abril 27, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas. Somos parte de la comunidad en español en Telegram – LTC.

Vendedora de seguros

Tiempo de lectura aprox: 25 minutos, 51 segundos

Luz Karime, una mujer de 60 años, irradiaba una energía magnética que capturaba la atención de todos a su alrededor. Con su cabello corto, teñido con una mezcla de violeta y gris plata, y sus ojos café profundos que destellaban de inteligencia y determinación, Luz Karime tenía una presencia impactante.

Con una estatura de 1,65 metros y un cuerpo esculpido por años de dedicación al gimnasio, Luz Karime poseía una elegancia natural que se reflejaba en cada movimiento que hacía. Su calzado número 38 le permitía desplazarse con agilidad y confianza, mientras que su contextura delgada revelaba una fuerza interior que no conocía límites.

A pesar de su apariencia imponente, Luz Karime guardaba un secreto que solo unos pocos conocían: era extraordinariamente cosquillosa. Desde la punta de sus pies hasta la punta de sus dedos, cualquier roce ligero o cosquilleo provocaba una reacción instantánea en ella, convirtiéndola en una presa fácil para aquellos que conocían su punto débil.

Además de su sensibilidad a las cosquillas, Luz Karime tenía una serie de gustos y aversiones muy marcados. Odiaba el desorden y la falta de puntualidad, prefiriendo la organización y la eficiencia en todo lo que hacía. Le encantaba leer novelas de misterio y resolver acertijos complicados, disfrutando de los desafíos mentales que le planteaba cada historia.

A pesar de su edad, Luz Karime mantenía una actitud juvenil y enérgica ante la vida, siempre lista para enfrentar nuevos desafíos y aventuras. Sin embargo, su vulnerabilidad frente a las cosquillas era algo que prefería mantener en secreto, temiendo que alguien pudiera usarlo en su contra.

Con su inteligencia, determinación y un toque de misterio, Luz Karime era una mujer fascinante cuya historia estaba a punto de dar un giro inesperado.

Luz Karime se desempeñaba como vendedora de seguros, una profesión que había abrazado con pasión y dedicación a lo largo de los años. Con su habilidad para establecer conexiones con las personas y su profundo conocimiento del mundo de los seguros, Luz Karime se había convertido en una figura respetada en su campo.

Su ética de trabajo impecable y su compromiso con sus clientes le habían valido una reputación intachable en la industria. Siempre se esforzaba por ofrecer las mejores soluciones y asesoramiento personalizado a cada uno de sus clientes, asegurándose de que estuvieran protegidos ante cualquier eventualidad.

Además de su habilidad para cerrar tratos y generar confianza, Luz Karime también se destacaba por su capacidad para escuchar a sus clientes y entender sus necesidades específicas. No se trataba simplemente de vender un producto, sino de construir relaciones sólidas y duraderas basadas en la confianza mutua y el respeto.

A pesar de los desafíos que enfrentaba en su trabajo, Luz Karime encontraba una gran satisfacción en ayudar a las personas a proteger lo que más valoraban en la vida. Para ella, cada venta no era solo un negocio, sino una oportunidad para hacer una diferencia positiva en la vida de alguien y brindarles tranquilidad y seguridad para el futuro.

Con su combinación única de habilidades, experiencia y pasión por su trabajo, Luz Karime se había convertido en una figura destacada en el mundo de los seguros, lista para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Luz Karime llevaba décadas trabajando en el campo de los seguros, acumulando una amplia experiencia y conocimientos que la convertían en una experta en su área. A lo largo de los años, había enfrentado todo tipo de situaciones y desafíos, desde negociaciones difíciles hasta momentos de crisis con clientes preocupados.

Una de las cosas que más valoraba de su trabajo era la oportunidad de conocer a personas de diferentes ámbitos y ayudarlas a proteger lo que más valoraban en la vida. Había trabajado con familias, empresarios, profesionales independientes y personas mayores, adaptando siempre su enfoque para satisfacer las necesidades específicas de cada cliente.

Además de su trabajo como vendedora de seguros, Luz Karime también se había involucrado en actividades de educación financiera y prevención de riesgos. Organizaba charlas y seminarios para la comunidad sobre la importancia del seguro y cómo planificar para el futuro, compartiendo su experiencia y conocimientos con quienes más lo necesitaban.

A pesar de los altibajos y desafíos que enfrentaba en su trabajo, Luz Karime nunca perdía de vista su objetivo principal: proteger a sus clientes y brindarles la tranquilidad y seguridad que necesitaban para enfrentar cualquier situación. Para ella, cada venta exitosa era una victoria, no solo en términos de negocio, sino también en términos de ayudar a las personas a enfrentar el futuro con confianza y seguridad.

Con su ética de trabajo impecable, su pasión por ayudar a los demás y su profundo conocimiento del mundo de los seguros, Luz Karime se había ganado el respeto y la admiración de colegas y clientes por igual, convirtiéndose en una figura indispensable en su campo.

Era un día típico en la oficina de Luz Karime. El sol brillaba a través de las ventanas, iluminando su espacio de trabajo con una luz cálida. Luz Karime, vestida con un traje formal negro, revisaba algunos documentos en su escritorio mientras atendía llamadas y respondía correos electrónicos. Con su ética de trabajo impecable y su pasión por ayudar a los demás, se había ganado el respeto y la admiración de colegas y clientes por igual. Su jornada laboral transcurría de manera tranquila y ordenada, como de costumbre.

Luz Karime llevaba unos zapatos de tacón bajo y cómodos, de color negro para combinar con su traje formal. Su jornada laboral comenzaba temprano en la mañana, revisando su agenda y preparándose para las citas programadas con clientes. Pasaba la mayor parte del día atendiendo llamadas, respondiendo correos electrónicos y reuniéndose con personas interesadas en adquirir seguros. Además, realizaba visitas a clientes potenciales para ofrecerles sus servicios y resolver cualquier duda o inquietud que pudieran tener. Su trabajo requería de habilidades de comunicación, persuasión y un profundo conocimiento del mundo de los seguros.

