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Esta serie trata de Daniela y Martina, dos chicas que han sido amigas toda su vida, y deciden irse a aventurar al bosque a acambar y disfrutar del viaje. Lo que no contaban fue que vivirían la peor «pesadilla» de sus vidas. La serie tendrá dos partes; la primera parte involucra únicamente a las dos amigas, en la segunda parte también estarán involucradas las madres de ambas (Teresa y Fabiana), además de las dos amigas Daniela y Martina. Cada parte tendrá entre 5 y 6 capitulos, esperamos que los disfruten.
Parte 1
Capítulo 1: «Una Noche de Campamento»
La noche caía sobre el bosque, y Daniela y Martina, dos mejores amigas ávidas de aventura, se adentraron en el espeso follaje para una noche de acampada bajo las estrellas. La risa resonaba mientras encendían la fogata, ajenas al destino que les aguardaba.
Bajo el manto estrellado, la camaradería fluía entre historias y risas. Sin embargo, sus risas fueron interrumpidas por un ruido sospechoso. Una sombra se deslizó entre los árboles, anunciando el inicio de una pesadilla.
[Daniela]: ¿Escuchaste eso, Marti?
[Martina]: Probablemente solo un animal. No te preocupes.
Pero la sensación de inquietud persistía, como un eco en la oscuridad del bosque. En cuestión de minutos, el ambiente tranquilo se transformó en una sinfonía de crujidos y susurros. Fue entonces cuando las amigas, ahora alerta, se dieron cuenta de que no estaban solas.
Sin previo aviso, dos figuras encapuchadas emergieron de entre los árboles. Un agarre firme silenció cualquier grito de sorpresa. Daniela y Martina fueron arrastradas hacia la penumbra del bosque, luchando por liberarse, pero superadas en número y fuerza.
[Daniela]: ¡Marti, ayuda!
[Martina]: ¡Suéltanos, por favor!
El forcejeo cesó cuando las secuestradoras llevaron a las amigas a una cabaña oculta entre la maleza. Una vez dentro, la puerta se cerró con un estruendo, dejándolas atrapadas en la oscuridad.
[Voz misteriosa]: Bienvenidas a su nueva realidad.
La voz resonó, revelando un tono seguro y amenazante. Daniela y Martina, ahora prisioneras de esta pesadilla, comenzaron a comprender que su noche de campamento se había convertido en un giro oscuro e inesperado.
El interior de la cabaña era apenas iluminado por una luz tenue, revelando siluetas de muebles cubiertos por sábanas polvorientas. Daniela y Martina, todavía aturdidas por el secuestro, se encontraron atadas a sillas en el centro de la habitación.
[Daniela]: ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?
[Voz misteriosa]: Preguntas que pronto responderán solas. Ustedes no son las primeras y, probablemente, no serán las últimas.
Las secuestradoras, ocultas tras sus capuchas, comenzaron a despojar a las amigas de sus pertenencias. Celulares, identificaciones, cualquier conexión con el mundo exterior quedó atrás.
[Martina]: Esto es una pesadilla… ¿Por qué nos están haciendo esto?
[Secuestradora 1]: Venganza, querida. Y esta es nuestra especialidad.
La líder, conocida como Sombra, se adelantó, revelando una mirada fría que contrastaba con la tensión en el aire. La cabaña, lejos de ser un refugio natural, se convirtió en una prisión ominosa.
[Sombra]: Ustedes dos se interpusieron en nuestro camino. Ahora, pagarán las consecuencias.
Con una señal de Sombra, las secuestradoras se retiraron a las sombras, dejando a Daniela y Martina en un silencio incómodo. La única luz provenía de una lámpara oscilante, creando sombras danzantes en las paredes.
[Daniela]: (susurrando) Marti, ¿tienes alguna idea de quiénes son?
[Martina]: (nerviosa) No tengo ni idea, pero debemos encontrar una forma de salir de aquí.
El tiempo pasaba con una lentitud insoportable. En ese rincón oscuro del bosque, Daniela y Martina comenzaron a urdir un plan para enfrentar a sus captores y escapar de esta pesadilla que se cernía sobre ellas.
Las horas parecían interminables en la cabaña silente. Daniela y Martina, aún atadas a las sillas, exploraban con la mirada cada rincón en busca de una salida. La luz titilante añadía una dosis de ansiedad al ambiente cargado.
