mayo 4, 2024

Tickling Stories

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Diario de un cosquilleador en serie – Parte 1

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 49 segundos

Eduardo después de trabajar durante mucho tiempo en una reconocida empresa del país, fue despedido sin justa causa, por lo que recibió una indemnización.

Con el dinero de su liquidación se compró un taxi y decidió trabajar, ganándose la vida transportando personas por la ciudad.

Eduardo tenía un secreto que nadie conocía. Era fetichista de cosquillas.

Toda su vida había vivido solo, pues no había encontrado una pareja que soportara que le hiciera cosquillas casi todo el tiempo. En su trabajo, algunas veces casi fue descubierto por ver videos de cosquillas los computadores de la oficina e incluso varias compañeras de trabajo lo denunciaron con recursos humanos por supuesto acoso sexual, porque cada que las notaba descuidadas les hacía cosquillas en la cintura, costillas, axilas, piernas e incluso cuando era más arriesgado, les hacía en los pies.

Comenzó a hacer viajes de taxi, sin embargo, las ganas de tener a una mujer vulnerable para hacerle cosquillas y satisfacer su fetiche; por esa razón casi siempre trabajaba en las noches.

Comenzó a recorrer las zonas de bares, discotecas y restaurantes de la ciudad, buscando posibles «víctimas» a las que pudiera cosquillear. Es por eso que se decidió en escribir un diario de sus «andanzas».

«Jueves 12 de Mayo»

El reloj marcaba la 1:35 am, como todos los días estaba recorriendo la zona de bares, discotecas y restaurantes de la ciudad. Justo cuando se estaba dando por vencido, una chica de aproximadamente unos 20 años de edad, en aparente estado de alicoramiento le hizo «señas» a su taxi para que se detuviera.

La chica se subió a su taxi y le pidió que la llevara a una dirección en las afueras de la ciudad (la zona residencial de estrato más alto de la ciudad). Eduardo emprendió sl camino. La pasajer iba en el asiento de atrás.

Eduardo tomó el camino de la circunvalar con el fin de evitar embotellamientos en semáforos y también para intentar hacerle cosquillas a su posible víctima. La pasajera preguntó por qué tomaba ese camino y Eduardo le respondió que era mucho más rápido por ahí.

La pasajera no le importó el comentario de Eduardo y comenzó a revisar su teléfono. Mientras miraba su dispositivo se quitó sus zapatos. Eduardo miraba de reojo.

La pasajera se estiró en la silla trasera y para poder estirar las piernas, colocó sus pies entre ambas sillas delanteras, haciendo que Eduardo notara los pies en una posición vulnerable.

Eduardo miró por el espejo retrovisor y vió que la pasajera estaba distraída revisnado su teléfono, así que se animó a pasar sus dedos por las plantas vulnerables de la pasajera, haciendo que ésta diera un salto y un poco aturdida por la sensación de cosquilleo no pudo sacar sus pies al tiempo de entre las sillas delanteras.

«Perdón señorita. Es cosquillosa?» – preguntó Eduardo.

«Jajajaja. Si soy cosquillosa.» – respondió riendo la pasajera.

Eduardo revisó en el mapa de waze el camino, con el fin de verificar el tráfico y notó que el camino estaba completamente desocupado, además sabía que en ese punto del camino la señal de celular era pésima. Activó un sensor que comenzó a emitir un pitido y a salir «humo» por la tapa del motor. Eduardo se aorilló en la carretera y le dijo a la pasajera que debía revisar que pasaba.

La pasajera un poco aturdida intentó utilizar su teléfono pero la señal era nula.

«Está todo bien?» – preguntó algo nerviosa la pasajera, quien ya había logrado devolver sus pies al espacio del pasajero en la silla trasera.

«Parece ser algo del motor. Estoy revisando.» – respondió Eduardo, mientras hacía que «revisaba».

Caminó por al lado del vehículo y de reojo analizaba a la pasajera, la cual se veía algo nerviosa. En el fondo sabía que no sería nada fácil hacerle cosquillas, pero su fetiche no lo dejaría continuar el viaje hasta el destino solicitado.

Abrió el baul del taxi ubicado en la parte rtasera del vehiculo y comenzó a «buscar» unas herramientas para supuestamente revisar el motor, sin embargo, al pasar por el lado del vehículo pudo ver el lugar exacto donde estaba sentada la pasajera, así que sin que ésta se diera cuenta introdujo sus manos a través de la silla y procedió a apretar las costillas y cintura de la pasajera.

La pasajera soltó una carcajada y trató de huir.

«JAJAJAJAJA AHHAHAHAHA AJAJJAJAJAJA»

En medio del cosquilleo la pasajera logró soltarse de las manos de Eduardo y se corrió hacia adelante.

Eduardo cerró la tapa del baul y caminó por el lado del vehiculo, pudiendo ver la cara de terror de la pasajera, quien continuaba desesperadamente intentando encontrar «señal» para pedir ayuda.

Es justo en ese momento de descuido de la pasajer que Eduardo abrió la puerta derecha del vehiculo, se metió a la «fuerza» y se tiró encima de la pasajera, haciéndole muchas cosquillas en la cintura, costillas y axilas.

La pasajera intentando forcejear, al final terminó «cediendo» y comenzó a reír a carcajadas.

«JAJAJAJAJA AHHAHAHAHA AJAJJAJAJAJA JAJAJAJAJA AHHAHAHAHA AJAJJAJAJAJA»

El reloj marcaba la 1:50 am. La pasajera aún continuaba riendo a carcajadas como producto de las cosquillas que estaba recibiendo en la parte superior de su cuerpo. Al final terminó cediendo en medio de un mar de risas.

Eduardo aprovechando que la pasajera había «cedido» y continuaba riendo en medio de un trance por las cosquillas, miró hacia abajo y vió que estaba sin zapatos, haciendo que se exitara de solo verla descalza. En un rápido movimiento le levantó ambos pies y con un brazo le hizo una llave, mientras que con la mano que tenía desocupada comenzó a hacerle muchas cosquillas en las plantas de los pies, haciendo que la pasajera estallara en carcajadas y gritos de desesperación.

«JAJAJAJAJA AHHAHAHAHA AJAJJAJAJAJA JAJAJAJAJA AHHAHAHAHA AJAJJAJAJAJA»

El reloj ya marcaba las 2:20 am.

La pasajera estaba sumergida en un trance  de sumisión y risas, mientras que Eduardo continuaba en su locura de cosquillear a la vulnerable mujer.

Sobre las 2:32 am, Eduardo veía como la risa de la pasajera disminuía, por lo cual optó por aplicar unas gotas de cloroformo en un pañuelo y colocarlo sobre la naríz de la pasajera, haciendo que ésta se desmayara.

Eduardo acomodó a la pasajera en la silla en una posición que pareciera dormida, cambió las placas de su vehiculo y emprendió nuevamente el camino para la dirección que le había entregado la usuaria antes de llevar a cabo su malévolo plan.

Sobre las 2:50 am llegó a la dirección indicada. Abrió la puerta del vehículo, se aproximó a la portería del conjunto y le pidió ayuda al vigilante de turno, diciéndole que la pasajera venía dormida porque estaba un poco ebria. Entre el vigilante y Eduardo la cargaron para llevarla dentro de la recepción del conjunto residencial.

Eduardo recibió el pago por parte del vigilante y emprendió su camino nuevamente en busca de ortas víctimas.

Continuará…

Original de Tickling Stories

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