A lo largo de la mañana, atendió llamadas, respondió correos electrónicos y se reunió con personas interesadas en adquirir seguros. Con su profesionalismo y dedicación, logró resolver las dudas e inquietudes de sus clientes, ofreciendo soluciones personalizadas para proteger lo que más les importaba.

Por la tarde, realizó visitas a clientes potenciales, presentándoles las opciones de seguros disponibles y explicándoles detalladamente los beneficios de cada uno. Con su profundo conocimiento del sector, logró ganarse la confianza de aquellos que buscaban proteger sus bienes y seres queridos.

A medida que avanzaba el día, Luz Karime se esforzaba por brindar un servicio excepcional, asegurándose de satisfacer las necesidades de sus clientes y dejando una impresión positiva en cada interacción. Su ética de trabajo impecable y su pasión por ayudar a los demás la convertían en una figura indispensable en su campo.

Por la tarde, mientras Luz Karime revisaba algunos documentos en su oficina, recibió la visita inesperada de un joven llamado Andrés. Con una sonrisa amable, ella lo invitó a pasar y lo recibió con cortesía, sin sospechar las verdaderas intenciones detrás de su visita.

Andrés, de unos 25 años de edad, parecía interesado en adquirir seguros, pero detrás de su apariencia cordial y sus palabras amables, ocultaba un plan secreto. Observó a Luz Karime con curiosidad, evaluando cada detalle mientras conversaban sobre los diferentes tipos de cobertura y los beneficios de cada uno.

Luz Karime, ajena a las verdaderas intenciones de Andrés, continuó explicándole las opciones disponibles y respondiendo a todas sus preguntas con profesionalismo y paciencia. No tenía motivos para desconfiar de él, ya que se dedicaba a ayudar a las personas a proteger lo que más les importaba, y eso era precisamente lo que esperaba hacer con Andrés.

Sin embargo, a medida que avanzaba la conversación, Andrés comenzó a sentir una emoción creciente, alimentada por el nerviosismo y la anticipación de lo que estaba por venir. Sabía que pronto tendría la oportunidad de poner en práctica su plan, y estaba ansioso por ver cómo reaccionaría Luz Karime cuando llegara el momento de revelarlo.

Andrés entra en la oficina de Luz Karime con una expresión amigable en el rostro.

—Buenos días —saluda con cortesía, su mirada recorre la oficina buscando a alguien que pueda ayudarlo.

Luz Karime, que está detrás del mostrador, levanta la vista de sus documentos y le devuelve el saludo con una sonrisa.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte? —responde con amabilidad, notando la expresión de Andrés y su interés en sus servicios.

—Estoy interesado en conocer un poco más sobre los servicios de seguros que ofrecen aquí. He oído buenas referencias y me gustaría saber si pueden ayudarme con algunos aspectos específicos —explica Andrés, acercándose al mostrador.

—Por supuesto, estaré encantada de ayudarte. ¿Tienes alguna idea de qué tipo de seguro estás buscando? —pregunta Luz Karime, invitando a Andrés a sentarse mientras prepara algunos folletos informativos.

Andrés revisa los folletos que le entrega Luz Karime, haciendo preguntas y tomando notas mientras ella explica detalladamente cada uno de los servicios de seguros que ofrecen. La conversación fluye de manera fluida y ambos se sienten cómodos hablando sobre el tema.

Luz Karime demuestra un profundo conocimiento en el área y responde con claridad todas las preguntas de Andrés, ganándose su confianza y admiración por su profesionalismo y experiencia en el campo de los seguros.

Después de un tiempo, Andrés termina de revisar la información y agradece a Luz Karime por su ayuda.

—Muchas gracias por toda la información. Me has ayudado mucho a aclarar mis dudas —dice Andrés, mostrando su gratitud.

—No hay de qué, es un placer poder ayudarte. Si tienes alguna otra pregunta o necesitas más información, no dudes en contactarme —responde Luz Karime, sonriendo con amabilidad.

Andrés se despide cortésmente y sale de la oficina, satisfecho con la atención recibida y con una mejor comprensión sobre los servicios de seguros disponibles.

Luz Karime vuelve a sus tareas diarias, sintiéndose contenta por haber podido ayudar a un cliente potencial y lista para atender a cualquier otro que necesite asesoramiento en materia de seguros.

Pasados varios días desde su encuentro en la oficina de Luz Karime, Andrés se siente decidido a adquirir uno de los seguros que ella ofrece. Recuerda la tarjeta de presentación que ella le entregó y decide llamarla por teléfono para obtener más detalles y proceder con la contratación.

Después de marcar el número, Andrés espera pacientemente mientras el teléfono suena. Finalmente, escucha la voz amable de Luz Karime al otro lado de la línea.

—Buenos días, ¿hablo con la agencia de seguros de Luz Karime? —pregunta Andrés con cortesía.

—Así es, ¿en qué puedo ayudarte? —responde Luz Karime, reconociendo la voz de Andrés.

Andrés se presenta y explica su interés en adquirir un seguro y solicita más información al respecto. Luz Karime, con su característica amabilidad y profesionalismo, responde todas sus preguntas y le ofrece asesoramiento personalizado para encontrar el plan que mejor se adapte a sus necesidades.

La conversación fluye de manera natural y ambos disfrutan de la interacción, estableciendo una conexión más allá de lo estrictamente profesional.

Al finalizar la llamada, Andrés agradece a Luz Karime por su ayuda y se despide con la promesa de seguir en contacto para finalizar la transacción.

Después de haber establecido un primer contacto telefónico, Andrés decide expresar su interés en la adquisición de los productos y servicios de seguros ofrecidos por Luz Karime. Sin embargo, también menciona que debido a ciertas circunstancias, no puede acercarse a la oficina de Luz Karime en ese momento.

—Hola, Luz Karime, soy Andrés nuevamente. Quiero decirte que estoy muy interesado en lo que ofreces, pero debido a algunas ocupaciones personales, me sería complicado visitar tu oficina. ¿Habría alguna posibilidad de que pudieras venir a mi dirección para discutir más detalladamente los términos y condiciones de los seguros? —pregunta Andrés con cortesía y determinación.

