abril 24, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas. Somos parte de la comunidad en español en Telegram – LTC.

Mi experiencia como ticklee (parte 33)

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 38 segundos

Nunca imaginé que encontrar trabajo en este país fuera demasiado complicado y además tampoco me imaginé que en este empleo enfrentara uno de mis peores miedos.

Me llamo Niky, tengo 26 años. Estoy recién graduada de la universidad y al igual que muchos profesionales, se me ha hecho difícil encontrar un trabajo relacionado con mi carrera profesional. Debido a que mis padres dejaren de sostenerme económicamente decidí trabajar en lo que primero me resultara y esto me llevó a encontrar trabajo como mesera en un restaurante de la ciudad.

Desde la primera semana de estar trabajando en el restaurante-bar todo transcurrió normal, los clientes hacen sus pedidos, los cuales tomo en mi libreta de apuntes, me dirijo a la barra o a la cocina y los solicito al chef o al barman, para llevarlos a los clientes que esperan ansiosos.

El restaurante es de 3 pisos y un sótano, en el cual se encuentran unas 4 habitaciones, las cuales están cerradas con candado en el exterior.

Tenía al rededor de unas 3 semanas trabajando en el restaurante y durante esa semana, me asignaron labores de realizar inventario, así que debía recorrer los 3 pisos del restaurante y el sótano, con el fin de levantar el inventario de alimentos, bebidas, elementos de aseo, seguridad, entre otros. Mi jefa me entregó un manojo de llaves (unas 10 o 15 llaves) con las que podía tener acceso a cada uno de los diferentes lugares y gabinetes del restaurante; así que comencé a encaminarme a llevar a cabo el levantamiento de información. Me la pasaba subiendo y bajando escaleras.

Por ahí a los 2 o 3 días de estar en el inventario, decidí bajar al sótano, debido a que habían cosas que no las encontraba en los pisos superiores. El sótano como todos esos lugares, es algo frío y oscuro, pese a que hay unos tres bombillos a lo largo del pasillo, no alumbran lo suficiente, así que toca estar con celular en mano para alumbrar cuando debes abrir candados en las puertas.

El día que bajé al sótano, fue a eso de las 9 de la noche. Normalmente el horario del restaurante-bar es desde las 11am hasta las 3am de lunes a lunes.

Recuerdo que esa noche entré  a una de las «bodegas» ubicadas en el sótano y mi sorpresa al entrar fue ver una cama (sin colchón), con orificios en cada extremo de ella. Además que habían correas y demás elementos relacionados con temas de fetiches. Me causó curiosidad ver eso.

Hice caso omiso y comencé a revisar diferentes cajas en busca de algunos productos y equipos relacionados en el inventario que no aparecían por ningún lado. Cuando me encontraba en esas labores, un hombre que nunca había visto en las semanas que llevaba trabajando, entró a esa habitación y al verme me preguntó qué estaba haciendo ahí y quién me había autorizado entrar.

Le dije que llevaba apenas 3 semanas trabajando en el restaurante y que me habían encomendado la tarea de levantar un inventario y que estaba en esa habitación buscando unas cosas que no encontraba en ningún otro lado. Le pedí excusas y le dije que me iba a retirar, a lo que el hombre rápidamente cerró la puerta desde dentro con seguro y me dijo que no podía irme sin antes asumir las consecuencias. Debo confesar que tuve algo de miedo, por el tono en que el hombre lo dijo. Comencé a gritar y a pedir auxilio, pero el hombre con una serenidad me dijo: puedes gritar todo lo que quieras que nadie te va a escuchar, así que tienes dos opciones: lo hacemos por las buenas o por las malas.

Seguí gritando y el hombre prácticamente me tomó a la fuerza, me acostó en la cama y con una rapidez me aseguró las muñecas y los tobillos, quedando con los brazos estirados hacia arriba y las piernas estiradas hacia abajo. apenas logró su cometido, me quitó los zapatos y los calcetines.

Me dice: vamos a hace esto rápido, te voy a hacer varias preguntas y de ti depende que salgamos rápido de esto y continúes ejecutando tu tarea del inventario o lo hacemos a las malas.

Yo toda nerviosa solo le pregunté que me iba a hacer y el hombre simplemente me preguntó: tienes cosquillas?

Debo decirles que como todas las personas, tengo cosquillas en varias partes del cuerpo. En unas partes más que en las demás. Así que en medio de los nervios le dije que si tenía cosquillas.

Dicho esto, el hombre comenzó a hacerme cosquillas en las axilas, las costillas, la cintura y las piernas. Yo lo único que pude hacer fue comenzar a reír y suplicar, mientras me revolcaba en la cama de torturas. El tipo recorría todo mi cuerpo haciéndome cosquillas sin piedad alguna, haciendo caso omiso a mis súplicas. Experimenté cosquillas de diferentes maneras.

Tengo que confesar que mi novio me hace cosquillas con frecuencia y pues podríamos decir que me da mucha risa cuando me «ataca» ciertas partes del cuerpo, pero lo que no creía era que podría tener demasiadas cosquillas en las axilas y las costillas.

Justo cuando creía que ya se había terminado la tortura, el tipo me dice: bueno veamos que tan cosquillosos son tus pies. Yo lo único que pude decirle fue: pierdes tu tiempo, no soy cosquillosa en los pies. El tipo  simplemente me dijo: todas dicen lo mismo.

Y comenzó a rascarme las plantas de los pies, lo cual hizo que pegara un salto en la cama de torturas y soltara un grito de desesperación. Nunca había sentido tantas cosquillas en mis pies, es más, desde que tengo uso de razón no había tenido cosquillas en los pies, era cero cosquillosa… hasta esa horrible noche.

El tipo al ver mi reacción, simplemente se dedicó a rascarme más y más las plantas de mis pies, mientras yo lo único que podía hacer era reír a carcajadas y revolcarme como loca en la cama de torturas.

Después de cierta cantidad de tiempo torturándome con cosquillas, el tipo simplemente se detuvo; me liberó y me dijo: te voy a dejar ir, no le debes decir a nadie de lo que sucedió esta noche acá en esta habitación y prometo que recibas una bonificación en tu salario.

Me coloqué mis tenis, los calcetines los introduje en los bolsillos de mi jean y salí corriendo de esa habitación.

Esa noche terminé mi turno y me fui a mi casa pensando en lo sucedido. Hasta el día de hoy no le había dicho a nadie sobre esta experiencia y espero que haya sido de su agrado.

Niky

 

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