[Martina]: (susurrando) Dani, tenemos que hacer algo. No podemos quedarnos aquí indefinidamente.
[Daniela]: (asintiendo) Tienes razón, pero necesitamos esperar el momento adecuado. No sabemos qué tan cerca están.
Mientras intentaban coordinar sus movimientos, un ruido en la puerta alertó a ambas amigas. La puerta se abrió lentamente, revelando la figura de Sombra.
[Sombra]: ¿Cómodas, chicas? No esperen que les ofrezca té y galletas, esto no es una fiesta de pijamas.
La líder se acercó con una sonrisa sutil, portando un aire de confianza que inquietaba a Daniela y Martina.
[Daniela]: ¿Qué quieren de nosotras? ¿Por qué nos han traído aquí?
[Sombra]: Sus madres jugaron un papel importante en mi pasado. Ellas creían haberme eliminado de sus vidas, pero como ven, estoy muy viva.
La revelación dejó a las amigas perplejas. La conexión entre sus madres y Sombra añadía una capa de complejidad a la pesadilla en la que se encontraban.
[Martina]: ¿Qué tiene que ver nuestro secuestro con sus madres?
[Sombra]: Todo, querida. Ellas arruinaron mi vida, y ahora, es su turno de sufrir las consecuencias.
Sombra se retiró de la habitación, dejando a Daniela y Martina con más preguntas que respuestas. La cabaña, antes un refugio para la aventura, se convirtió en el escenario de una vendetta que amenazaba con desentrañar el pasado de sus madres.
El tiempo continuó su marcha implacable, marcando cada segundo que las amigas pasaban prisioneras en ese bosque oscuro. Mientras la incertidumbre crecía, Daniela y Martina se aferraban a la esperanza de encontrar una salida de esta pesadilla que les había arrebatado la tranquilidad de una noche de campamento.
En la penumbra de la cabaña, Daniela y Martina compartían miradas de preocupación. La revelación de Sombra había dejado un rastro de intriga y miedo en sus mentes.
[Daniela]: (susurrando) Martina, ¿cómo conocen nuestras madres? ¿Qué hicieron?
[Martina]: (encogiéndose de hombros) No lo sé, Dani. Pero algo en esto no cuadra. Tenemos que encontrar una manera de salir de aquí y buscar respuestas.
La cabaña permanecía en un silencio tenso hasta que, de repente, la puerta se abrió de par en par. La misma mujer que las había secuestrado entró seguida por su silenciosa compañera.
[Silenciosa]: Sombra tiene asuntos que atender. Por ahora, nosotras nos encargaremos de ustedes.
Las amigas intercambiaron miradas nerviosas mientras las dos secuestradoras se acercaban con expresiones imperturbables.
[Daniela]: (respirando hondo) Necesitamos un plan.
[Martina]: (asintiendo) Espera el momento adecuado. Cuando nos descuiden, nos liberamos y corremos. ¿Entendido?
Ambas asintieron en silencio mientras las secuestradoras se preparaban para llevar a cabo su propio plan. Sombra les había encargado obtener información valiosa, y estaban dispuestas a cualquier cosa para lograrlo.
[Silenciosa]: (mirándolas fríamente) Prepárense. La noche apenas comienza.
Con esas palabras, las dos mujeres tomaron medidas para asegurar aún más a Daniela y Martina. Las ataduras apretaron con más fuerza, y la incertidumbre sobre su destino creció.
Fuera de la cabaña, la noche continuaba su avance sin piedad. El bosque, una vez lleno de promesas, se había transformado en el escenario de una oscura pesadilla para las amigas. En la lucha por recuperar su libertad, Daniela y Martina se enfrentarían a un desafío que pondría a prueba su valentía y determinación.
Las secuestradoras se movían con destreza, asegurándose de que cualquier intento de resistencia fuera inútil. Daniela y Martina, atadas a las sillas, compartían miradas llenas de determinación, decididas a no sucumbir al miedo que se cernía sobre ellas.
[Daniela]: (susurrando) Espera el momento adecuado. Cuando nos descuiden, nos liberamos y corremos. ¿Entendido?
[Martina]: (asintiendo) Entendido.
Sombra y su silenciosa compañera comenzaron a revisar la cabaña, aparentemente buscando algo específico. El ambiente estaba cargado de una tensión palpable mientras las dos amigas aguardaban pacientemente.
Entre susurros y pasos cautelosos, las secuestradoras parecían haber olvidado momentáneamente la presencia de sus cautivas. Este breve descuido fue la oportunidad que Daniela y Martina estaban esperando.
