mi primer mes de trabajo y como ya había terminado mis actividades contractuales, mi jefe me planteó la posibilidad de ir a prestar un servicio como ticklee o modelo de cosquillas a uno de los clientes de la empresa. Como mi contrato tenía una clausula en la cual indicaba que debía hacer otras actividades que la empresa requiriera, dispuse de mi tiempo para asistir a mi primera sesión de cosquillas.

Primera Sesión

El cliente que me recibió en esa oportunidad era un cliente frecuente de la empresa, me preguntó por la modelo que debía ir a la sesión y le comenté que se encontraba incapacitada por eso del covid19, así que no le restó mucha importancia. El cliente me indicó como sería la sesión y amablemente me pidió acostarme en una cama boca arriba, porque debía atarme las muñecas y los tobillos, yo accedí. Apenas estuve atada de pies y manos en forma de X, comenzó la tortura de cosquillas. El hombre de nombre Juan, me quitó los tenis y las medias (calcetines), para dejar mis pies completamente desnudos, a lo que deslizó la punta de los dedos de sus manos por la planta de mis pies; no pude evitar soltar una carcajada.

Juan me preguntó: eres cosquillosa?. Yo le respondí: Tengo demasiadas cosquillas en la planta de los pies.

Así que Juan lo único que atinó a decirme fue: Nos vamos a divertir mucho.

Y comenzó la locura…

Juan me hizo cosquillas como por 1 hora aproximadamente. Durante ese tiempo atacó cada rincón de mi cuerpo, pero siempre hacía énfasis en las plantas de mis pies.

Al cabo de cumplir el tiempo, me desató; me coloqué las medias y los tenis. Me despedí de Juan y volví a la empresa. Al llegar a la empresa, mi jefe me preguntó cómo me había ido en la sesión; lo único que pude decirle fue que me reí muchísimo. Después de ésto me preguntó si estaba dispuesta a repetirlo y le dije que sí.

Segunda Sesión

Un par de días después fue una mujer la que solicitó los servicios de una ticklee a domicilio y nuevamente como no habían modelos disponibles, yo fui la escogida. Antes de ir dónde la clienta, mi jefe me dijo lo siguiente: Esta clienta es una mujer de unos 45 años, le gusta que las modelos vayan con las uñas de los pies pintadas de rojo y además que vayan bien arregladas físicamente (maquilladas), así que te recomiendo que vayas a tu apartamento, te cambies y te dirijas donde la clienta.

Efectivamente eso hice. Me fui para mi apartamento, me di una ducha; me pinté las uñas de las manos y los pies de color rojo, me coloqué unas sandalias, junto con una falda, una camiseta y chaqueta. Salí para la dirección de la clienta.

Llegué a la dirección de la clienta, me anuncié por el citófono y me respondió al otro lado una mujer, indicándome que apenas sonara el timbre empujara la puerta.

Sonó el timbre de la puerta, entré al edificio y subí varios pisos. La dirección es en un edificio de esos viejos del centro de Bogotá, por fuera se ve algo destronado, pero por dentro tiene otra cara. Subí varios pisos por las escaleras (unos 4 pisos en total), me recibió una mujer de unos 40 y tantos años, rubia, simpática y como dato curioso estaba descalza. Entré al apartamento y me examinó de pies a cabeza. Me hizo preguntas de mi vida personal y laboral, hasta que abordó el tema de las cosquillas.

La mujer se presentó como Olga, decía que tenía el fetiche de las cosquillas. Le gustaba hacer cosquillas y aveces le gustaba experimentar la sensación de ser quien las recibiera. Olga me preguntó que tan cosquillosa soy; le dije que tengo cosquillas en todos lados y que mi punto débil son las plantas de los pies. Como dato curioso, me dijo lo mismo de Juan: nos vamos a divertir mucho con las cosquillas en tus pies.

Me solicitó quitarme las sandalias y dirigirme a una habitación donde había una silla con brazos hacia arriba y correas en los extremos superiores, mientras que en la parte frontal de la silla había un pequeño cepo. Mi cuerpo se estremeció al ver esa silla.

Olga me dice: esta es mi silla de cosquillas. Primero quiero ver que tan buena eres haciéndolas y después será tu turno de sentarte en la silla y estar a merced mía, de acuerdo? Lo único que pude decir fue un breve si.

