abril 28, 2024

Tickling Stories

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Mi experiencia como ticklee (parte 16)

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 45 segundos

Buen día, esta es mi primera publicación en el blog. Les cuento que fui a una sesión de cosquillas, contratada como ticklee. La persona que me contrató es un joven de unos 25 años de edad aproximadamente. Cuando llegué al sitio al cual me citó, timbré en el departamento que me indicó por correo y desde arriba abrió la puerta remotamente.

Subí, nos conocimos, conversamos sobre el tema y lo primero que hizo fue preguntarme si había hecho lo de los pies húmedos con los calcetines. Le dije que si, aunque sin embargo, me había tocado retirarme los calcetines en algunos momentos, porque sentía demasiado frío. Me dijo que no había problema, en ese momento me dijo que pasáramos a una habitación donde había una cama y correas en cada esquina de la cama, en ese momento supe que sería atada de pies y manos.
Me pidió de manera amable que me acostara en la cama, yo le pregunté si me quitaba los zapatos y los calcetines, la respuesta de él fue que el mismo lo hacía. Apenas me acosté, el muchacho al que llamaré «andrés», procedió a amarrarme las muñecas y los tobillos con las correas que habían en la cama y después de esto, procedió a quitarme los zapatos y los calcetines, y sin pensarlo dos veces movió sus dedos sobre las plantas de mis pies descubiertos, mi reacción no se hizo esperar y estallé en risas; y eso que unicamente movía sus dedos para «probar» si realmente era cosquillosa o no. Lo único que atinó a decirme fue lo siguiente: «se nota que eres demasiado cosquillosa en los pies, voy a divertirme mucho con tus cosquillosos pies, tengo unas herramientas que voy a utilizar durante la sesión». Yo lo único que pude decirle en medio de las risas fue lo siguiente: «soy muy cosquillosa en los pies, cualquier cosa que me pases por los pies me va a dar muchas cosquillas, solo espero que tengas algo de compasión» y seguí riendo como loca. Después de eso, subió y me hizo cosquillas en las piernas, justo en la parte de las rodillas y los muslos; y también me dio mucha risa. Continuó subiendo por mi cuerpo y comenzó a hacerme cosquillas en la cintura, las costillas y las axilas, en esas tres partes estuvo haciéndome un buen rato y yo lo único que podía hacer era reírme y retorcerme como loca de un lado a otro. Parecía un gusano moviéndome de un lado a otro.
Calculo que después de unos 20 minutos más o menos se detuvo, me dejó tomar aire y fue en ese momento cuando me dijo que ahora si venía lo bueno y que comenzaría a probar cada una de las herramientas que tenía en cada uno de mis pies. Te confieso que en ese momento tuve algo de miedo, porque no sabría cuánto tiempo seguido me haría cosquillas y con qué elementos lo haría. Comenzó primero haciéndome cosquillas en el pie izquierdo con sus dedos, después usó lo que creo que era como un pincel, después una pluma (no me dan cosquillas las plumas, pero como tenía los pies extremadamente sensibles, me hizo muchas cosquillas, sobre todo entre los deditos de los pies), un cepillo de dientes y lo peor fue cuando usó un cepillo de peinar, eso me puso como loca, comencé a gritar y trataba de sacar el pie de la llave que había hecho con su brazo y además de la correa que me había puesto. Cuando vio que no podía más, andrés suspendió y me dejó tomar aire nuevamente, únicamente para decirme que ahora continuaría con el pie derecho y que no creyera que ese pie se iba a quedar sin averiguar que se sentía ser «torturado» con esos elementos. Después de la breve pausa, comenzó a hacerme cosquillas en el pie derecho y por alguna extraña razón sentía más cosquillas en ese pie que en el izquierdo y creo que él se dio cuenta de eso, porque las cosquillas en ese pie fueron más intensas. Nuevamente al llegar al cepillo de peinar comencé a dar saltos en la cama, a reír como loca y a cacajadas, a gritar, a suplicar, a tratar de sacar el pie y lo único que logré fue que andrés incrementara las cosquillas que me estaba haciendo en el pie derecho.
Cuando terminamos la sesión de cosquillas, me quitó las correas de las muñecas y los tobillos, para decirme que me había hecho cosquillas por aproximadamente hora y media; que si quería repetirlo que únicamente lo llamara para una nueva sesión. Le dije que lo pensaría. Me pagó el dinero acordado, le coloqué talco a los zapatos y me los coloqué sin los calcetines, esos los metí en el bolso.
Llegué a mi casa con 50 dólares extra en mi bolsillo, producto de haberme «prestado» como ticklee para un fetichista de cosquillas.

Emy

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