mayo 4, 2024

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Agente encubierta – Parte 1

Tiempo de lectura aprox: 6 minutos, 28 segundos

Esta historia es basada en hechos reales.

Victoria es una agente de policía, especializada en participar en la captura de narcotraficantes y personas dedicadas a tráfico de obras de artes.

Siempre ha trabajado como agente encubierta y gracias a su gestión, se ha logrado desmantelar redes dedicadas a tráfico de drogas y de obras de arte importantes.

Lo que nunca imaginó Victoria es que su identidad se hubiera filtrado a varias bandas dedicadas al tráfico de drogas y arte. Además de su identidad, también filtraron muchas de sus debilidades, entre esas las cosquillas.

Victoria desde siempre ha sido una mujer extremadamente cosquillosa y curiosamente las plantas de sus pies son sus puntos débiles.

Misión: El Maestro

En la bulliciosa metrópolis, Victoria, la agente encubierta, estaba siguiendo la pista de una banda internacional dedicada al tráfico de obras de arte. La información confidencial que poseía sobre la organización la convertía en un objetivo peligroso, pero ella estaba acostumbrada a desafíos.

Un día, mientras se infiltraba en una elegante subasta de arte, Victoria descubrió la identidad de un misterioso líder de la banda apodado «El Maestro». Este individuo maestro del engaño y la manipulación, había logrado eludir a las autoridades durante años.

A medida que Victoria profundizaba en la investigación, se dio cuenta de que El Maestro no solo traficaba con obras de arte, sino que también estaba vinculado al mundo del narcotráfico. La agente se encontró en medio de una red interconectada de crimen organizado, donde el arte y las drogas se entrelazaban de manera inesperada.

A medida que Victoria se acercaba a descubrir la ubicación del escondite de El Maestro, la banda, consciente de su presencia, decidió tomar medidas extremas. En lugar de atacarla directamente, decidieron aprovecharse de sus debilidades, revelando información personal que ni siquiera sus colegas conocían.

Pronto, Victoria se vio inmersa en una trampa ingeniosa. Los criminales, conocedores de su pasado y personalidad, la pusieron en situaciones comprometedoras y la acosaron con mensajes misteriosos. En lugar de enfrentarla directamente, querían minar su confianza y socavar su moral.

La agente, enfrentando desafíos emocionales y físicos, se dio cuenta de que debía superar no solo a los criminales, sino también sus propios miedos y vulnerabilidades. A lo largo de la trama, Victoria se asoció con colegas confiables y, juntos, idearon estrategias para enfrentarse a la astucia de El Maestro y su banda.

A medida que la tensión alcanzaba su punto máximo, Victoria descubrió la ubicación del escondite.

En la frenética búsqueda del escurridizo El Maestro, Victoria se encontró con una pista crucial que la llevó a un antiguo almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Sin embargo, lo que no sabía era que su astucia había sido descubierta por los secuaces de El Maestro.

Mientras exploraba el oscuro almacén en busca de pistas, Victoria fue emboscada por los criminales. Rápidamente, se vio superada en número y, sin opción de escape, fue capturada. La llevaron a una habitación lúgubre y claustrofóbica, donde la tensión aumentaba a medida que los secuaces intentaban obtener información sobre sus investigaciones.

El Maestro, astuto como siempre, supervisaba personalmente el interrogatorio. Victoria, enfrentándose a la tortura física y psicológica, se aferraba a su entrenamiento y determinación.

El Maestro, sin embargo, sabía de sus debilidades, entre ellas, las cosquillas terribles en las plantas de los pies de Victoria.

Ataron a Victoria a una silla, inmovilizando sus extremidades, mientras uno de los secuaces comenzó a descalzarla y quitarle además los calcetines; dejando los pies de Victoria complemtamente vulnerables.

El Maestro se acercó a los pies de Victoria y  comenzó a deslizar sus dedos por las plantas de los pies de la agente. Victoria, resistiéndose al principio, pronto se vio envuelta en risas incontrolables. La habitación resonaba con la mezcla de su risa y el siniestro placer de los secuaces.

«Con que eres muy cosquillosa?» – Preguntó con sarcasmo y placer El Maestro.

