abril 28, 2024

Tickling Stories

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Mi experiencia como ticklee (parte 13)

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 55 segundos

Hola esta es mi primera publicación en este blog. Debo confesarles que sentí algo de vergüenza cuando me pidieron contar mis experiencias relacionadas con las cosquillas, porque en un principio creía que este tema era algo relacionado con mi vida privada e íntima, sin embargo, después de tanto insistir sus creadores y una sesión de cosquillas, accedí a escribir en el blog.

Primero que todo debo confesar algo, soy extremadamente cosquillosa en todos lados, sin embargo, mi pies y mis axilas son mi punto débil a las cosquillas. Ahora no hay nada peor que ser cosquillosa y que las personas que te rodeen se aprovechen de esa vulnerabilidad tuya.

Esta primera experiencia que voy a relatar, me sucedió hace unos meses en mi estudio en el cual brindo clases de yoga personalizadas para mujeres y hombres. Debo comentar que las únicas personas que me han hecho cosquillas, son mi hermana cuando estábamos pequeñas, mi esposo y mi hija, y pues es algo que no es que me guste mucho, por lo que soy demasiado cosquillosa.

Cuando monté mi estudio para brindar clases de yoga, pensé que yo sola podía administrar el negocio, sin embargo, el tema del yoga empezó a crecer rápidamente, así que pronto nació la necesidad de buscar una persona que trabajara conmigo y de una vez se convirtiera en mi aprendiz. Es así como decidí contratar a Verónica, una joven universitaria de 22 años de edad, a la cual le gusta mucho el tema del yoga y la relajación.

Con el tiempo comenzó a aprender todo el arte del yoga y la relajación, además de las diferentes técnicas y posiciones que se pueden dar en el yoga. Una tarde, mientras nos encontrábamos las dos solas en el estudio, decidimos utilizar las mantas que tenemos colgadas del techo para enseñarle a balancearse en ellas y subir casi hasta el techo, de tal manera que el cuerpo se mueva fácilmente sobre las mantas y no se vaya a quedar enredada dentro de éstas, de tal manera que se produzca un pequeño accidente.

Desafortunadamente para mi, se produjo el pequeño accidente mientras le explicaba Verónica, como debía subirse uno a las mantas y enrrollar el cuerpo, los brazos y los pies, sin enredarse en ellas. La imagen es una muestra del tipo de mantas que les hablo.

Resultado de imagen para yoga

Sin embargo, durante la tutoria que le estaba brindando a Verónica, quedé enrrollada en la manta, de tal manera que mis brazos y piernas quedaron atrapados y con mis pies y axilas descubiertas y a merced de mi verdugo.

Al momento de quedar enredada en la manta, con mis manos, tronco y pies enrrollados, nos entró un ataque risa a ambas, sin embargo después de un instante, le pedí a Verónica que me ayudara a desenredar del nudo en el que había quedado envuelta. Así que mi aprendiz comenzó a ayudarme a desenredar, sin embargo, en medio de su inocente colaboración metió sus dedos de manera accidental por entre mis brazos y la manta, lo que hizo que me retorciera un poco y estallara en risas.

Yo: jajajaja

Verónica:  y eso?

Yo: tengo cosquillas… jajajaja…

Verónica: en serio?

Yo: si… jajajaja…

Verónica siguió introduciendo sus dedos dentro de la manta, mientras seguía moviendolos rápidamente para hacerme cosquillas, yo lo único que podía hacer era reír y retorcerme dentro de la manta.

Yo: no mas… jajajaja… jajajajaja… paraaaa… jajajajajaja…

Verónica: y dónde más tienes cosquillas?

Yo: no te voy a decir… jajajaja…

Verónica: creo que en este momento no estás en condiciones de decirme que no, además, de nada sirve que me digas que no, si igual voy a descubrir donde más tienes cosquillas.

En ese momento Verónica comenzó a buscarme las cosquillas en cada uno de los rincones de mi cuerpo a los cuales tenía acceso. Lo peor llegó cuando me agarró los pies y en tono de burla terrorífica, comenzó a torturarme psicológicamente.

Verónica: y en los pies también tienes cosquillas?

Yo: tengo demasiadas, por favor, en los pies no me hagas cosquillas…

En ese momento, no sirvieron de nada mis súplicas, pues Verónica aprovechó la oportunidad y comenzó a rascarme las plantas de los pies con sus uñas. La muy malvada movía rápidamente sus dedos sobre las plantas de mis pies, lo que hizo que yo estallara en risas y me retorciera sobre la manta.

Verónica: vamos a ver cuantas cosquillas soportas en los pies.

Yo: jajajajaja… hahahahaha… hahahahaha… hahahahaha… nooooo… maaassss… jajajajajaja… porrrr favoorrrr… hahahaha… jajajaja… hahahahaha… hahahahaha… hahahahaha… nooooo… maaassss… jajajajajaja… porrrr favoorrrr… hahahaha…

Mis súplicas no valían de nada, Verónica únicamente aumentaba las cosquillas cada vez que me escuchaba suplicar, así que solo me dediqué a reír a carcajadas.

Yo: jajajajaja… hahahahaha… hahahahaha… hahahahaha… jajajajaja… hahahahaha… hahahahaha… hahahahaha…

Con las cosquillas que estaba recibiendo y los movimientos que hacía en la manta, retorciéndome de un lado a otro, la manta cedió en los amarres del techo y caí al suelo. En ese momento Verónica dejó de hacerme cosquillas y ambas seguimos riendo.

Después de esto, me ayudó a levantar, comenzamos a tratar de organizar el estudio por lo que ya se acercaba la hora de iniciar una sesión grupal con varias personas.

Esa fue mi experiencia con las cosquillas.

Martina

 

 

 

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