mayo 1, 2024

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El cosquilleador en serie (parte 2) – Fanfiction

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 36 segundos

La historia comienza con el final de la parte 1. 

Los periódicos y demás medios de comunicación de la ciudad anunciaban la desaparición de la Teniente Martínez y señalaban como principal sospechoso del hecho a «EL», debido a que la teniente se encontraba realizando una investigación sobre ese individuo.

No duró mucho la calma, hasta que «EL» volvió a «atacar» y esta vez su víctima fue una joven aventurera varada en medio de la carretera en su pequeño vehículo, un volkswagen escarabajo, modelo antiguo.

«EL» se detuvo cerca de la joven mujer y le preguntó si necesitaba ayuda a lo que la joven mujer, muy amablemente le comentó que se había varado y no tenía minutos en su celular para llamar una grúa que la remolcara, hasta el pueblo más cercano.

El misterioso hombre, muy amablemente le dijo que se subiera al auto y él la llevaba a ella y a su carro varado, al pueblo más cercano, de manera que pudiera encontrar un mecánico que la desvarara. La inocente mujer se subió al auto del «cosquilleador en serie», sin sospechar un solo instante de las cosas que le ocurrirían en las próximas horas.

Emprendieron el camino al pueblo más cercano a unos 45 minutos de distancia. Durante el viaje, el «amable hombre» empezó a conversar con la inocente mujer, sobre varios temas, con el fin de hacer el viaje un poco ameno. Después de unos 15 minutos de conversación, el «amable hombre» tocó el tema obligado de todo fetichista.

Amable Hombre: puedo preguntarte algo sin que te moleste?

Inocente Mujer: claro que sí, no hay problema.

AH: tienes cosquillas?

IM: por qué?

AH: simple curiosidad.

IM: si, soy muy cosquillosa.

AH: ah ya.

IM: por qué piensa que me puede molestar esa pregunta? La verdad no la considero fuera de lo común.

AH: porque la mayoría de las veces a quienes les he preguntado, se molestan por la pregunta.

IM: pues, para nada me molesta esa pregunta a mi, al contrario, me pareció divertida… jajajaja.

AH: oye, cuántos años tienes?

IM: tengo 23 años y tú?

AH: yo tengo 40 años.

IM: no los aparentas.

AH: eso me han dicho… volviendo al tema de las cosquillas… en qué partes tienes cosquillas?

La inocente mujer, comenzaba a sospechar un poco, sin embargo, no le restaba tanta importancia a las preguntas que le hacía el hombre y decidió no ponerle malicia y contestar cada pregunta.

IM: tengo cosquillas en todos lados, soy demasiado cosquillosa.

AH: interesante y supongo que debes tener más cosquillas en alguna parte de tu cuerpo, verdad?

IM: claro que si, cómo todo el mundo. Yo por ejemplo soy muy cosquillosa en los pies y las axilas. No soporto que me toquen esas partes de mi cuerpo.

AH: vea pues y si te dijera que me gustaría hacer cosquillas, qué me responderías tu?

IM: que me daría mucha risa, además no creo que me deje hacer cosquillas y menos de ti.

AH: por qué no?

IM: porque no te conozco y no se quién eres…

AH: ah por eso… es muy simple, me presento… Soy conocido como «EL» o también como el «cosquilleador en serie», y me la paso por todo el país buscando mujeres cosquillosas, para hacerles cosquillas por bastante tiempo seguido…

IM: qué? es en serio?

AH: así es y hoy tu te has convertido en mi siguiente víctima de cosquillas, sólo te queda seguir en el vehículo y esperar a ser torturada con cosquillas.

IM: déjame salir, por favor… llamaré a la policía…

La inocente mujer, intentó sin éxito abrir las puertas del vehículo y hacer llamadas de emergencia a las autoridades, sin embargo, el hombre amable, se había convertido en el «torturador de cosquillas» y con la misma voz amable, le dijo que todos sus esfuerzos eran en vano, no podía escapar de una terrible sesión de cosquillas y mucho menos utilizar su teléfono, porque el vehículo contaba con un sistema que bloquea la señal de cualquier teléfono celular. Dicho todo ésto, por la rejilla del aire acondicionado del puesto del copiloto, salió un gas que poco a poco fue dejando inconsciente a la pobre mujer.