Victoria continuaba sumida en un mar de carcajas y desesperación.

«JAJAJAJAJA JAJAJAJAJA AJAJJAJAJA AJAJAJA JAJAJAJA JAJAJAJAJAJAJAJAJA»

Las cosquillas que experimentaba Victoria sobre sus hipercosquillosas plantas eran demasiado intensas y en el fondo no sabía cuánto tiempo más podría soportar hasta que lograran doblegarla para poder sacarle información.

«Tarde o temprano tendrás que ceder mi querida Victoria. Ninguna mujer resistiría por mucho tiempo las cosquillas en las plantas de los pies y menos tu. Se nota que no la soportas. Solo dime el listado de los agentes en cubierto de Europa y con gusto detendrémos esta tortura en sus hipercosquillosos pies.» – Decía El Maestro.

«JAMÁS.» – Contestó desafiante Victoria.

«Está bien. Tu misma lo pediste. Tengo todo el tiempo del mundo.» – Respondió El Maestro.

«Traigan todas las herramientas de tortura de cosquillas.» – Pidió El Maestro a sus secuaces.

La sala se llenó con la expectación de lo que estaba por venir. Los secuaces de El Maestro regresaron con una colección de herramientas diseñadas específicamente para infligir cosquillas extremas. Victoria, atada y vulnerable, sabía que estaba a punto de enfrentar una tortura inusual pero implacable.

El Maestro, con una sonrisa siniestra, se acercó lentamente a Victoria mientras los secuaces preparaban las herramientas. «Te lo advierto, Victoria. Las cosquillas pueden ser un tormento interminable. ¿Realmente estás dispuesta a soportarlo?», dijo él con tono burlón.

«Haré lo que sea necesario para proteger a mis compañeros», respondió Victoria con determinación, aunque su expresión delataba la tensión y el dolor anticipado.

Los secuaces comenzaron su ataque implacable. Plumas, cepillos y otros instrumentos diseñados para provocar cosquillas fueron aplicados con precisión en las plantas de los pies de Victoria. La risa se mezcló con gritos de resistencia mientras la agente luchaba contra la sensación abrumadora.

Sin embargo, en medio de la tortura, Victoria mantuvo su mente enfocada. Ideó un plan audaz para desviar la atención de sus captores y ganar tiempo para sus colegas. Mientras las cosquillas continuaban, dejó escapar información falsa sobre los supuestos agentes encubiertos en Europa, confundiendo estratégicamente a El Maestro.

A medida que pasaba el tiempo, la resistencia de Victoria empezaba a flaquear, pero su determinación seguía firme. El Maestro, creyendo que tenía la victoria en sus manos, ordenó un breve descanso para disfrutar del sufrimiento de su prisionera.

El tiempo pasaba, y la resistencia de Victoria flaqueaba, pero su determinación seguía firme. El Maestro, creyendo que tenía la victoria en sus manos, ordenó un breve descanso para disfrutar del sufrimiento de su prisionera. Sin embargo, en la oscura sala, la mente de Victoria seguía trabajando, buscando la manera de revertir la situación y proteger a sus compañeros.

Durante el breve respiro ordenado por El Maestro, la risa resonaba aún en la sala oscura. Los secuaces, observando a Victoria, se burlaban entre ellos de su supuesto triunfo. Sin embargo, en la aparente derrota, la agente mantenía una mirada feroz y determinada.

El Maestro, complacido con la tortura que Victoria estaba soportando, se retiró momentáneamente. Sin embargo, algo en la mirada de la agente sugería que no todo estaba perdido. Mientras los secuaces preparaban las herramientas para continuar la tortura, Victoria, con voz entrecortada por la risa, dijo: «Pueden seguir intentándolo, pero no obtendrán nada más que risas de mí».

El Maestro, intrigado y algo desconcertado por la actitud de Victoria, se acercó nuevamente. «¿Crees que tu resistencia cambiará algo? Pronto te rendirás, es solo cuestión de tiempo», dijo con confianza.

Sin embargo, Victoria, en un último esfuerzo por desviar la atención, soltó más información falsa entre risas desesperadas. El Maestro, observando atentamente, comenzó a notar inconsistencias en las respuestas de la agente. Una sospecha se apoderó de él.

