abril 29, 2024

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El cosquilleador en serie (parte 3) – Fanfiction

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 53 segundos

La historia inicia con a liberación de la chica que estuvo secuestrada a manos del «cosquilleador en serie» durante 3 días.

La joven mujer estuvo encerrada en su casa, intentando olvidar los 3 días de tormento a los que estuvo sometida, siendo cosquilleada desde la cabeza a los pies, mientras estaba atada de pies y manos sobre una mesa de torturas. Después de unos días por fin decidió salir al mundo real, no sin antes ser un poco más precavida y desconfiando de todas las personas de su alrededor.

Al cabo de unos 5 días, salió de su apartamento, pues la vida debía continuar y debía seguir con sus labores diarias. Fue así como pasados un par de días, decidió contarle a su mejor amiga lo sucedido y ésta le aconsejó que contactara a las autoridades competentes, porque en todos los medios nacionales decía que se ofrecía una recompensa a quien diera información sobre el «cosquilleador en serie» que tenía azotadas a las mujeres no sólo de la ciudad de Bogotá, sino también, a las mujeres de todo el país.

Natalia le hizo caso a su amiga Karol y juntas se dirigieron a la estación de policía más cercana, donde solicitaron conversar con una mujer policía, debido a que Natalia no se atrevía a contarle a ningún hombre lo que había sucedido. En ese momento las atendió en su despacho la Teniente Patricia Pinzón, una oficial de la policía colombiana, altamente entrenada para encontrar secuestradores y además se había especializado en atrapar y descubrir hombres dedicados a este tipo de actividades criminales.

La Teniente Pinzón atendió y tomó nota de cada uno de los hechos relatados por Natalia, sobre todo porque ella llevaba el caso de la desaparición de su compañera y amiga la Teniente Paola Martínez, mientras investigaba el caso del «cosquilleador en serie». La Teniente Pinzón había recibido un breve video de su amiga la Teniente Paola Martínez, recibiendo cosquillas.

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La Teniente Patricia vivía atormentada de saber que su mejor amiga, estaría sufriendo en algún lugar del país, siendo torturada todos los días con cosquillas; así que tomó nota de cada uno de los hechos narrados por la única víctima que había logrado ser liberada del «cosquilleador en serie» o «El Tickler» como lo conocían y habían apodado todos los medios del país.

Apoyada en las evidencias y pistas recolectadas, la Teniente Patricia se despidió de las dos amigas que fueron a contar lo ocurrido a una de ellas; tomó las llaves de su vehículo y emprendió su camino con rumbo hacia el sitio en el que ella creía que podía estar su amiga. Después de conducir por casi 1 hora, la Teniente Patricia vio al lado de la carretera una especie de camino destapado, muy similar a las indicaciones que había entregado la joven Natalia en la declaración que rindió en la comisaría. Giró el vehículo y se adentró en el camino con rumbo desconocido, esperando quizás llegar al lugar que le había indicado la joven Natalia.

Al cabo de unos 18 minutos de conducir en medio de la nada a través del camino destapado, encontró al final de éste, una casa muy similar a las indicaciones de la joven Natalia. La Teniente Patricia descendió de su vehículo, desenfundó su arma y se dirigió de manera cautelosa hacia el interior de la casa.

Teniente Patricia: hola, hay alguien en casa?

La Teniente Patricia llamó varias veces pero nadie contestó a su llamado, así que procedió a entrar a la casa. Había dado unos cuantos pasos en el interior de la vivienda, cuando de un momento a otro recibió un golpe que la dejó inconsciente. Al despertar se vio atada de pies y manos, inmovilizada sobre una mesa de madera, gritó pidiendo ayuda y nadie respondió, levantó su cabeza y pudo ver que estaba sin zapatos y sin calcetines.

De un momento a otro apareció un hombre que se identificó como «El Tickler», así que la Teniente Patricia comenzó a sudar frío, porque sabía que entraría a ser una víctima más del «cosquilleador en serie».

Tickler: hola Teniente Patricia.

Teniente Patricia: suéltame y entrégate.

Tickler: creo que no estás en una buena posición para exigir. Es más creo que lo mejor es darte una buena dosis de cosquillas para que recapacites sobre tus peticiones.

En ese momento «El Tickler» comenzó a rascar las plantas de los pies de la Teniente Patricia, lo que ocasionó que ésta estallara en risas a carcajadas.

