mayo 3, 2024

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Diario de un cosquilleador en serie – Parte 3

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 32 segundos

Después de mucho tiempo en la sombras y oculto de las autoridades, volvió a aparecer Eduardo.

Jueves 20 de Julio

Eduardo decidió no salir a «cazar» posibles víctimas para hacerles cosquillas y satisfacer su fetiche. Vivía en un sector de la ciudad, en la cual la calle era algo oscura, con poca iluminación. En la cuadra dónde vivía, solo estaba habitada la casa dónde él vivía solo; así que al momento de sacar basuras solo era la casa de él dónde lo hacían.

Comenzó a plantear su nueva estrategia, los meses que estuvo «oculto», evitando ser descubierto y se planteó la idea de cosquillear a una recicladora que pasaba los días martes, jueves y sábados por su calle donde residía, recogiendo objetos de reciclaje.

La chica aparentaba unos 25 años aproximadamente, de tez trigueña, ojos miel, cabello tinturado entre rubio y café, de 1,65 mts de estatura, siempre iba en camiseta, guantes, jean ajustado a su cuerpo, gorra de beisbol hacia atrás y tenis. Bien arreglada además.

Comenzó a hacerle seguimiento para analizar a qué horas pasaba por su residencia los días que mencionamos anteriormente; y se dio cuenta, que la chica pasaba siempre a eso de las 6 pm, con su carreta, recolectando objetos de reciclaje, así que para poder llamar la atención de la chica, ideó un plan para tener varios objetos de reciclaje en su casa e invitarla a seguir para que pudiera «cargar» esos objetos dentro de su carreta y así fue como inició todo.

Ese jueves 20 de julio, día feriado en Colombia; Eduardo estaba pendiente que pasara la chica del reciclaje y efectivamente sobre las 6 pm. Para poder atraer a la chica, había colocado en su puerta objetos de reciclaje, para que ella se detuviera a recogerlos.

Justo en ese momento en que la chica estaba recogiendo los objetos, Eduardo salió de su casa.

«Hola buenas noches, veo que estás recogiendo los objetos de reciclaje, tengo dentro de mi casa muchos más, por si te interesa.» – Le comentó Eduardo a la chica.

La chica concentrada en su labora, saludó cortezmente a Eduardo.

«Buenas noches. Qué tantos objetos son?» – Saludó y pregunto la chica.

«Muchos. Si deseas, puedes estacionar la carreta dentro del garaje para que esté más segura y así te ayudo a cargarlos. Te parece?» – Respondió Eduardo.

La chica terminó accediendo a la solicitud de Eduardo; quizás pensando que si eran muchos objetos, evitaría tener que hacer un recorrido tan largo como los demás días. Entró su carreta al garaje, mientras Eduardo la invitó a seguir a su casa.

Llegaron a una habitación de unos 36 mts cuadrados dónde prácticamente estaba casi llena de muchos objetos para reciclar.

«Aquí es. Qué opinas?» – Le dijo Eduardo a la chica.

«Es mucho reciclaje. Creo que no podré llevarme todo eso hoy. Tendré que hacer varios viajes.» – Respondió la chica.

«Pues como te quede mas fácil. Mucho gusto soy Eduardo.» – Se presentó a la chica estirándole la mano.

«Soy Marce.» – Respondió la chica.

La chica comenzó a organizars las cosas que iba a recoger para llevarlos a su carreta, dándole la espalda a Eduardo, sin sospechar lo que éste tramaba.

Mientras se agachó a organizar cosas, Eduardo analizaba como abordar el tema de las cosquillas y es justo en ese momento que decidió aplicar lo más breve para «romper el hielo».

Eduardo se acercó por detrás de Marce y le picó la cintura en ambos costados con su dedos índices.

«Marce» – le dijo mientras le picó la cintura en ambos costados.

«Jajajaja» – Marce dio un saltó y soltó una carcajada.

«Oh perdón» – Se disculpó Eduardo, mostrando una cara de «apenado».

«Tranquilo, solo que tengo muchas cosquillas.» – Respondió Marce.

Esa frase prácticamente fue el detonante para Eduardo.

«Si? Eres cosquillosa?» – Preguntó Eduardo, sin demostrar que estaba desesperado por hacerle cosquillas desde hace mucho tiempo.

«Muy cosquillosa» – Respondió Marce, mientras continuaba organizando las cosas.

«Y dónde tienes cosquillas, si se puede saber?» – Preguntó Eduardo, aprovechando que ya había logrado que Marce entrara dentro de su círculo de las cosquillas. Solamente estaba a un paso de tenerla bajo sus dedos, haciéndola reír a carcajadas.