Luz Karime, demostrando su compromiso con la atención al cliente y su flexibilidad, acepta la propuesta de Andrés y se muestra dispuesta a coordinar una reunión en el lugar y hora que mejor le convenga a él.

—Por supuesto, Andrés. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites. Si me proporcionas tu dirección, estaré encantada de acudir allí para discutir todos los detalles y resolver cualquier duda que puedas tener sobre nuestros productos y servicios —responde Luz Karime con amabilidad.

Andrés agradece a Luz Karime por su disposición y le proporciona la dirección y la hora conveniente para la reunión. Ambos quedan en ponerse en contacto nuevamente para confirmar los detalles finales de la cita.

La conversación telefónica entre Andrés y Luz Karime tuvo lugar al final de la tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse y las sombras se alargaban por las calles de la ciudad. Luz Karime, después de finalizar su jornada laboral en la oficina, se prepara para salir rumbo a su hogar. Viste un traje de negocios impecable, con un conjunto de blusa y pantalón elegantes en tonos neutros que realzan su profesionalismo. Complementa su atuendo con un par de tacones discretos que resaltan su figura y le dan confianza en cada paso que da.

Decidida a cumplir con el compromiso adquirido con Andrés, Luz Karime toma su bolso y se dirige hacia la dirección proporcionada por él. Conduciendo con serenidad y concentración, se sumerge en sus pensamientos, repasando mentalmente los temas que discutirán en la reunión y preparándose para ofrecer la mejor asesoría posible a su potencial cliente.

Al llegar a la dirección indicada, Luz Karime se detiene frente al edificio y observa con atención la fachada, asegurándose de haber llegado al lugar correcto. Respira profundamente, ajusta su bolso sobre el hombro y se prepara para dar el siguiente paso en su encuentro con Andrés.

Luz Karime observa la fachada del edificio con cierta curiosidad mezclada con una leve sensación de inquietud. El edificio se ve algo abandonado, con algunas partes de la pintura descascarada y ventanas rotas. Sin embargo, sobre el piso 10, donde se supone que se encuentra la oficina de Andrés, se distingue una luz encendida, indicando que alguien está allí.

Decidida a continuar, Luz Karime saca su teléfono celular y marca el número proporcionado por Andrés. Después de unos tonos, la llamada se conecta y escucha la voz de Andrés al otro lado de la línea.

—¿Hola? —dice Andrés con un tono amable.

—Hola, Andrés. Soy Luz Karime. Estoy frente al edificio que me indicaste. Solo quería confirmar si la dirección es correcta —responde Luz Karime, esperando la confirmación.

—¡Hola, Luz Karime! Sí, la dirección es correcta. Estoy aquí en mi oficina. Solo hay un pequeño detalle: el edificio está en obra y los trabajadores ya se han ido. Por eso te recomendaría que subas por el ascensor de carga. Te estaré esperando en el piso 10 —explica Andrés con cortesía.

—Entendido, Andrés. Subiré por el ascensor de carga y nos vemos en unos minutos —responde Luz Karime con determinación antes de despedirse y colgar la llamada.

Con esta confirmación, Luz Karime se siente más tranquila y decide seguir adelante. Se dirige hacia la entrada del edificio y busca el ascensor de carga, listo para encontrarse con Andrés en su oficina.

Luz Karime ingresa al edificio y localiza el ascensor de carga, como indicó Andrés. Al presionar el botón, las puertas se abren con un chirrido y ella entra, sintiendo una leve sensación de claustrofobia mientras el ascensor comienza a ascender lentamente.

Mientras sube, Luz Karime aprovecha el tiempo para repasar mentalmente los detalles de la reunión y prepararse para cualquier eventualidad. Se siente algo nerviosa pero también intrigada por lo que le espera en la oficina de Andrés.

Después de unos momentos que parecen interminables, el ascensor finalmente llega al piso 10 y las puertas se abren con un suave chasquido. Luz Karime sale con paso decidido y se encuentra frente a un pasillo oscuro, iluminado solo por la luz tenue que se filtra desde la oficina al final del mismo.

Con determinación, avanza por el pasillo, con el sonido de sus pasos resonando en el silencio del edificio en obras. Llega a la puerta de la oficina y, con un leve suspiro, toca la puerta antes de entrar.

Al hacerlo, se encuentra con una oficina modestamente decorada pero ordenada, con algunos muebles y equipos de oficina. Andrés está allí, esperándola con una sonrisa amistosa.

—Hola, Andrés. Estoy aquí según lo acordado —saluda Luz Karime, manteniendo su tono amable y profesional mientras observa la oficina con curiosidad.

—¡Qué gusto verte, Luz Karime! Por favor, pasa y siéntate —responde Andrés, invitándola a entrar con un gesto de cortesía mientras le indica una silla frente a su escritorio.

Luz Karime avanza por el pasillo hacia el puesto de trabajo de Andrés y se dispone a sentarse en una de las sillas. Sin embargo, en ese preciso momento, Andrés la toma por la cintura, haciendo que dé un pequeño salto involuntario.

—¿Te lastimé? Lo siento mucho, no era mi intención —se disculpa Andrés, con evidente preocupación en su voz.

—No te preocupes, Andrés, no me lastimaste. Solo tengo cosquillas —responde Luz Karime, tratando de disimular su incomodidad mientras se acomoda en la silla.

Andrés sonríe ante la respuesta de Luz Karime, aunque por dentro siente una emoción creciente al confirmar su sospecha sobre las cosquillas de ella. Sin embargo, decide no abordar ese tema en ese momento y cambia de tema de conversación.

—Me alegra escuchar eso, Luz Karime. Bueno, hablemos sobre los seguros que estás buscando. ¿En qué puedo ayudarte exactamente? —pregunta Andrés, adoptando un tono profesional.

Luz Karime asiente y procede a explicarle detalladamente los diferentes tipos de seguros que ofrece, respondiendo a todas las preguntas de Andrés con paciencia y claridad. A medida que avanza la conversación, Andrés se siente cada vez más intrigado por Luz Karime, encontrando en ella una combinación única de amabilidad y profesionalismo.