Cuando la atención de las secuestradoras se desvió hacia una esquina de la cabaña, las amigas se miraron con determinación. Con movimientos coordinados, comenzaron a deshacer las ataduras con manos temblorosas pero decididas.
[Martina]: (susurrando) Vamos despacio, no hagamos ruido.
Con sigilo, lograron liberarse y se levantaron con cautela. La cabaña ofrecía un respiro momentáneo, pero el bosque a las afueras resonaba con la promesa de una noche más oscura.
[Daniela]: (mirando hacia afuera) Necesitamos encontrar ayuda. ¿Ves alguna señal de civilización?
[Martina]: (escudriñando la oscuridad) No, pero debemos alejarnos de aquí. No sabemos cuándo volverán.
Decididas a escapar de la cabaña, Daniela y Martina se adentraron en la oscura noche del bosque. Cada rama crujía bajo sus pies, y el viento susurraba historias inquietantes entre los árboles.
Mientras tanto, en la penumbra de la cabaña, Sombra y su cómplice regresaban, trayendo consigo un aura de peligro y un plan que se desplegaría en las sombras de esa inolvidable noche.
El bosque susurraba secretos antiguos mientras Daniela (20 años) y Martina (20 años), dos amigas inseparables, se aventuraban entre la espesura. La oscuridad, aliada y enemiga a la vez, abrazaba cada rincón del bosque, desafiándolas a cada paso.
[Martina]: (susurrando) Debemos encontrar ayuda lo más pronto posible. No sabemos quiénes son esas mujeres ni por qué nos eligieron.
[Daniela]: (asintiendo) Estoy de acuerdo. Sigamos el curso del río; tal vez encontremos alguna señal de civilización.
Las amigas avanzaron con cautela, cada ruido del bosque hacía que sus corazones latieran con más fuerza. A lo lejos, el murmullo de un río guió sus pasos, una luz tenue anunciando la apertura de un sendero.
Sin embargo, la tranquilidad efímera se rompió cuando un aullido de algún animal nocturno las hizo detenerse en seco. La silueta de los árboles parecía danzar en la penumbra, creando ilusiones de figuras acechando en la oscuridad.
[Martina]: (nerviosa) ¿Crees que nos siguen?
[Daniela]: (escudriñando la oscuridad) No lo sé, pero no podemos quedarnos aquí. Sigamos el río y…
De repente, un sonido chirriante resonó a su alrededor. Se detuvieron al instante, sus ojos se encontraron, compartiendo la misma inquietud.
[Voz misteriosa]: ¿A dónde creen que van, chicas?
Sombra y su compañera, que parecían haber anticipado cada movimiento, emergieron de entre los árboles. Una lámpara tenue iluminaba sus rostros, revelando una determinación que enviaba escalofríos por la espalda de Daniela y Martina.
[Martina]: (tratando de mantener la calma) No queremos problemas. Solo déjenos ir.
[Sombra]: (sonriendo siniestramente) No tan rápido, queridas. Tienen algo que necesitamos.
La noche se cernía sobre ellas como un manto ominoso, y la amenaza se intensificaba con cada segundo que pasaba. Daniela y Martina, atrapadas en el juego retorcido de sus captores, se enfrentaban a una noche de campamento que se convertiría en una pesadilla interminable.
(Nota: Ambas amigas, Daniela y Martina, tenían cosquillas en todo su cuerpo, pero las plantas de los pies eran el punto más cosquilloso en el cuerpo de ambas amigas.)
La lámpara titilante arrojaba sombras inquietantes sobre el rostro de Sombra, intensificando el aire de malevolencia que rodeaba a las dos mujeres. Daniela y Martina, aturdidas y sin opciones claras, se miraron con preocupación.
[Daniela]: (tragando saliva) ¿Qué es lo que quieren de nosotras?
[Sombra]: (caminando hacia ellas) Información. Sabemos que están conectadas a algo grande, algo que nos afecta directamente.
[Martina]: (frunciendo el ceño) No sabemos de qué están hablando. Somos solo dos amigas disfrutando de un fin de semana en el bosque.
[Compañera de Sombra]: (riéndose) Si creen que nos engañarán con esa historia, están muy equivocadas.
Sombra, con movimientos calculados, sacó un par de esposas y avanzó hacia las atónitas amigas. La tensión en el aire era palpable mientras las esposas cerraban su frío abrazo alrededor de las muñecas de Daniela y Martina.
