mayo 2, 2024

Tickling Stories

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Mi experiencia como ticklee (parte 5)

Tiempo de lectura aprox: 5 minutos, 3 segundos

Desde pequeña siempre he considerado a las cosquillas como un juego divertido, en el cuál uno disfruta reír y ver reír a los demás. Sin embargo, nunca creí que algún día las cosquillas jugaran en mi contra y que además fuera cosquilleada por animales.

Siempre me he considerado una mujer extremadamente cosquillosa, es más considero que no tengo cosquillas, sino que más bien las cosquillas me tienen a mí. Tengo cosquillas en cada rincón de mi cuerpo y como este es un blog para personas fetichistas de las cosquillas, enumeraré mis partes más sensibles a éstas (las cosquillas). En orden de sensibilidad, mis partes más cosquillosas son:

  1. Los pies: soy extremadamente cosquillosa en los pies, no hay lugar de éstos en los que no sea sensible. No soporte ni el más mínimo roce o tacto con cualquier tipo de objeto.
  2. La cintura: no soporto que me toquen con la punta de los dedos, porque de una empiezo a retorcerme de la risa.
  3. Las axilas: éstas son un lugar que siempre está escondido a las demás personas, sin embargo, soy demasiado sensible en esa parte de mi cuerpo.

Bueno, volviendo al tema central de la historia; mi experiencia como «ticklee», un término utilizado para identificar a las personas que les gusta recibir cosquillas o que más bien son como una especie de víctimas de los «ticklers» que son las personas que a las cuales les encanta hacerle cosquillas a personas indefensas y cosquillosas como yo; mi experiencia se dio hace unos años mientras estudiaba en la universidad y aunque no lo crean fue con dos amigas de la facultad, estudié Administración de Empresas en una universidad aquí en la ciudad de Bogotá. Actualmente tengo 32 años, así que mi experiencia data de hace unos 7 años aproximadamente.

Todo se dio mientras estudiábamos para la sustentación de la tesis de grado. Estábamos reunidas en el apartamento de una de mis amigas. La dueña del apartamento se llamaba Natalia y mi otra amiga se llamaba Jessica. Nos encontrábamos estudiando, cuando de repente a Jessica se le dio por empezar a picarnos las costillas y la cintura a Natalia y a mi, mientras nos preguntaba al tiempo si eramos o no cosquillosas. Natalia estalló en risas y como era de esperarse yo me retorcí de la risa a carcajadas, debido a que no pude contenerme las cosquillas que me produjo el piquete que nos hizo Jessica. Las tres estábamos descalzas en la habitación de Natalia. El apartamento contaba con una habitación, su cocina, su baño y una pequeña sala-comedor. Natalia además tenía como mascota a un labrador llamado «rufo».

Después de habernos picado con sus dedos, Jessica lo único que acertó a decirnos fue: «vaya, si que son cosquillosas ustedes dos, deberíamos hacer algún juego de cosquillas aquí para desestresarnos, no creen?». Yo lo único que pude decir fue: «cosquillas? y eso como por qué?». Natalia también hizo la misma pregunta.

A lo que Jessica nos dijo: «yo también tengo cosquillas en todos lados, además de que son divertidas, me gusta hacerlas y recibirlas. Ustedes en qué partes del cuerpo tienen cosquillas, ademas de la cintura, porque porlo que veo ambas son cosquillosas ahí». Natalia fue la primera en animarse a contestar.

N: yo soy muy cosquillosa. Tengo cosquillas además de la cintura, en las axilas, en las rodillas y en los pies.

J: yo soy muy cosquillosa en los pies.

Y: yo en cambio soy hipercosquillosa en todos lados y al igual que ustedes, mis pies son mi punto débil.

Grave error. Aún me arrepiento sinceramente de haberles confesado a mis dos amigas de universidad y de tesis que mi punto débil a las cosquillas eran mis pies, en especial en toda la mitad de las plantas, justo en la parte del arco. Todavía es la hora en que nos encontramos y ese par se acuerda de lo cosquillosa que soy y me hacen cosquillas en todos lados del cuerpo.

Volviendo a la historia.

A nuestra amiga Jessica se le ocurrió que hiciéramos una apuesta para ver quien aguantaba más tiempo recibiendo cosquillas por parte de las otras dos amigas, sin embargo, dicha apuesta tenía un «plus» tal y como ella decía. El «plus» era, que como todas tres eramos cosquillosas en las plantas de los pies, debíamos permitir que rufo nos lamiera los pies, mientras éstos estuvieran untados de nutella. La verdad debo confesar, que si hubiera sabido que iba a sentir demasiadas cosquillas mientras rufo pasaba su lengua por mir pies, jamás hubiera aceptado ese «plus» en la apuesta. Todas aceptamos. La condición era que primero debíamos recibir cosquillas de las otras dos amigas en todo el cuerpo y después de que todas fuéramos «torturadas» entre sí, debíamos ser sometidas cada una a la lengua de rufo sobre nuestros pies. El tiempo para cada tortura debía ser de mínimo 15 minutos y máximo 30 minutos. Todas acordamos que fuera así. Todavía no entiendo en que pensábamos para soportar tanto tiempo de cosquillas.