Mientras están sentados en la oficina de Andrés, la conversación entre Luz Karime y él fluye de manera amigable. Sin embargo, Andrés no puede resistir la tentación de probar su teoría sobre las cosquillas de Luz Karime. Con habilidad, desliza su mano bajo el escritorio y, sin que ella se dé cuenta, le aprieta ligeramente la rodilla.

Luz Karime da un pequeño salto en su asiento, sorprendida por la sensación repentina.

—¿Estás bien, Luz Karime? ¿Te pasó algo? —pregunta Andrés, disimulando su complicidad con una expresión de preocupación en su rostro.

Luz Karime se endereza en su asiento, tratando de ocultar su incomodidad.

—Oh, disculpa. Solo me sorprendió un poco. No pasa nada —responde ella, intentando disimular el nerviosismo en su voz.

Andrés asiente con una sonrisa, satisfecho de haber confirmado su sospecha. Sin embargo, decide no presionar más el tema en ese momento y continúa con la conversación sobre los seguros que Luz Karime ofrece.

La reunión continúa de manera profesional, pero el incidente deja a Luz Karime con una sensación de intranquilidad. A medida que la conversación avanza, ella no puede evitar sentirse alerta, consciente de cualquier movimiento inesperado por parte de Andrés.

Mientras tanto, Andrés, aunque consciente de haber descubierto la sensibilidad de Luz Karime a las cosquillas, decide no hacer más experimentos en ese momento. Prefiere mantener la apariencia de una reunión de negocios normal y evitar cualquier situación incómoda.

Sin embargo, el incidente ha despertado una curiosidad creciente en Andrés. Ahora sabe que tiene una ventaja peculiar sobre Luz Karime, una información que podría utilizar más adelante para sus propios fines.

Mientras la reunión se acerca a su fin, Andrés mira a Luz Karime con determinación.

—Luz Karime, he estado revisando los productos y servicios que me has presentado y estoy interesado en adquirirlos. Sin embargo, antes de finalizar nuestra transacción, hay algo que me gustaría discutir contigo —dice Andrés con seriedad.

Luz Karime asiente con atención, preparándose para escuchar lo que Andrés tiene que decir.

—Estoy dispuesto a firmar los contratos y avanzar con la compra, pero tengo una condición —continúa Andrés, manteniendo su mirada fija en la de Luz Karime—. Me gustaría explorar una oportunidad de colaboración adicional que va más allá de los servicios de seguros que ofrecen tu empresa.

Luz Karime levanta una ceja, intrigada por la propuesta de Andrés.

—¿A qué tipo de colaboración te refieres, Andrés? —pregunta con curiosidad.

Andrés sonríe, satisfecho de haber despertado el interés de Luz Karime.

—Me gustaría explorar la posibilidad de trabajar juntos en un proyecto especial que tengo en mente. Pero para que esto suceda, necesitaría tu compromiso y participación activa. ¿Estás dispuesta a escuchar más sobre mi propuesta? —pregunta Andrés, esperando ansiosamente la respuesta de Luz Karime.

Luz Karime escucha con atención la propuesta de Andrés y, aunque algo intrigada, no puede evitar sentirse un poco desconcertada por la mención de un proyecto relacionado con las cosquillas.

—Andrés, estoy interesada en escuchar más sobre tu propuesta, pero me gustaría saber de qué se trata exactamente. ¿De qué tipo de proyecto estamos hablando? —pregunta Luz Karime con curiosidad, tratando de ocultar su sorpresa por la inusual dirección que está tomando la conversación.

Andrés sonríe, consciente de que ha despertado la curiosidad de Luz Karime.

—Es un proyecto un tanto inusual, pero creo que podrías estar interesada. Se trata de un concepto creativo que involucra las cosquillas y que podría tener un gran impacto en nuestra colaboración. ¿Te gustaría escuchar más detalles al respecto? —responde Andrés, observando la reacción de Luz Karime con anticipación.

Luz Karime, sorprendida por la propuesta tan inesperada de Andrés, decide compartir un detalle personal que hasta ahora había mantenido en privado.

—Andrés, debo confesarte algo. Soy una persona extremadamente cosquillosa —dice Luz Karime con una sonrisa nerviosa—. Las cosquillas siempre han sido una debilidad para mí, y nunca he podido controlar mi reacción ante ellas.

Andrés, intrigado por esta revelación, escucha atentamente mientras Luz Karime continúa explicando cómo las cosquillas siempre han sido parte de su vida y cómo afectan su capacidad para concentrarse y mantener la compostura en situaciones inesperadas.

Después de compartir esta información personal, Luz Karime espera con curiosidad la reacción de Andrés, preguntándose cómo interpretará su confesión y si afectará de alguna manera su relación profesional.

Andrés, intrigado por la confesión de Luz Karime sobre su extrema cosquillez, decide indagar más en el tema.

—Luz Karime, ¿dónde exactamente tienes cosquillas? ¿Hay alguna parte de tu cuerpo donde seas especialmente sensible? —pregunta Andrés con curiosidad, tratando de sonsacar más detalles sobre la peculiaridad de su cliente.

Luz Karime, un poco incómoda por la pregunta, considera su respuesta cuidadosamente antes de responder.

—Bueno, Andrés, diría que tengo cosquillas en muchas partes del cuerpo, pero especialmente en las plantas de los pies. Es una sensación realmente abrumadora para mí —confiesa Luz Karime, sonrojándose ligeramente por revelar esta información tan personal.

Andrés se levanta de su silla con determinación y, con una sonrisa traviesa, invita a Luz Karime a seguirlo a otro espacio en el piso desocupado.

—Luz Karime, ¿me acompañarías a otro lugar? —propone Andrés, con una chispa de intriga en sus ojos.

Luz Karime, un tanto sorprendida por la solicitud pero también intrigada, asiente con cautela y se levanta de su asiento.

