abril 27, 2024

Tickling Stories

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Mi experiencia como ticklee (parte 34)

Tiempo de lectura aprox: 9 minutos, 9 segundos

Prácticamente esta historia se divide en 3 capitulos, los cuales voy a documentar en esta misma publicación. La experiencia como ticklee que voy a narrar me sucedió trabajando como niñera de un adolescente de 15 años de edad en un edificio de apartamentos en Londres (Inglaterra).

Capitulo 1

Vivo en estos momentos en Londres (Inglaterra), en un edificio de 15 pisos. Prácticamente hay 2 apartamentos por piso. El apartamento en el que vivo en el último piso, está justo en frente del apartamento de mis vecinos, una pequeña familia conformada por un padre, una madre y un adolescente de 15 años.

Martes tipo 7 pm, sonó el timbre en mi puerta. Abrí y vi a mi vecina.

«Ah hola Angélica, en qué te puedo ayudar?» – Le pregunté a mi vecina.

«No te pediría este favor, sino tuviera a alguien más; mi esposo esta de viaje y debo salir a una reunión de negocios. Podrías cuidar a mi hijo Daniel? Él tiene 15 años, es un adolescente. Te pagaré.» – Respondió mi vecina Angélica.

Ya estaba en mi momento de descanso; así que terminé aceptando a regañadientes. Le dije a mi vecina que me esperara unos 20 minutos, mientras me arreglaba un poco. Al cabo de ese tiempo, crucé el pasillo y toqué el timbre de la puerta de mis vecinos. Abrió mi vecina.

«Hola Emily, gracias por ayudarme. Me voy.» – Mi vecina se despidió y se fue.

Entré a su departamento, muy parecido al mío. Fui a la cocina, preparé un sanduche y tomé una soda de dieta. Me fui al estudio a ver TV. Mientras estaba allí, al cabo de unos 10 minutos apareció el adolescente.  Se sentó en el sofá donde yo estaba y comenzó a conversar conmigo.

«Así que tu eres Emily nuestra vecina. Supongo que serás mi niñera, cierto?» – Me comentó Daniel, el joven adolescente de 15 años.

«Hola si. Efectivamente seré tu niñera.» – Respondí queriendo ser amable.

«Tengo que decirte algo. Tengo un fetiche por las cosquillas. Me gusta hacerlas y recibirlas.» – Me comentó Daniel.

«Y eso qué?» – Le pregunté con curiosidad.

Daniel se quitó sus zapatos y medias, quedando descalzo y se recostó sobre el sofá.

«Hazme cosquillas y después te las haré yo a ti en tus pies.» – Replicó Daniel.

«Por qué en mis pies?» – Pregunté con algo de curiosidad.

«Porque las mujeres mayores como tu, tienen cosquillas en los pies» – Respondió muy seguro Daniel.

Contra todos los pronosticos, accedí a sus pretenciones y comencé a hacerle cosquillas en las axilas, cintura y pies. al cabo de unos 5 minutos me detuve, porque Daniel estaba casi convulsionando por las cosquillas. Resultó que el hijo de mi vecina es hipercosquilloso. Sin embargo, apenas dejé de hacerle cosquillas, se sentó tratando de tomar aire y me dice apenas estuvo recuperado: «Es tu turno».

Sentí algo de escalofríos, pero terminé aceptando el «reto».

«Qué debo hacer?» – Pregunté con curiosidad.

«Recuestate boca abajo en el sofá y coloca los pies en el apoya brazos.» – Me solicitó amablemente Daniel.

Accedí a su slicitud, no sin antes preguntarle si debía quitarme mis zapatos; a lo que me respondió que él lo hacía. Procedí a acostarme boca abajo en el sofá, apoyando mis pies en el apoya brazos.

«Lista?» – Me preguntó Daniel.

La verdad debo confesar que nunca estoy lista para las cosquillas en mis pies. Daniel me retiró los tenis, al igual que mis medias. Justo en ese momento sentí nervios, sobre todo cuando el frío del ambiente recorrió mis vulnerables e hipercosquillosas plantas.

Al momento que Daniel pasó la punta de sus dedos índices sobre cada una de mis plantas, no pude evitar soltar una carcajada. – «JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA»

«Si que eres cosquillosa. Me voy a divertir un rato contigo.» – Decía Daniel en medio de una risa malévola.