Al cabo de una hora, la mujer despertó atada y acostada en una especie de X, de pies y manos, sin zapatos, sin calcetines, sin chaqueta. Únicamente traía consigo un short de jean muy cortico y una camisilla tipo esqueleto que dejaba ver completamente sus suaves axilas y cintura.

AH: hola querida… que alegría ver que ya despiertas…

IM: suélteme por favor, haré lo que me diga, pero por favor no me haga cosquillas, por lo que más quiera…

AH: tranquila, tus súplicas serán en vano, te prometo mucha risa.

La joven mujer un poco asustada y nerviosa comenzó a gritar…

IM: AUXILIOOOOOOOOO…

AH: por favor no grites, porque primero nadie en 50 km a la redonda te va a escuchar y segundo, guarda energías para la sesión de cosquillas, porque la vas a necesitar mucho.

Y dicho ésto, el «cosquilleador en serie» comenzó a torturar a la joven mujer, primero haciéndole cosquillas en las suaves y descubiertas axilas, continuando por las costillas, hasta llegar a la cintura. Así continuó una y otra vez, subiendo y bajando desde la cintura hasta las axilas, ida y vuelta. La joven mujer gritaba, lloraba, se movía de una lado a otro, daba saltos y reía a carcajadas.

IM: hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… hahahahaha… jajajajaja… hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… hahahahaha… jajajajaja… hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… hahahahaha… jajajajaja…hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… hahahahaha… jajajajaja… hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… hahahahaha… jajajajaja…hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… hahahahaha… jajajajaja…

La tortura continuó por cerca de 1 hora y se detuvo cuando vio que la joven estaba completamente exhausta y a punto de desmayarse. Justo en ese momento, bajó y comenzó a hacerle cosquillas en los muslos y piernas, hasta llegar a los tobillos, eso sí, sin tocar los pies por completo. La tortura comenzó nuevamente y las risas y saltos de la joven mujer también.

IM: jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… jajajajajajaja… jajajajaja… jajajajajajaja… 

Después de otra larga hora de cosquillas, donde además de torturarle las piernas a la joven, también se deleitó haciéndole cosquillas en la cintura, costillas y axilas. El «cosquilleador en serie» se detuvo, salió de la habitación y se dirigió a otra habitación a buscar un maletín, en el cual guardaba plumas, pinceles, cepillos de dientes, peinillas, peines, tenedores y otros diferentes tipos de cepillos.

Mientras tanto la joven mujer intentaba tomar aire y trataba de pensar en como escapar de la «prisión de cosquillas» en la cual se encontraba recluida.

Al entrar nuevamente a la habitación, el verdugo vio que su víctima estaba haciendo esfuerzos para intentar escapar y éste le dijo que ahorrara esfuerzos nuevamente porque la sesión se ponía mejor con los elementos que iba a utilizar en sus delicados e hipercosquillosos pies. Dicho ésto, la joven mujer comenzó a pedir piedad y a gritar.

IM: esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… 

AH: nos vamos a divertir mucho tiempo aquí contigo, mis amigos (se refería a los elementos de tortura) y yo… jajajaja… 

IM: esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… esperaaaaaaa… hahahahaha… paraaaaaaa… jajajajaja… hahahahaha… jajajaja… esperaaaaaa… 

La joven mujer continuó gritando y pidiendo piedad, por varias horas más hasta que su verdugo decidió que ya era momento de liberarla, no sin antes advertirle que si hablaba con alguien sobre lo sucedido, la encontraría y esta vez no la dejaría en libertad por lo menos durante 6 meses mínimo de tortura de cosquillas. La joven mujer aceptó el trato y salió despavorida de la casa donde estuvo retenida por 3 días, recibiendo cosquillas sin piedad en cada rincón de su cuerpo. 

Con la liberación de la joven mujer, el «cosquilleador en serie» comenzó a dejar cabos sueltos, lo cual sería aprovechado por las detectives que estaban investigando la desaparición de muchas mujeres, las cuales estaban siendo cargadas a él como principal sospechoso.

En los próximos capítulos veremos el desenlace de la historia.

 

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