—Por supuesto, Andrés. Estoy dispuesta a seguirte —responde Luz Karime, siguiendo a Andrés fuera de la oficina hacia el espacio más tranquilo y apartado del piso desocupado.

Al llegar al espacio designado por Andrés, Luz Karime se detiene abruptamente al ver lo que parece ser una masmorra en medio del piso abandonado. Sus ojos se abren de sorpresa y confusión ante la escena inesperada.

—¿Qué es esto? —pregunta Luz Karime, mirando a Andrés con incredulidad.

Andrés sonríe misteriosamente mientras abre la puerta de la masmorra y la invita a entrar.

—Es un pequeño proyecto en el que he estado trabajando. Ven, déjame mostrarte —responde Andrés, animando a Luz Karime a entrar en la habitación.

Con curiosidad mezclada con cierta aprehensión, Luz Karime se deja guiar por Andrés hacia la extraña camilla en el centro de la masmorra. Observa con atención mientras él le muestra las correas y le explica cómo funcionan.

—¿Esto es parte de tu proyecto? —pregunta Luz Karime, tratando de ocultar su nerviosismo mientras se acuesta boca abajo en la camilla y permite que Andrés le sujete las correas.

Andrés asiente con una sonrisa mientras ajusta las correas alrededor del cuerpo de Luz Karime, asegurándose de que esté cómoda pero firmemente sujeta.

—Exactamente. Quiero mostrarte algo especial que he estado desarrollando. Creo que te va a gustar —responde Andrés, con un brillo travieso en los ojos mientras observa a Luz Karime acostada en la camilla en forma de X.

Mientras Andrés ata las correas alrededor del cuerpo de Luz Karime, ella comienza a sentir una mezcla de nerviosismo y asombro. Levanta la cabeza para mirar a Andrés con una expresión de confusión.

—¿Por qué estás atándome? —pregunta Luz Karime, sintiendo un escalofrío de incertidumbre recorriendo su espalda mientras intenta mantener la calma.

Andrés se detiene por un momento y sonríe misteriosamente antes de responder.

—Es solo parte de la experiencia. Quiero que estés cómoda y segura mientras exploramos algo nuevo juntos —dice, mientras ajusta las correas con cuidado, asegurándose de que Luz Karime esté bien sujeta a la camilla en forma de X.

Luz Karime, sintiéndose vulnerable y nerviosa por la situación, intenta protestar mientras Andrés le quita los zapatos, dejándola descalza y expuesta. Ella levanta la voz, tratando de mantener la compostura a pesar de la creciente sensación de incomodidad.

—Por favor, no me quites los zapatos. ¿Qué estás haciendo? —dice, tratando de ocultar el temor en su voz mientras observa con preocupación cómo Andrés se mueve alrededor de ella.

Andrés, sin prestar atención a las súplicas de Luz Karime, continúa descalzándola con manos firmes y decididas. Su expresión se vuelve más intensa mientras se concentra en la tarea, ignorando las objeciones de Luz Karime. Una vez que los zapatos están fuera, se detiene por un momento y mira hacia abajo, observando los pies descalzos de Luz Karime con una sonrisa de anticipación.

Andrés, con una mirada inquisitiva en los ojos, se detiene por un momento y se dirige a Luz Karime con curiosidad.

—¿Por qué no querías que te quitara los zapatos? —pregunta, mientras observa la reacción de Luz Karime con atención.

Luz Karime, sintiéndose aún más vulnerable al estar atada y descalza, titubea antes de responder, tratando de encontrar una explicación adecuada para su incomodidad.

—Es solo que… me siento más cómoda con ellos puestos —responde, evitando el contacto visual mientras busca una manera de salir de esa situación incómoda.

Andrés, sin embargo, parece no estar satisfecho con esa respuesta y continúa observando a Luz Karime con una expresión inquisitiva, como si estuviera esperando una explicación más convincente.

Andrés, sin decir una palabra, se levanta y se coloca frente a las vulnerables plantas de Luz Karime. Con un gesto suave, pasa la punta de sus dedos índices por las plantas de sus pies, provocando una sensación eléctrica que recorre el cuerpo de Luz Karime. Un escalofrío recorre su espalda y un gemido nervioso escapa de sus labios.

—Oh, mierda —murmura Luz Karime entre dientes, sintiendo la oleada de cosquillas que la invade. —¡No! —exclama, con voz entrecortada por la risa que amenaza con escapar de su garganta. La sensación es abrumadora, haciéndola retorcerse en la camilla mientras lucha por contener las carcajadas que amenazan con salir.

—¿Andrés, qué estás haciendo? —pregunta Luz Karime entre risas nerviosas, tratando de contener la oleada de cosquillas que la sacude.

Andrés, con una sonrisa traviesa en el rostro, responde con voz burlona: —Solo estoy probando algo que me dijiste. ¿No me habías dicho que tenías cosquillas en los pies?

Luz Karime intenta protestar, pero las cosquillas la dejan sin aliento. —¡Detente, por favor! —suplica entre risas, sintiendo cómo las cosquillas la llevan al borde de la locura.

Andrés, con una chispa traviesa en los ojos, decide seguir explorando las hipercosquillosas plantas de Luz Karime. Sin darle tiempo para reaccionar, desliza suavemente sus dedos por las delicadas y sensibles plantas de los pies de Luz Karime, provocando una cascada de cosquillas que la hace retorcerse en la camilla.

—¡Ah! ¡Detente, por favor! —exclama Luz Karime entre risas, sintiendo cómo las cosquillas la invaden por completo.

Andrés, sin mostrar signos de detenerse, continúa con su tortura juguetona, disfrutando cada reacción de Luz Karime mientras sus dedos se deslizan sin piedad sobre sus plantas de los pies.

—¿Todavía te sientes cómoda con los zapatos puestos? —pregunta Andrés con una sonrisa traviesa, disfrutando el espectáculo que ofrece la mujer atada y cosquilleada.

Luz Karime, entre risas y jadeos, apenas puede articular palabras coherentemente. —¡Por favor, para! ¡Me estoy volviendo loca de cosquillas! —suplica, sintiendo cómo las carcajadas amenazan con ahogarla.