«Uy. Tengo cosquillas en todos lados. Soy muy cosquillosa. En la cintura, las costillas, las axilas, las piernas, los pies. En todo lado.» – Respondió Marce mientras seguía concentrada recogiendo y organizando las cosas.

Apenas tuvo el primer grupo de objetos organzados decidió llevar las cosas a la carreta, a lo cual Eduardo decidió ayudarla.

Nuevamente de regreso a la habitación del reciclaje…

«Pero supongo que tienes algún punto más cosquilloso que los demás?» – Preguntó curiosamente Eduardo.

«Ah si claro. La cintura» – Respondió Marce, mientars continuaba organizando el segundo grupo.

Eduardo deseaba que le hubiera dicho los pies, sin embargo, no podía quedarse solo con la respuesta de que «la cintura de Marce» era su punto más cosquilloso, por lo que se animó a preguntar por los pies.

«Eres más cosquillosa en la cintura que en los pies?» – Preguntó nuevamente Eduardo, tratando de hacer que MArce contara sus puntos débiles a un «Cosquilleador en Serie».

«Uy no. Los pies es lo peor.» – Respondió concentrada Marce.

«En serio? Eres más cosquillosa en los pies que en cualquier otra parte de tu cuerpo?» – Preguntó Eduardo.

«Si. En los pies es muy desesperante. Tu quieres que paren y la gente piensa que porque te estás riendo, entonces asumen que te estás divirtiendo. La sensación me produce demasiada risa, pero además un desespero, sobre todo por toda la planta. Subiendo y bajando por la planta desde los talones a los dedos, es muy desesperante.» – Respondió Marce.

«Y te hacen muchas cosquillas en los pies?» – Preguntó nuevamente curioso Eduardo.

«Si claro. Mis sobrinos y mis hermanos pequeños.» – Respondió Marce.

En ese momento Eduardo sabía que debía hacer lo que estuviera a su alcance para hacerle cosquillas a Marce, antes que se retire de su lugar de residencia; y sin permitir que la recicladora tuviera una pronta respuesta o pudiera defenderse, comenzó a hacerle cosquillas en la cintura, aprovechando la posición vulnerable en la que ésta se encontraba.

Marce estaba en cuclillas.

«Veamos que tan cosquillosa eres» – Le decía Eduardo, mientras apretaba la cintura de Marce, quien como producto del ataque de cosquillas cayó al suelo retorciéndose de la risa.

«Jajajajajajajaja no por favor jajajajajajajaja» – Marce reía y suplicaba, mientras se movía como un resorte intentando huir de las cosquillas.

Aprovechando el estado de éxtasis en el que se encontraba la recicladora como producto de las cosquillas que estaba recibiendo, Eduardo retiró rápidamente los tenis y medias de Marce.

Rápidamente hizo una llave con su brazo izquierdo, mientras que con su mano derecha comenzaba a cosquillear ambos pies. La reacción de Marce no se hizo esperar estallando en carcajadas.

«JAJAJAJAJAJAJAJAJA JAAHAHAHHAHAJAJAJA» – Reía a carcajadas Marce, mientras movía sus pies de un lado a otro intentando huir del ataque de cosquillas.

Eduardo se encontraba en un trance mientras le hacia cosquillas a los hipercosquillosos pies de la recicladora Marce, sin piedad alguna.

Justo cuando ya la risa y gritos de Marce se tornaban algo roncos, fue en ese momento cuando Eduardo salió del trnace en el que se encontraba; decidió alternar las cosquillas con lambidas a los dedos y plantas de Marce, además de pequeños mordiscos a las plantas.

Después de unos minutos más, por fin se detuvo Eduardo.

«Y bien? Antes que digas algo, debo disculparme por esto. Lo siento mucho. De verdad.» – Dijo Eduardo justo después de dejar de hacerle cosquillas a Marce.

«Por qué esa disculpa?» – Preguntó Marce aún tomando aire.

«Pues por tomarte de sorpresa y atacarte a cosquillas en todo tu cuerpo» – Respondió con asombro Eduardo.

«En ningún momento opuse resistencia o si? Además yo me di cuenta que tenías un fetiche con las cosquillas, cuando me preguntaste todo eso. Simplemente te dejaste llevar» – Le dijo Marce.

«Ah… ok…» – Respondió Eduardo.

Marce se colocó sus medias y tenis, terminó de recoger todas las cosas que le ofreció Eduardo, las subió a su carreta y se retiró.

Antes de irse se despidió de Eduardo y le susurró algo al oído.

«Estoy dispuesta a repetirlo»

Continuará…

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