[Daniela]: (resistiendo) ¡No sabemos nada! No somos parte de ninguna conspiración.
[Sombra]: (mirándolas fijamente) Lo averiguaremos de todas formas. Y tenemos métodos muy persuasivos.
Guiándolas con brusquedad, Sombra y su compañera llevaron a Daniela y Martina hacia una cabaña que yacía oculta entre los árboles. La estructura, ahora ominosa en la penumbra, parecía esperar ansiosa su llegada.
El interior de la cabaña reveló un espacio austero y desgastado, con solo una silla en el centro. Las amigas, sin opción de resistirse, fueron obligadas a sentarse. La lámpara temblorosa iluminaba la habitación, dejando ver los rostros tensos de Daniela y Martina.
[Sombra]: (sonriendo) Ahora, hablemos de esa pequeña red en la que están envueltas.
La noche se cerraba como un puño alrededor de las amigas, atrapadas en una cabaña que se convertiría en su prisión. Mientras las sombras devoraban la luz, Daniela y Martina enfrentaban un interrogatorio que desentrañaría secretos ocultos y las arrastraría a un abismo de incertidumbre.
El silencio pesado se instaló en la cabaña mientras las dos amigas, Daniela y Martina, se veían rodeadas por la incertidumbre. La lámpara titilante proyectaba sombras danzantes en las paredes descascaradas, creando un escenario de pesadilla que eclipsaba la tranquilidad inicial del bosque.
[Martina]: (murmurando) ¿Qué es lo que quieren saber?
[Sombra]: (con frialdad) Información valiosa. Nosotros, mis queridas, estamos persiguiendo a una organización que ha causado mucho dolor. Y creemos que ustedes están conectadas de alguna manera.
[Daniela]: (tratando de mantener la calma) No sabemos nada sobre ninguna organización. Somos estudiantes universitarias, ¿qué podría tener eso de interesante?
Sombra, con una sonrisa sutil, se acercó a una mesa cercana donde reposaba un par de esposas y varios objetos que reflejaban la luz de la lámpara.
[Compañera de Sombra]: (mirando a Daniela y Martina) ¿Qué tal si empezamos con algo sencillo?
Martina, en un intento de resistir, preguntó nerviosa:
[Martina]: ¿Qué es lo que quieren de nosotras?
[Sombra]: (sosteniendo un pequeño objeto metálico) Información. Colaboración. Verán, ustedes pueden tener acceso a datos cruciales sin siquiera saberlo. Y estamos dispuestas a extraer esa información, cueste lo que cueste.
Ambas amigas intercambiaron miradas de preocupación. La situación era más seria de lo que imaginaban. Sombra se acercó con las esposas en la mano, y con un movimiento preciso, aseguró las muñecas de Daniela a la silla.
[Daniela]: ¡Oigan, esto es ridículo! No sabemos nada.
[Martina]: (tratando de mantener la calma) Por favor, pregúntenos lo que quieran, pero no nos lastimen.
Sombra, imperturbable, se dirigió a Martina y le colocó las esposas también.
[Sombra]: Veremos qué tan ciertas son esas palabras.
El interrogatorio comenzó, y la pequeña cabaña en el bosque se llenó con la tensión de lo desconocido. Las respuestas de Daniela y Martina podrían desencadenar consecuencias inimaginables mientras la noche avanzaba, llevándolas más profundamente hacia la oscuridad de su inesperada pesadilla.
Bajo la luz parpadeante, el interrogatorio se prolongaba en la cabaña oculta en el corazón del bosque. Sombra, la líder decidida y fría, manejaba con destreza las herramientas que tenía ante sí. Daniela y Martina, con las muñecas esposadas a las sillas, sentían la presión creciente de la incertidumbre.
[Sombra]: (mientras examina los objetos metálicos) Chicas, sería mucho más sencillo si cooperaran. No queremos hacerles daño innecesario.
Ambas amigas, visiblemente nerviosas, intercambiaron miradas de complicidad. La camaradería que compartían desde la infancia parecía una fuerza frágil ante la amenaza que enfrentaban.
[Daniela]: (respirando profundo) ¿Pueden al menos decirnos por qué están haciendo esto? No sabemos nada de ninguna organización.
[Martina]: (asintiendo) Somos estudiantes, nuestras vidas son bastante normales.