Mientras Andrés continúa moviendo sus dedos sobre la planta izquierda de Luz Karime, con la mano derecha toma ambos tacones y los acerca a su nariz para olerlos y sentir el olor por dentro de los zapatos de Luz Karime. Un ligero aroma a cuero y perfume se mezcla con el suave aroma de los pies de Luz Karime, provocando una sensación embriagadora en Andrés.

Luz Karime, aún atada a la camilla y concentrada en las cosquillas que la hacen reír y retorcerse, no se da cuenta de las acciones de Andrés con sus zapatos. Ajeno a su reacción, Andrés continúa disfrutando del momento, saboreando el aroma de los tacones de Luz Karime mientras sus dedos exploran las plantas de sus pies.

Mientras tanto, la risa de Luz Karime se vuelve cada vez más intensa, mezclándose con pequeños gemidos de placer ante las cosquillas que le provoca Andrés. Sus intentos por liberarse de las correas son en vano, y su respiración se acelera con la excitación y la anticipación de lo que está por venir.

Andrés, sintiendo el poder que tiene sobre Luz Karime en ese momento, continúa acariciando sus pies con suavidad, explorando cada centímetro de sus plantas y dedos. Una sonrisa traviesa adorna su rostro mientras observa las reacciones de Luz Karime, disfrutando del juego de cosquillas que ha comenzado.

Con cada caricia, Luz Karime se sumerge más en el delicioso tormento de las cosquillas, sintiendo cómo su cuerpo responde de forma involuntaria a los estímulos que Andrés le proporciona. Está completamente a merced de su joven cliente, entregada al placer y la excitación que le brindan las sensaciones que recorren su piel.

La atmósfera en la habitación se carga de tensión y anticipación, mientras Andrés y Luz Karime se sumergen en un juego de cosquillas que los lleva al límite de la excitación y el deseo.

Andrés, notando cómo Luz Karime se retuerce bajo sus caricias, decide intensificar el juego de cosquillas. Con una mirada traviesa, aumenta la presión de sus dedos sobre las plantas de los pies de Luz Karime y comienza a rascarlas con más vigor. Las cosquillas se vuelven casi insoportables para ella, y pronto las risas se convierten en carcajadas desesperadas.

—¡Ah, por favor, para! —suplica Luz Karime entre risas entrecortadas, sintiendo cómo las cosquillas la llevan al borde de la locura.

Andrés, disfrutando del efecto que tiene sobre ella, continúa con su juego de cosquillas, saboreando cada risa, cada súplica que escapa de los labios de Luz Karime.

—¿Te estás divirtiendo, Luz Karime? —pregunta Andrés con una sonrisa traviesa, aumentando la intensidad de sus cosquillas mientras observa las reacciones de Luz Karime.

Luz Karime, completamente entregada al tormento de las cosquillas, lucha por contenerse mientras las sensaciones recorren su cuerpo.

—¡No puedo más! —exclama Luz Karime, entre risas y jadeos, sintiendo cómo las cosquillas la llevan al borde del éxtasis.

La locura se apodera gradualmente de Luz Karime mientras las cosquillas implacables de Andrés la hacen retorcerse y soltar carcajadas descontroladas. Cada vez más desesperada, intenta liberarse de las correas que la sujetan, pero sus esfuerzos son en vano.

Entre risas entrecortadas y súplicas de misericordia, Luz Karime lucha por mantener la compostura, pero las cosquillas la empujan más allá de sus límites. Sus ojos se llenan de lágrimas por la intensidad de las sensaciones, mientras su risa se convierte en un grito de desesperación.

Andrés, deleitándose con el poder que tiene sobre ella, continúa su tormento sin piedad, explorando cada rincón de sus pies hipercosquillosos. La mente de Luz Karime se nubla con el dolor y el placer entremezclados, mientras lucha por mantener la cordura en medio del tormento.

En un frenesí de cosquillas y risas, Luz Karime se sumerge en un estado de éxtasis y agonía, completamente dominada por las sensaciones abrumadoras que recorren su cuerpo. Sus súplicas se mezclan con risas descontroladas, mientras implora por el alivio que parece no llegar nunca.

Las carcajadas de Luz Karime retumban en el edificio abandonado, llenando el espacio con su sonido estridente y desesperado. A medida que las horas avanzan y el reloj marca las 9 pm, la oscuridad envuelve el lugar, aumentando la sensación de claustrofobia y tensión.

Andrés, completamente absorto en su tarea de torturar a Luz Karime con cosquillas, ignora por completo el paso del tiempo. Su única preocupación es mantenerla sumida en un estado de agonía y éxtasis, disfrutando cada momento de su sufrimiento.

Mientras tanto, Luz Karime lucha por mantener la cordura mientras las cosquillas la llevan al borde de la locura. Sus risas se mezclan con sollozos de desesperación, creando una cacofonía de sonidos que resuena en las paredes del edificio vacío.

A medida que la noche avanza y las horas pasan, la tortura de Luz Karime parece no tener fin. Sumida en un torbellino de sensaciones abrumadoras, se pregunta si alguna vez encontrará alivio de este tormento interminable.

Atrapada en la camilla en forma de X y completamente sujeta por las correas, Luz Karime se encuentra totalmente indefensa ante las implacables cosquillas de Andrés. Incapaz de mover sus pies o cambiar de posición, está completamente a merced de su torturador, quien continúa con su ataque sin piedad.

Luz Karime, inmovilizada y sintiendo cada roce de los dedos de Andrés en sus plantas, experimenta una sensación de desamparo abrumadora. Su risa se convierte en un grito desesperado, mientras suplica por misericordia, sabiendo que no hay escapatoria de este tormento cruel e interminable.

—¡Detente, por favor! —suplica Luz Karime entre carcajadas, sintiendo cómo la cintura se convierte en otra zona de sensibilidad extrema bajo el implacable asedio de Andrés.

Andrés, con una sonrisa traviesa, continúa su ataque, disfrutando del poder que tiene sobre ella.