La primera en animarse para el reto fue Jessica. Natalia quería cobrar venganza por la picada de costillas que le hizo Jessica así que se abalanzó sobre ella y comenzó a hacerle cosquillas en la cintura y costillas, mientras que a mi me tocó conformarme con los pies de Jessica. La pobre lo único que hacía era reír a carcajadas.

J: jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja… jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja…

Después de casi 10 minutos de cosquillas Jessica empezó a pedir que nos detuviéramos porque no soportaba más tiempo recibiendo cosquillas, a lo que Natalia le dijo que lo mínimo eran 15 minutos seguidos. A Jessica no le quedó más remedio que seguir riendo a carcajadas.

Al cabo de 20 minutos, nos detuvimos, podríamos decir que cobramos algo de «venganza» con Jessica por haber puesto las reglas y condiciones del juego de cosquillas. Natalia se pidió el siguiente turno. Al igual que con Jessica, nuevamente me tocó hacerle cosquillas en los pies a Nata, mientras que Jessica le hacía cosquillas en las axilas y la cintura, lugares en los cuales Nata había dicho que era cosquillosa.

N: jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja… jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja…

Unos 20 minutos duró la tortura de cosquillas con Natalia. Finalmente llegó mi turno de ser cosquilleada y como era de esperarse, Jessica se tiró sobre mi y empezó a hacerme cosquillas en las axilas, las costillas y la cintura, mientras que Natalia se encargó de hacerme cosquillas en mis indefensos e hipercosquillosos pies. Lo único que pude hacer fue reír a carcajadas, porque no podía moverme debido a que tenía a Jessica y a Natalia encima mío.

Y: jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja… jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja…

Después de 20 minutos, tanto Jessica y Natalia se detuvieron, dejaron de torturarme con cosquillas y empezamos a colocar en marcha la fase 2 del reto de cosquillas; hacer que rufo nos pasara la lengua por las plantas de los pies mientras éstos estuvieran untados de nutella.

Al igual que en la primera fase, Jessica fue la primera. Aunque es cosquillosa en los pies, no sabría decir si soportó que rufo lamiera las plantas de sus pies o no le produjo cosquillas, lo único que puedo decir es que solo dejó escapar una que otra sonrisa, algo así como «jijijii» y ya. Después de unos 15 minutos suspendimos y continuó Natalia en el siguiente turno.

Natalia en cambio si comenzó a reír desesperadamente y al ver yo como se reía ella a causa de la lamida que le estaba pegando rufo a sus pies, empecé a imaginar como sería yo cuando me llegara mi turno.

N: jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja… jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja…

15 minutos más tarde terminó el martirio para Natalia y por fin llegó mi turno. Jessica y Natalia comenzaron a untarme las plantas de los pies con nutella y el movimiento de sus dedos me hacía sentir cosquillas, lo cual hacía que moviera mis pies y me riera un poco.

Y: jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja… jajajaja… jajajajajaja… jajajajaja…

J: deja de mover los pies.

N: si deja los pies quietos.

Y: no puedoooo… jajajajaja… me hacen muchas cosquillas… jajajajaja…

Apenas terminaron, rufo comenzó a lamer las plantas de mis pies, ésto me hizo sentir demasiadas cosquillas y la verdad les confieso algo, no pensé que la lengua de un perro hiciera muchas cosquillas. Mi reacción fue de risas incontrolables y mucho desespero. Comencé a reír y a gritar desesperadamente y a moverme, parecía un resorte dando saltos.

Y: jajajaja… jajajajajaja… hahahaha… jajajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajajajaja… jajajajaja… jajajaja… jajajajajaja… hahahaha… jajajajaja… jajajaja… hahahaha… jajajajajaja… jajajajaja… jajajaja… jajajajajaja… hahahaha… hahahaha…

A los 15 minutos rufo terminó de lamer mis pies, pero Natalia y Jessica al ver las cosquillas que yo estaba sintiendo dejaron que rufo siguiera torturándome. Mientras tuve los pies untados de nutella la lengua de rufo me hacía cosquillas, sin embargo no eran tan fuertes, como cuando ya no tenía ni rastro de nutella en las plantas de mis pies. Fue demasiada tortura y demasiadas cosquillas. Nunca había sido cosquilleada de esa forma.

En fin la tortura con rufo culminó, todas nos divertimos un rato y continuamos preparando nuestra tesis. Al final nos sacamos un 5 en la sustentación.

Esa fue mi experiencia como ticklee, espero que les haya gustado.

Besos

Lina

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