Sombra se detuvo por un momento, sus ojos fijos en las jóvenes atadas. Luego, con un gesto decidido, agarró un pequeño objeto puntiagudo y se acercó a Daniela.
[Daniela]: (retrocediendo) ¿Qué es eso?
[Sombra]: (sonriendo sutilmente) Solo quiero hacerles una pregunta. ¿Alguna de ustedes ha oído hablar de un lugar llamado «El Umbral»?
Las dos amigas se miraron, desconcertadas. El nombre no les resultaba familiar en absoluto.
[Daniela]: ¿»El Umbral»? No, nunca hemos escuchado ese nombre.
[Martina]: ¿Qué tiene que ver con nosotras?
Sombra, en un cambio abrupto de tono, respondió:
[Sombra]: Ese lugar es clave para nuestra misión, y creemos que ustedes, de alguna manera, están vinculadas. Así que, prepárense, porque esto podría ponerse más… incómodo.
Con esa advertencia, Sombra continuó con su interrogatorio, utilizando métodos poco convencionales para obtener respuestas. Las risas nerviosas y las súplicas llenaron la cabaña, mientras las amigas se adentraban en un territorio desconocido, donde la información que guardaban podría desencadenar consecuencias impredecibles.
Sombra, con un destello de determinación en sus ojos, caminó hacia una mesa donde yacían diversos objetos metálicos y extraños. Tomó un pequeño dispositivo con cables y una pantalla parpadeante. Era evidente que las dos amigas desconocían por completo la naturaleza de ese artilugio.
[Sombra]: (mientras examina el dispositivo) Vamos a empezar de manera sencilla, chicas. No queremos complicarnos más de lo necesario.
Sin previo aviso, Sombra activó el dispositivo y una suave corriente eléctrica comenzó a fluir por los cables. Las amigas sintieron un hormigueo inusual en sus muñecas esposadas.
[Martina]: (frunciendo el ceño) ¿Qué están haciendo?
[Sombra]: Esto es solo el comienzo. A medida que respongan a nuestras preguntas, la intensidad disminuirá. Si deciden guardar silencio, bueno, las cosas podrían volverse… menos agradables.
Martina y Daniela intercambiaron miradas preocupadas, sintiendo cómo la incomodidad inicial se transformaba en una sensación más intensa.
[Daniela]: (con voz temblorosa) ¿Qué quieren saber?
[Sombra]: (sonriendo) Esa es la actitud correcta. Primera pregunta: ¿Han oído hablar de un individuo llamado «El Custodio»?
Ambas negaron con la cabeza, pero las preguntas continuaron, y con cada respuesta insatisfactoria, la corriente eléctrica aumentaba gradualmente. Sombra, con una frialdad calculada, les recordaba constantemente que su cooperación era la clave para detener la incomodidad creciente.
Después de un tiempo que parecía interminable, Sombra detuvo el dispositivo, dejando a las chicas respirar. La habitación resonaba con sus respiraciones agitadas y las miradas nerviosas entre ellas.
[Sombra]: (con serenidad) Bien, ahora que hemos calentado motores, vamos a profundizar un poco más.
Con esa declaración, Sombra señaló otros instrumentos en la mesa, indicando que la verdadera prueba aún estaba por llegar. Las dos amigas, atadas y vulnerables, se prepararon para enfrentar una tortura más intensa mientras el bosque guardaba silencio, ajeno al drama que se desarrollaba en su interior.
El silencio en la cabaña se rompió cuando Sombra, con una señal imperceptible, indicó a sus secuaces que se prepararan para la siguiente fase de la interrogación. Dos mujeres encapuchadas se aproximaron a Daniela y Martina, listas para ejecutar las órdenes de su líder.
[Secuaz 1]: (dirigiéndose a Daniela) Será mejor que cooperes si no quieres que las cosas se pongan más complicadas.
Con destreza, la secuaz se agachó frente a Daniela y comenzó a desabrochar sus zapatos. Daniela, aún aturdida por la situación, apenas pudo ofrecer resistencia. Sus zapatillas fueron retiradas, revelando unos calcetines que pronto también desaparecieron.
Mientras tanto, la otra secuaz se ocupó de Martina. Sus zapatos fueron retirados con rapidez, exponiendo unos pies ansiosos y vulnerables. Los calcetines que cubrían las plantas de Martina pronto se unieron al montón de prendas en el suelo de la cabaña.