«Algo no cuadra aquí», murmuró para sí mismo El Maestro. Ordenó un alto en la tortura y se retiró para revisar la información proporcionada por Victoria.

Mientras tanto, la agente, aún atada y sometida a la risa incontrolable, luchaba contra los efectos de la tortura. La habitación estaba llena de risas frenéticas y el ambiente se volvía más surrealista con cada minuto que pasaba.

El Maestro regresó, mirando fijamente a Victoria. «Creo que estás jugando un juego peligroso, pero te daré otra oportunidad. Dime la verdad, y quizás considere detener esta tortura», dijo con una mirada más intensa.

Victoria, entre risas y lágrimas, miró desafiante a El Maestro. La mente de la agente seguía maquinando estrategias para proteger a sus compañeros, incluso mientras la tortura la sumía en la locura. La historia tomaba un giro aún más oscuro, con Victoria resistiendo a un límite insospechado y El Maestro enfrentándose a la incertidumbre de la verdad detrás de las risas.

Victoria, entre risas y lágrimas, miró desafiante a El Maestro. La mente de la agente seguía maquinando estrategias para proteger a sus compañeros, incluso mientras la tortura la sumía en la locura. La historia tomaba un giro aún más oscuro, con Victoria resistiendo a un límite insospechado y El Maestro enfrentándose a la incertidumbre de la verdad detrás de las risas.

Sin embargo, la tenacidad de Victoria estaba llegando a su límite. Después de casi cuatro horas de tortura implacable, las cosquillas intensas comenzaron a doblegar su voluntad. Las risas, que una vez fueron desafiantes, se volvieron más débiles, y las lágrimas se mezclaron con la risa frenética.

El Maestro, observando detenidamente, notó el cambio en la expresión de Victoria. «¿Lista para rendirte finalmente, agente?», preguntó con malicia.

Victoria, luchando por mantener la compostura, finalmente cedió. La información real sobre los agentes encubiertos en Europa escapó de sus labios entre risas entrecortadas. A pesar de su valentía, la tortura de las cosquillas intensas la había llevado al límite, haciendo que se entregara a la realidad del momento.

El Maestro, satisfecho, detuvo la tortura y se retiró, dejando a Victoria agotada y desorientada. La sala quedó en silencio, excepto por la respiración entrecortada de la agente. La verdad había sido revelada, pero la agente quedó marcada por las secuelas de la tortura, llevando consigo las cicatrices físicas y emocionales de un enfrentamiento cruel que la había llevado al borde de la resistencia humana.

Después de obtener la información de Victoria, El Maestro corroboró la lista completa de agentes encubiertos en Europa. Satisfecho con la validez de la información, decidió llevar la situación al siguiente nivel.

Victoria, agotada y desorientada, fue transportada a un sitio abandonado en medio del bosque. La dejaron sola, con sus zapatos y medias a un lado de su cuerpo. La atmósfera estaba cargada de tensión mientras la agente yacía indefensa en ese lugar desolado.

Cuando Victoria despertó, la confusión la envolvía. Su mente, aún aturdida por las cosquillas intensas, tardó un momento en procesar la situación. Descubrió que estaba sola, rodeada por la quietud del bosque. Sus pies descalzos sentían la frialdad del suelo.

Al mirar hacia abajo, notó una nota en las plantas de sus pies. La inscripción le hizo estremecerse: «Sabemos que eres muy cosquillosa en las plantas de tus pies. Si no quieres repetir esta tortura, más te vale que respondas en el futuro a todos nuestros requerimientos. Atentamente, El Maestro».

La agente, sintiéndose vulnerable y marcada por la experiencia, se levantó con cuidado. A pesar de la nota amenazante, la determinación brillaba en sus ojos. Con la certeza de que enfrentaría nuevos desafíos, Victoria se adentró en el oscuro bosque, consciente de que su lucha contra El Maestro apenas comenzaba. La historia de la agente cosquillosa tomaba un rumbo impredecible, marcada por la cicatriz de la tortura y la firme resolución de enfrentar lo que vendría a continuación.

Continuará…

Original de Tickling Stories

 

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