—¿Estás disfrutando del espectáculo, Luz Karime? —pregunta con burla, mientras aumenta la presión en sus dedos, desencadenando una nueva ola de risas y súplicas por parte de Luz Karime.

Rápidamente Andrés se mueve a las costillas y axilas de Luz Karime, haciéndola sumirse en un caos.

—¡Ahahaha! ¡Por favor, para! —suplica Luz Karime entre risas incontrolables, sintiendo cómo las cosquillas la llevan al borde de la desesperación.

Andrés, con una sonrisa maliciosa, continúa su ataque, deslizando sus dedos ágiles por las costillas y las axilas de Luz Karime, aumentando la intensidad de las cosquillas y sumiéndola en un caos de risas y súplicas desesperadas.

—Wow, ¡eres muy cosquillosa en las axilas! —exclama Andrés, sorprendido por la intensa reacción de Luz Karime mientras continúa atacándola con cosquillas implacables.

—¡Detente, por favor! —suplica Luz Karime entre risas descontroladas, mientras se retuerce en la camilla, incapaz de contener las cosquillas.

Andrés, con una sonrisa traviesa en el rostro, responde burlonamente: —Vaya, parece que eres extremadamente cosquillosa en las axilas. Nunca había visto a alguien reaccionar así.

Andrés continúa ejerciendo su poder sobre Luz Karime, disfrutando cada segundo de su tortura cosquillosa. Luz Karime, atrapada en una mezcla de risas y suplicas, se retuerce en la camilla, incapaz de escapar de las ágiles manos de Andrés.

—¡Por favor, detente! ¡No puedo más! —suplica entre carcajadas, sintiendo cómo las cosquillas la llevan al borde de la locura.

Andrés, con una chispa de malicia en los ojos, no muestra signos de ceder. Disfruta del control que tiene sobre Luz Karime y se deleita en su desesperación.

—¡Por favor, Andrés, ya basta! ¡No puedo más! —exclama Luz Karime entre risas descontroladas, sintiendo cómo las cosquillas la agobian sin piedad.

Andrés, con una sonrisa traviesa en los labios, se inclina hacia las plantas de los pies de Luz Karime y continúa su tormento implacable.

—Solo un poco más, Luz Karime. Estamos por terminar —responde Andrés con un tono burlón, mientras sus dedos expertos encuentran los puntos más sensibles en las plantas de los pies de Luz Karime, desatando otra ola de carcajadas y súplicas de la mujer atrapada en la camilla.

—¡Ah, por favor, Andrés! ¡Detente! —suplica Luz Karime entre risas descontroladas, sintiendo cómo las cosquillas le arrebatan el aliento y la cordura.

Andrés, con una sonrisa pícara, continúa su ataque implacable sobre las plantas de los pies de Luz Karime, disfrutando del poder que tiene sobre ella.

—¿Te gustan las cosquillas, Luz Karime? ¡Porque tienes unas plantas increíblemente cosquillosas! —bromea Andrés, mientras las carcajadas de Luz Karime llenan la habitación, mezclándose con sus súplicas de misericordia.

Luz Karime, incapaz de contener la risa y la sensación de cosquilleo extremo, se retuerce en la camilla, sintiendo cada caricia de Andrés como una tortura insoportable. A pesar de sus súplicas, Andrés no muestra signos de detenerse, disfrutando cada momento de su control sobre ella.

Entre carcajadas entrecortadas, Luz Karime balbucea entre lágrimas de risa: —¡Andrés, por favor! ¡No puedo más! ¡Detente!

Pero sus palabras solo parecen alimentar el deseo de Andrés de continuar con su juego de cosquillas, prolongando la agonía de Luz Karime y sumiéndola aún más en la locura de la risa descontrolada.

Andrés, absorto en su propia fascinación por las cosquillas y el control sobre Luz Karime, apenas registra las súplicas de la mujer entre sus carcajadas. Sus oídos están llenos del sonido de la risa descontrolada de Luz Karime, un sonido que le provoca una sensación de poder y excitación que lo envuelve en una especie de trance.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la diversión de Andrés comienza a menguar y empieza a darse cuenta de la angustia que está causando en Luz Karime. Aunque su fetiche por las cosquillas lo ha llevado a un estado de éxtasis, también es consciente de que está cruzando una línea y que necesita detenerse antes de que la situación se vuelva demasiado intensa.

A pesar de su conciencia cada vez más presente de la angustia de Luz Karime, Andrés continúa con la tortura, sumergido en su propio placer y excitación. Sus dedos ágiles exploran cada rincón de las plantas de los pies de Luz Karime, desencadenando oleadas de carcajadas desesperadas y súplicas entrecortadas.

Luz Karime, atrapada en la camilla y totalmente a merced de Andrés, se retuerce y contorsiona en un intento desesperado por escapar de las cosquillas implacables. Sus risas se mezclan con lágrimas de agonía mientras ruega por clemencia, pero sus súplicas caen en oídos sordos ante la intensidad del fetiche de Andrés.

La habitación resuena con el sonido de las risas histéricas de Luz Karime y el zumbido de los dedos de Andrés mientras continúa su implacable ataque cosquilloso. A medida que el tiempo pasa, la tortura parece interminable, y Luz Karime se encuentra atrapada en un torbellino de sensaciones abrumadoras, incapaz de encontrar alivio.

Entre las oleadas de risas descontroladas, Luz Karime apenas puede articular palabras coherentes. Sus súplicas se convierten en gemidos entrecortados y sus lágrimas se mezclan con la alegría forzada de su risa. Implora a Andrés que pare, que no puede soportarlo más, pero sus ruegos son ignorados en medio del frenesí cosquilloso.

Cada caricia de Andrés sobre sus plantas desencadena una nueva ráfaga de risas, más fuerte y desesperada que la anterior. La tortura parece no tener fin, y Luz Karime se siente atrapada en un ciclo interminable de cosquillas y agonía. Su cuerpo se retuerce y contorsiona en la camilla, luchando contra las ataduras mientras busca desesperadamente una vía de escape.