Así que sin mas preámbulos, Olga se sentó en la silla mientras me indicaba todo lo que debía hacer, le até las muñecas en los extremos y los pies los introdujo en los orificios del cepo. Apenas estuvo asegurada me dijo: «hazme cosquillas». Dicho eso, decidí «atacar» sus pies. Olga soltó una carcajada, mientras suplicó clemencia. En ese momento dije mentalmente: Así que esto es lo que se siente ser la persona que hace las cosquillas, mientras la otra persona esta inmóvil.

Hice caso omiso a las súplicas de Olga y continué haciéndole cosquillas en los pies. No tardé en darme cuenta que es hipercosquillosa en la planta de los pies y entre los dedos de los pies. Olga gritó, chilló, rió a carcajadas, suplicó mientras yo le hacía cosquillas en sus pies. Al cabo de unos minutos suspendí las cosquillas. Para mi sorpresa me dijo: por qué te detuviste? sabes que cuando me toque a mi, no me voy a detener por nada del mundo. Yo lo único que le pude decir fue: te vi desesperada. Y me dijo: los pies son mi punto débil, pero me gusta ser torturada en esa parte del cuerpo, así que continua. Continué un poco más hasta que ella misma consideró que ya era suficiente.

Durante el tiempo que le hice cosquillas, no sólo le torturé sus pies, sino también, las axilas, las costillas, la cintura y sus piernas. Olga resultó ser igual o más cosquillosa que yo. Obviamente, al terminar de hacerle cosquillas, me llegó el turno de sentarme en la silla y créanme que no la pasé nada bien. Olga se desquitó de todas las cosquillas que le hice y se dedicó a hacerme demasiadas cosquillas en las plantas de los pies,a tal punto de terminar llorando de tanto suplicar. La sesión duró cerca de 2 horas.

Tercera Sesión

Mi jefe me dijo que debía quedarme a trabajar hasta tarde. Normalmente terminamos actividades entre las 5 pm y las 6 pm. Ese día me dijo que necesitábamos ponernos al corriente de todos los temas pendientes, en cuanto a anuncios en redes sociales y pautas publicitarias en google ads. Mi jefe pidió pizza y coca-cola a domicilio, porque nos íbamos a quedar hasta tarde trabajando en la oficina.

Estábamos trabajando en todos los temas pendientes. Todo transcurría normal y en calma, hasta que mi jefe se levantó a una llamada y cuando volvió de ésta, me picó las costillas, haciendo que pegara un salto en la silla. Hizo el comentario: eres demasiado cosquillosa María Camila. Yo apenada y riendo algo avergonzada solo pude decir: si.

Sin más, mi jefe se va por detrás mío y comienza a hacerme cosquillas sin piedad alguna con ambas manos en mis costillas y cintura, lo cual hace que caiga de la silla. Mientras estoy en el suelo riendo y tratando de liberarme, él continua haciéndome cosquillas sin piedad alguna. Yo solo rio a carcajadas.

Noté la facilidad con la que rápidamente me tomó ambos pies, me quitó los tenis y las medias, para comenzar a hacerme cosquillas en las plantas de los pies. De nada valieron mis súplicas: en los pies no. Me hizo cosquillas como por 20 minutos. Después de eso, simplemente se detuvo, me pidió disculpas y continuamos trabajando.

Cuarta Sesión

Nuevamente mi jefe estuvo involucrado, solo que esta vez me propuso untarme comida húmeda para perros en las plantas de los pies y que su perro, un pastor alemán me lamiera ambas plantas de los pies. Después de tanto insistirme como por unos 3 días terminé aceptando. Después de terminar la jornada laboral, mi jefe preparó todo el ambiente, me colocó mis pies en otra silla inmovilizados con cinta, me untó la comida húmeda para perros y llamó a su mascota. El perro sintió el olor de la comida y comenzó a lamerme las plantas de los pies, incluso me dio unos breves mordiscos en las plantas, talones y dedos.

Les debo confesar algo y es que no se que me dio mas cosquillas, si la lengua del perro o los mordiscos que me pegaba en las plantas de los pies.

Estas fueron las 4 sesiones a las que estuve sometida. Espero les guste y nos vemos en la próxima.

Maria Camila

 

 

 

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