Y al terminar de decir esa frase, comenzó a mover sus dedos sobre mis plantas, produciéndome unas terribles cosquillas y haciéndome soltar una carcajada. –  «JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA»

Mientras yo reía a carcajadas, Daniel estaba «encarnizado» moviendo sus 10 dedos de las manos sobre las plantas de mis pies, las cuales movía en todas las direcciones posibles, tratando de evitar el cosquilleo como fuera posible.

«No muevas tanto los pies.» – Me decía Daniel en medio de las cosquillas.

«JAJAJAJAJAJA TENGO MUCHAS COSQUILLAS JAJAJAJAJAJAJAJJAJA» – Respondía yo en medio de las carcajdas.

Al cabo de unos 20 minutos aproximadamente, yo me encontraba sudada completamente y cansada de tanto reírme; mientras que Daniel se detuvo completamente de hacerme cosquillas en los pies.

«Oye! eres más cosquillosa que yo.» – Me dice Daniel apenas termina de hacerme cosquillas.

«Soy muy cosquillosa en las plantas de los pies.» – Le respondi.

Me senté en el sofá y lo primero que hice fue pasarme las palmas de mis manos por las plantas de ambos pies, para tratar de eliminar la sensación de cosquilleo. Tenía ambas plantas de un color rojizo. Me coloqué las medias y los tenis, fui al baño a arreglarme y no estar despeinada y sudada para cuando llegara mi vecina.

Al cabo de un tiempo prudente, mi vecina llegó; preguntó como se había portado Daniel, a lo que respondí dándole una mentira a su madre, diciéndole que se había portado bien. Mi vecina me pagó y me fui a mi departamento.

Capitulo 2

Miércoles 3 pm. Justo en ese momento llegaba a mi departamento; me encontraba abriendo la puerta con mis llaves, cuando de la «nada» apareció mi vecina Angélica.

«Hola Emily, disculpa que te pregunte. Vas llegando o vas saliendo?» – Me pregunta mi vecina.

«Voy llegando. Por qué? Qué necesitas?» – Le respondí con pregunta y creo que ese fue mi error.

«Tengo que salir de urgencias. Podrías quedarte un rato con Daniel? Me comentó que si lo iba a dejar a cargo de alguien, que fuera contigo, porque se siente seguro. Puedes ayudarme? Te pagaré.» – Me pidió amablemente Angélica.

Yo estaba llegando de hacer unas diligencias, iba en jean ajustado, zapatos de tacones altos sin medias, camisa y chaqueta de cuero; así que no entré a mi apartamento, sino que terminé cruzando al apartamento de Angélica. Mi vecina se fue, tomó el ascensor y se fue a hacer su diligencia urgente.

Al entrar al apartamento, Daniel estaba sentado en la mesa del comedor haciendo tareas.

«Ah hola, veo que volviste por más.» – Me dijo en tono burlón Daniel.

«Perdón?» – Le respondí yo en tono desafiante.

«Vengo a ayudarte con tus tareas.» – Le comenté a Daniel.

Me senté a su lado, con la pierna izquierda cruzada bajo la pierna derecha, de tal manera que el pie izquierdo me quedó colgando casi debajo de mi gluteo derecho y algo retirado del alcance de Daniel, para evitar que me hiciera cosquillas nuevamente; sin embargo, no pude lograr mi cometido.

«Quítate los zapatos!» – Me dice Daniel en un tono de darme órdenes.

«Por qué me tengo que quitar mis zapatos?» – Le pregunté.

«Para poder hacerte cosquillas en los pies» – Me responde desafiante Daniel.

«Usted jovencito tiene que hacer tareas y hoy no habrán cosquillas.» – Le respondi.

Daniel hizo cara como de puchero y siguió haciendo sus tareas. Lo que nunca imaginé es que realmente estaba tramando en su cerebro la estrategia para quitarme mis zapatos y hacerme cosquillas en los pies.

Al cabo de unos minutos se levantó de la mesa. Yo mientras seguía entretenida viendo mi celular.

«Voy a traer unas cosas de mi habitación. Ya regreso.» – Me comentó Daniel.

En ese momento como me dijo que iba a su habitación a traer algo para sus tareas, continué entretenida en mi celular y con la guardia baja.

Es justo cuando me toma desprevenida, se me tira por detrás sobre mi pierna derecha y en un acto, con movimientos de «felino», me quita el tacón izquierdo y comienza a hacerme cosquillas en la planta del pie, haciéndome soltar una carcajada.

«JAJAJAJAJAJAJA»

«Lo logré. Te quité tu zapato.» – Me comentó Daniel, quien se levantó rápidamente y se alejó de mi con mi tacón izquierdo en su mano.