Teniente Patricia: jajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajaja… hahahaha… jajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajaja…

La Teniente Patricia reía como loca mientras que «El Tickler» se deleitaba haciéndole muchas cosquillas en cada rincón de sus hipercosquillosos pies. Movía sus delicados pies de un lado a otro, además de arquear las plantas de los pies, intentando huir de las incesantes cosquillas que estaba recibiendo.

De un momento a otro, sin darse cuenta de lo que pasaba, la teniente pasó de sentir cosquillas en los pies, a empezar a sentir cosquillas en la cintura, costillas y axilas. La pobre teniente parecía un gusano revolcándose sobre la mesa, intentando huir de las cosquillas. Lo único que hacía la pobre mujer era reír y reír a carcajadas.

Teniente Patricia: jajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajaja… hahahaha… jajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajaja…

Justo cuando ya estaba a punto de perder el conocimiento, hubo una breve pausa en la «tortura de cosquillas», así que la teniente abrió sus ojos y vio que la habitación en la que se encontraba, estaba completamente a oscuras. La teniente comenzó a gritar y pedir auxilio.

Teniente Patricia: auxilioooooo… ayudaaaaaa…

Tickler: no grites en vano, porque nadie va poder venir a ayudarte.

En ese momento, en medio de sus gritos de desespero y ayuda, comenzaron nuevamente las cosquillas en las plantas de los pies, aśi que a la teniente Patricia no le quedó otra que reír a carcajadas.

Teniente Patricia: jajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajaja… hahahaha… jajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajaja…

Las cosquillas continuaron por cerca de 1 hora más, hasta que la teniente perdió el conocimiento.

A la mañana siguiente despertó en su lugar de residencia, recostada en un sofá ubicado en su sala; no recordaba como había llegado a su casa, así que lo primero que hizo fue revisar todos sus bolsillos en busca de algo que le hiciera recordar por lo que había pasado.

La teniente Patricia se encontraba revisando sus bolsillos cuando escuchó que la voz de una persona conocida en una de las habitaciones de su casa y al entrar a la habitación, vio en la cama con las manos y pies atados en las muñecas y tobillos, además de una benda en los ojos. Era su amiga la teniente Paola.

Teniente Paola: auxilioooo…

La teniente Patricia se acercó a quitarle la benda de los ojos y fue en ese momento que ambas amigas lloraron al reencontrarse.

Teniente Patricia: hola Paola, sabes como llegamos acá?

Teniente Paola: lo último que recuerdo fue que me subieron a un vehículo y cuando recuperé la conciencia estaba acostada aquí en esta cama… un momento, esta es tu habitación, cierto?

Teniente Patricia: si, es mi casa… oye un momento, tienes algo en la planta de los pies.

La teniente Patricia le señaló la planta de los pies a la teniente Paola y pudieron ver una nota que tenía escrita la cual decía lo siguiente: «Cuando veas esta nota, recordarás la cantidad de cosquillas a las que fuiste sometida. Y recuerden, las tengo muy vigiladas, a la más mínima noticia de ustedes, en la que vea que vuelven a investigarme, las encontraré en cualquier rincón del país y las traeré nuevamente a mi sede para ser castigadas con cosquillas».

A ambas amigas les pareció extraño la nota.

Teniente Paola: por qué dice la nota «las tengo vigiladas»?

Teniente Patricia: solo hay una manera de averiguarlo.

La teniente Patricia se quitó sus botas y calcetines, y procedió a revisarse los pies. Para su sorpresa, también tenía escrita la misma nota en las plantas de los pies. Ambas tenientes siguieron al pie de la letra la nota escrita en sus pies y procedieron a cerrar el caso.

La teniente Patricia fue condecorada por haber rescatado a su amiga y además informó que el secuestrador había sido dado de baja, durante el operativo en la cual, ella se encaminó sola y rescató a su amiga, gracias a las indicaciones de la joven víctima Natalia.

Tiempo después volvió a llegar una nueva denuncia al escritorio de la teniente Paola, en la cual indicaban que un «secuestrador» con las mismas características de «El Tickler», estaba secuestrando mujeres. La teniente le informó a su amiga Patricia y tal como decía la nota en sus pies, hicieron caso omiso. Nunca más volvieron a investigar un caso similar y siguieron sus vidas profesionales normalmente.

Esta historia continuara…

 

 

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