[Sombra]: (observando) Ahora sí, chicas. Sin barreras, será más fácil para nosotras.
La proximidad de las secuaces añadió una capa adicional de tensión. Las amigas, ahora descalzas, se preguntaban qué tormento les esperaba a continuación. La mirada decidida de Sombra dejaba claro que no habían llegado al final de su pesadilla.
Con los zapatos y calcetines arrancados sin piedad, Daniela y Martina se encontraron con sus pies descalzos expuestos al aire frío de la cabaña. Las secuaces, siguiendo las órdenes de Sombra, se retiraron a un rincón, dejando a las amigas atadas y vulnerable frente a su líder implacable.
[Sombra]: (con una sonrisa siniestra) Veo que están dispuestas a cooperar. Ahora, hablemos de algunos secretos que pueden estar ocultando.
La líder criminal se acercó lentamente a Daniela, cuyos ojos reflejaban una mezcla de miedo y determinación. Sombra levantó una pluma que había tomado de la mesa cercana, dejando que la punta suave rozara suavemente la planta del pie de Daniela.
[Daniela]: (tragando saliva) ¿Qué es lo que quieren saber?
[Sombra]: (con frialdad) Todo. Cada detalle de sus vidas. ¿Información sensible? Eso nos será útil.
Mientras Daniela respondía a las preguntas, la secuaz regresó con una caja que revelaba varios objetos intrigantes: plumas, pinceles y algunas herramientas más misteriosas.
[Martina]: (mirando la caja) ¿Qué piensan hacer?
[Secuaz 1]: (con una sonrisa maliciosa) Sombra tiene sus métodos. Y ustedes dos van a experimentarlos muy de cerca.
La secuaz seleccionó un pequeño cepillo de cerdas suaves y se acercó a Martina. Con movimientos precisos, comenzó a deslizar el cepillo por las plantas de los pies de Martina, quien no pudo evitar soltar una risa nerviosa.
[Martina]: (entre risas) ¿De verdad creen que nos harán hablar con cosquillas?
[Sombra]: (sonriendo) Las cosquillas son una herramienta subestimada, querida. La risa puede revelar más de lo que te imaginas.
El juego de cosquillas y preguntas se intensificó en la cabaña, marcando el inicio de una noche que desafiaría la resistencia y el coraje de las dos amigas.
Con el cepillo deslizándose sin piedad sobre las plantas de Martina, esta no pudo contener las carcajadas. Sus risas resonaron en la cabaña mientras la secuaz, con una maestría inquietante, exploraba cada rincón sensible de sus pies.
[Martina]: (entre risas) ¡Por favor, paren! No sé nada importante.
La secuaz, imperturbable, continuó con su tarea, alternando entre los dedos de los pies y la zona arqueada. Mientras tanto, Sombra mantenía su mirada fija en Daniela, quien intentaba resistir con determinación.
[Sombra]: (dirigiéndose a Daniela) Tus secretos saldrán a la luz, ya verás.
Sombra tomó una pluma y comenzó a acercarla a la planta de Daniela. La ligera caricia hizo que Daniela se estremeciera, pero su rostro seguía mostrando una mezcla de miedo y desafío.
[Daniela]: (tragando saliva) No van a romperme con cosquillas.
[Sombra]: (sonriendo) Veremos.
La secuaz, ahora con una pluma similar, se unió al ataque cosquilloso en los pies de Martina. Ambas amigas, atadas y descalzas, luchaban por contener las risas mientras las plumas y los cepillos exploraban cada rincón de sus pies.
El tiempo parecía ralentizarse mientras las carcajadas se entrelazaban con las peticiones desesperadas de Martina y Daniela. Sombra, con maestría, exploraba cada rincón sensible de sus pies, llevándolas al borde de la desesperación.
[Martina]: (entre risas) ¡Lo siento! ¡No puedo más!
Las secuaces, con un gesto de Sombra, detuvieron momentáneamente la tortura. Las dos amigas, jadeantes y agotadas, intentaban recuperar el aliento. Sombra, con una expresión de satisfacción, guardó las plumas y cepillos en la caja.
[Sombra]: Fascinante. Sus mentes son verdaderamente intrigantes. Pero esto es solo el comienzo.
La cabaña, ahora impregnada de los ecos de la tortura, esperaba con silenciosa anticipación lo que Sombra tenía planeado a continuación. Las amigas, atadas y vulnerables, se preparaban para enfrentar los oscuros designios de su enigmático captor.