«Dame mi zapato por favor. Así no se vale.» – Le dije a Daniel, en tono algo molesta.

Con tono algo molesto, le solicité a Daniel que me devolviera mi zapato e incluso le dije que sino me lo entregaba le decía a su mamá lo que me había hecho.

«Sino me devuelves mi zapato, le diré a tu mamá lo que has hecho estos días.» – Le hablé con tono molesto.

Daniel simplemente ignoró mi orden y se rió de su asaña. Se sentó en el otro extremo de la mesa a continuar su tarea. Al cabo de un ratom me distraje nuevamente y no pude ver a dónde se había metido Daniel. Voltee a todos lados y no lo veía por ninguna parte. Jamás sospeché que podía estar asechándome bajo la mesa.

Sin darme cuenta de los movimientos que estaba haciendo bajo la mesa, me cayó por sorpresa a mis pies; comenzó a hacerme cosquillas en el pie izquierdo, mientras que rápidamente me quitó el zapato del pie derecho.

Yo en medio de mi lucha con él y mis risas para tratar de quitármelo de los pies, no pude hacer nada para evitar que me quitara el zapato del pie derecho.

«Ya tengo tus dos zapatos.» – Me mostraba ambos zapatos como trofeos.

«Qué haras con ellos? Te los vas a poner?» – Le preguntaba en tono desafiante.

«Ya sabes cuál es la única condición para darte tus zapatos. Te dejas hacer cosquillas en tus pies y te los entrego.» – Me respondió Daniel, también desafiándome.

«Sabes que no puedo. Porque tengo muchas cosquillas y además no has hecho tareas.» – Le respondí en tono algo jocoso.

«La condición es una sola. Te dejas hacer cosquillas en los pies y te doy tus zapatos.» – Me respondió Daniel.

Le peditque hiciera juicioso su tarea y mirábamos como transcurría todo. Así que me volví a distraer nuevamente en mi celular sin notar que se había escondido bajo la mesa del comedor a asecharme mis cosquilludos pies.

Justamente sobre las 5 PM, revisé mi reloj y me di cuenta que ya casi era hora de irme a mi departamento; hice un movimiento como para levantarme de la mesa y fue en ese pequeño instante, cuando estoy levantandome de la mesa que Daniel se me tira encima de mis piernas, agarrándomelas con una llave en sus brazos y con la otra mano me hace cosquillas en las plantas de mis pies. Mi reacción no se hizo esperar.

«JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA» – Solté una carcajada.

Afortunadamente para mí las cosquillas fueron breve. Solo unos 5 minutos y Daniel se levantó.

«Te lo dije. Aquí están tus zapatos.» – Me dijo Daniel apenas dejó de hacerme cosquillas en mis pies.

Daniel me entregó mis tacones, los cuales me coloqué y me levanté de la mesa. Cursiosamente unos 20 minutos después de este suceso, llegó mi vecina Angélica. Nos despedimos, me pagó lo acordado y me fui a mi departamento.

Capitulo 3

Viarnes 8 am. Había salido temprano al gym como de costumbre todos los días. Al llegar a la salida del edificio me encontré con mi vecina Angélica.

«Buenos días Angélica. Cómo estás?» – Saludé a mi vecina cortezmente.

«Buenos días Emily. Bien gracias. Tienes disponibilidad el día de hoy?» – Me preguntó mi vecina.

«Pues, voy saliendo al gym a hacer ejercicios. Me demoro por ahi una o dos horas aproximadamente. Por qué?» – Le respondí a mi vecina.

«Daniel no tuvo clases el día de hoy. Podrías hacerme el favor de cuidarlo ahora en la mañana? Yo regreso por ahi a las 3 pm.» – Me solicitó el favor mi vecina.

«Ok, esta bien. Cuando regrese sobre las 10 am, paso por tu casa para ver como está. Te parece?» – Le respondí a mi vecina.

«Gracias.» – Contestó ella.

Sinceramente hubiera preferido no haberme encontrado con mi vecina ese día. Pero las cosas pasan porque tienen que pasar.

A eso de las 10 am regresé al edificio, llevaba shorts, camiseta deportiva con tecnología dri-fit, medias tobilleras y tenis para correr. Además tenía mi ipod, smartwatch, botellita de agua y por obvias razones, venía sudada.

Subí al piso 15, me dirigí a la puerta de mi vecina, antes de entrar a mi departamento y toqué el timbre. Abrió Daniel.

«Hola. qué pasa?» – Me pregunta Daniel.

«Buenos días Daniel. Tu mamá me pidió el favor que estuviera pendiente de ti.» – Le respondi amablemente.