A medida que las carcajadas llenan la habitación, Luz Karime se encuentra al borde del agotamiento físico y emocional. Sus fuerzas disminuyen con cada segundo que pasa, pero la implacable tortura de Andrés no muestra signos de ceder. En medio de la desesperación, Luz Karime se aferra a la esperanza de que esta pesadilla termine pronto, rezando por un respiro de la cruel agonía que la consume.

Andrés se detiene por un momento, observando a Luz Karime exhausta y sin aliento tras la intensa sesión de cosquillas. Respirando agitadamente, ella levanta la mirada hacia él con una mezcla de incredulidad y agotamiento.

—¿Te divertiste? —pregunta Andrés con una sonrisa pícara, apenas conteniendo su excitación por la reacción de Luz Karime.

Luz Karime, aún tratando de recuperar el aliento, responde entre jadeos:

—¡Por favor, detente! No puedo más… ¡Esto es una locura!

Andrés, sin mostrar signos de compasión, continúa observándola con una chispa de diversión en sus ojos.

—Oh, pero creo que recién estamos comenzando. ¿No te parece, Luz Karime? Aún hay tanto más por explorar…

Luz Karime, sin fuerzas para protestar, solo puede mirarlo con resignación mientras se prepara para lo que pueda venir a continuación.

—¡Por favor, detente! —exclama Luz Karime entre risas desesperadas, sus ojos llenos de lágrimas por la intensidad de las cosquillas.

Andrés, con una sonrisa traviesa en el rostro, continúa con su ataque implacable, disfrutando cada momento de la tortura cómica.

—¿Te estás divirtiendo, Luz Karime? —pregunta Andrés con tono burlón, sabiendo que la respuesta está clara en las carcajadas incontrolables de ella.

Luz Karime, incapaz de articular palabras entre risas, solo puede suplicar por un breve descanso entre risas y sollozos de desesperación.

Las plantas de Luz Karime adquirían un tono rojizo debido a la intensidad de las cosquillas, su piel sensible se enrojecía por la estimulación constante, aumentando aún más su vulnerabilidad y su risa descontrolada.

Finalmente, Andrés se detiene, dejando a Luz Karime exhausta y jadeante. El reloj en la pared marca las 10:30 pm, señalando el final de una sesión intensa de cosquillas. Luz Karime permanece tendida en la camilla, su respiración agitada mientras intenta recuperar el aliento después de la tortura a la que fue sometida.

Andrés, con una sonrisa traviesa en el rostro, se inclina hacia Luz Karime, quien yace exhausta en la camilla.

—Desde el momento en que te vi, al entrar en tu oficina aquel primer día, supe que quería hacerte cosquillas —confiesa Andrés con una mirada pícara.

Luz Karime, luchando por recuperar el aliento, intenta hablar entre risas y respiraciones entrecortadas: —P-por favor, esto… esto es… demasiado.

Andrés, sin mostrar signos de arrepentimiento, se acerca a ella con una expresión de anticipación: —¿Demasiado?

Andrés asiente con una sonrisa complacida y se acerca para comenzar a desatar las correas que mantienen a Luz Karime inmovilizada. Mientras lo hace, Luz Karime respira profundamente, agradeciendo el alivio que siente al verse liberada de su confinamiento temporal.

—Gracias —susurra Luz Karime entre respiraciones entrecortadas—. Pensé que nunca terminaría.

Andrés, con una mirada llena de diversión, responde: —Fue una experiencia… interesante. Pero creo que ya es suficiente por hoy.

Con cuidado, Andrés libera completamente a Luz Karime, permitiéndole incorporarse y recuperarse del agotamiento causado por las intensas cosquillas.

Andrés, con una sonrisa satisfecha, extiende una mano hacia Luz Karime en un gesto de camaradería.

—Luz Karime, debo admitir que me sorprendiste gratamente. Por dejarte hacer cosquillas, te otorgaré una comisión extra en la compra de los servicios que me ofreciste. Considero que fue un trato justo, ¿no lo crees?

Luz Karime, todavía recuperándose del ataque de cosquillas, le devuelve una mirada de incredulidad mezclada con asombro.

—Andrés, nunca acordé ser sometida a cosquillas como parte de nuestro trato. Esto está completamente fuera de lugar —responde Luz Karime con firmeza, aunque su voz todavía muestra signos de fatiga.

Andrés se encoge de hombros con indiferencia.

—No importa, Luz Karime. De todos modos, creo que ambos nos divertimos un poco, ¿no crees? Además, no te preocupes por la comisión extra, puedo ajustar eso sin ningún problema —responde con una sonrisa pícara en los labios.

Luz Karime, todavía recuperándose de las intensas carcajadas, levanta la mirada hacia Andrés con una mezcla de alivio y confusión.

—Gracias, Andrés. Aprecio tu gesto, pero debo decir que esta fue una experiencia bastante inesperada —responde, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar su desconcierto.

Andrés asiente comprensivamente.

—Lo entiendo completamente. Fue un poco fuera de lo común, pero espero que no te hayas sentido incómoda. Solo quería hacer algo diferente y divertido —explica, ofreciendo una disculpa sincera.

Luz Karime asiente, sonriendo débilmente.

—No te preocupes, Andrés. Supongo que una pequeña dosis de diversión nunca viene mal. Pero creo que de ahora en adelante, prefiero mantener nuestras interacciones más centradas en los negocios —responde con una ligera risa nerviosa.

Andrés asiente en acuerdo.

—Por supuesto, Luz Karime. Lo entiendo perfectamente. De todas formas, gracias por tu tiempo y por considerar mis propuestas. Espero que podamos seguir trabajando juntos de manera más profesional en el futuro —concluye, extendiendo la mano hacia Luz Karime en un gesto de despedida.

Luz Karime le devuelve el apretón de manos con una sonrisa.

—Por supuesto, Andrés. Ha sido un placer conocerte y discutir los detalles de nuestros servicios. Si necesitas algo más, no dudes en llamarme —responde con cortesía.

Con eso, se despiden amistosamente, cada uno con sus propios pensamientos sobre la inusual reunión que acaban de compartir.

Fin?

Original de Tickling Stories

About Author