Las secuaces de Sombra, satisfechas con la tortura hasta ese momento, se retiraron momentáneamente de la habitación, dejando a Martina y Daniela recuperándose entre risas y respiraciones agitadas. La cabaña permaneció en silencio, solo roto por los suspiros nerviosos de las dos amigas.
Martina, con la respiración entrecortada, lanzó una mirada a Daniela, quien aún mantenía una expresión de determinación mezclada con nerviosismo.
[Martina]: (entre risas) ¿Estás bien, Dani?
[Daniela]: (sonriendo nerviosa) Sí, sí. Esto es… inesperado.
Sin embargo, antes de que pudieran recuperarse por completo, las secuaces regresaron con una caja que dejaron en manos de Sombra. Daniela y Martina intercambiaron miradas nerviosas mientras Sombra abría la caja, revelando una serie de utensilios aún más intrigantes.
[Sombra]: (sonriendo siniestramente) ¿Listas para la siguiente fase?
Sombra extrajo un par de pequeños dispositivos con plumas, diseñados para deslizarse entre los dedos y las plantas de los pies con precisión. La expresión de Daniela se tornó más seria, mientras Martina intentaba contener la risa anticipada.
[Martina]: (entre risas) ¡Oh no, no más cosquillas, por favor!
[Daniela]: (sonriendo) A lo mejor… podemos llegar a un acuerdo.
[Sombra]: (ignorando sus comentarios) Estas plumas son especiales. Transmiten cosquillas eléctricas. ¿Qué les parece?
Ambas amigas intercambiaron miradas preocupadas. Las secuaces se acercaron, sujetando firmemente a Daniela y Martina. Sombra, con una sonrisa maliciosa, comenzó a deslizar las plumas eléctricas sobre las plantas de los pies de las chicas, desencadenando carcajadas y súplicas.
[Daniela]: (riendo descontroladamente) ¡Por favor, paren! ¡No aguanto más!
[Martina]: (entre risas) ¡Sombra, esto es excesivo!
Sombra, imperturbable, aumentaba la intensidad de las cosquillas eléctricas, llevando a las amigas al límite de su resistencia. La cabaña resonaba con las risas desesperadas de Daniela y Martina, quienes se retorcían intentando escapar de las cosquillas eléctricas.
[Sombra]: (disfrutando del espectáculo) Esto es solo el principio. Prepárense para lo que sigue.
La habitación se sumió nuevamente en la tensión, con las amigas atadas y vulnerables, enfrentándose a un destino incierto a manos de Sombra y sus secuaces.
La cabaña resonaba con las risas descontroladas de Daniela y Martina, quienes, atadas y sin escapatoria, se veían envueltas en una tortura implacable. Las plumas eléctricas de Sombra exploraban cada rincón sensible de sus plantas de los pies, provocando carcajadas desesperadas y súplicas entre risas.
[Daniela]: (entre risas) ¡Por favor, no puedo más! ¡Detengan esto!
[Martina]: (riendo) ¡Sombra, te lo suplico, para!
Las secuaces de Sombra observaban con frialdad la escena, complacidas por el sufrimiento de las amigas. Sombra, con maestría, alternaba entre cosquillas suaves y rápidos aumentos de intensidad, manteniendo a Daniela y Martina en un estado de agonía risueña.
[Sombra]: (sonriendo) ¿Ya están listas para revelar sus secretos? La diversión apenas comienza.
La tortura continuó, las risas resonaban en la cabaña mientras las chicas imploraban piedad. Sombra, imperturbable, disfrutaba cada segundo de sufrimiento, saboreando la sensación de control sobre las indefensas prisioneras.
[Daniela]: (respirando agitada) ¡Lo confesaré todo! ¡Por favor, detente!
[Martina]: (entre risas y sollozos) ¡No sabemos nada! ¡Te lo juramos!
Sombra, sin ceder, prolongó la tortura, aumentando la intensidad de las cosquillas eléctricas. Las chicas, exhaustas y con lágrimas en los ojos, luchaban por contener las risas que resonaban en la cabaña.
[Sombra]: (riéndose) Esto solo es el preludio. Tienen mucho más que experimentar.
La habitación seguía cargada de risas nerviosas y súplicas, mientras Daniela y Martina enfrentaban el tormento de las cosquillas, sin saber cuánto más duraría su angustiosa noche en manos de Sombra y sus secuaces.
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