«No se porqué mi mamá insiste en que me cuides, si ya tengo 15 años.» – Respondió a regañadientes Daniel.

«Bueno mira, voy a estar en mi departamento, si algo cruzas el pasillo. La puerta quedará sin seguro, asi que puedes ingresar cuando desees.» – Le respondi a Daniel y me giré a mi departamento, mientras él cerraba la puerta del suyo.

Entré a mi departamento, me preparé un batido energético para reponer las energías gastadas durante mi jornada de ejercicios. Me tomé el batido y subí a mi habitación. Me quité los tenis y las medias; para recostarme en mi cama boca abajo, mientras leía en mi kindle y escuchaba música con los audífonos en mi ipod, para reposarme un poco y darme una ducha.

En la posición en la que me encontraba acostada en mi cama, prácticamente le estaba dando mi espalda a la puerta, así que no pude darme cuenta en qué momento ingresó Daniel a mi departamento y se posó en la puerta de mi habitación.

Era una oportunidad perfecta para él, para aprovechar y hacerme cosquillas; lo cual, seguramente tramó desde el momento en que se posó en la entrada de mi habitación.

Sin que me diera cuenta, Daniel se tiró encima de mi por mi espalda y procedió con un ataque de cosquillas sin piedad alguna en mis axilas, costillas y cintura. Mie reacción no se hizo esperar, haciéndome estallar en carcajadas.

Me revolcaba como loca en mi cama, tratando de quitármelo de encima, mientras que él seguía encarnizado cosquilleándome las axilas, costillas y cintura sin piedad alguna.

«JAJAJAJAJAJAJAHAHAHAHAJAJAJAJA» – Yo solo reía a carcajadas, mientras Daniel sin decir una palabra, me hacia cosquillas.

Sin saber cómo hizo, Daniel giró sobre mi espalda y con sus piernas y brazos, le hizo una llave a mis piernas, de tal manera que me las dobló hacia arriba, dejando mis plantas al alcance de sus manos, para comenzar a hacerme cosquillas sin piedad alguna en mis pies.

Daniel movia sus dedos con las yemas y uñas sobre mis vulnerables plantas, mientras que yo lo único que hacia era reír a carcajadas.

No se en que momento se le pasó a Daniel por su cabeza la idea de comenzar a lamerme las plantas mientras, seguía moviendo sus dedos, haciéndome cosquillas; sin embargo, lo peor llegó cuando en lugar de lamérmelas, comenzó a morderme los pies en todos los rincones de éstos.

Los mordiscos iba y venían en los talones, la base de los dedos, los lados externos de los pies, los arcos, los dedos, las plantas. Las sensaciones de estos mordiscos eran demasiado intensas, sobre todo en las plantas de mis pies.

Cada mordisco de Daniel sobre las plantas de mis pies, me producían unas cosquillas intensas, desesperantes e indescriptibles; que además me producían carcajadas incesantes.

Sinceramente no se cuánto tiempo pasó, desde el inicio del ataque de cosquillas.

Daniel simplemente se detuvo por si solo, pese a que yo supliqué muchas veces a que se detuviera. Al detenerse, él mismo me dijo que habían pasado caso 40 minutos, sin embargo, para mi fue mucho más tiempo. Fue una eternidad.

Me senté sobre mi cama a revisarme los pies. Los tenía rojos por los mordiscos que me pegó Daniel, además que teníala marca de sus dientes sobre mis plantas.

«Por qué me mordiste las plantas?» – Le pregunté a Daniel.

«Te gustó o te dolió?» – Me respondió con una pregunta.

«Me dio mucha risa. Demasiadas cosquillas, me produjeron esos mordiscos en las plantas de los pies.» – Le respondi a Daniel.

«Lo siento la verdad. Pero desde el primer día que te hice cosquillas en los pies, quería hacerlo y sabía que si te lo solicitaba no ibas a acceder a esa petición, así que decidí hacerlo por mi mismo.» – Me respondió Daniel.

«Bueno te prometo que mantendré esto en secreto y no se lo contaré a nadie.» – Le dije a Daniel.

Daniel me miró apenado, bajó a la cocina de mi apartamento y me trajo una bebida refrescante. No sabía que hacer, con tal de disculparse.

Al final, se disculpó y se fue a su departamento.

Sobre las 3 pm llegó mi vecina. Conversamos un rato y me pagó el dinero acordado.

Quedamos en que posiblemente cuidaría a su hijo nuevamente.

Fin.

Emily

 

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