abril 28, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas. Somos parte de la comunidad en español en Telegram – LTC.

En busca de empleo – Parte 10

Tiempo de lectura aprox: 7 minutos, 33 segundos

Nuevamente en esta historia tenemos como protagonista a la profesora de diseño gráfico, Yolanda de 40 años. En esta historia vuelve acompañada de su hermana Cristina de 37 años y su estudiante «nerd» Javier de 19 años.

Tal y como habían quedado en la última sesión en casa de Yolanda; Javier procedió a escribirle a su profesora de diseño 3D.

«Hola profe. Recuerda lo que conversamos la última vez en su casa. Justo el día que estaba su hermana Cristina. Me preguntaba si era posible hacer esa sesión que pactamos, pero en mi casa. Sería posible eso?» – Escribió Javier vía Whatsapp a Yolanda.

Yolanda se encontraba trabajando en un diseño que le habían encargado, sin embargo, al escuchar el tono de Whatsapp en su iPhone, decidió hacer una pausa para leer el mensaje.

Al abrir el mensaje se quedó «helada» sin saber que escribir, así que para distraerse continuó haciendo su trabajo que le habían encargado.

No pasaron ni 5 minutos, cuando volvió a recibir un nuevo mensaje.

«Hola profe, que pena la insistidera. Sé que está leyendo mis mensajes. Quisiera una respuesta por favor. Gracias.» – Volvió a escribir Javier.

Yolanda leyó el mensaje y notó un tono algo «fuerte».

«Hola Javier. Efectivamente leí tu primer mensaje, no te contesté enseguida porque estoy intentando renderizar un diseño de un cliente. Apenas termine te escribiré.» – Escribió Yolanda.

«OK» – Respondió Javier.

Después de terminar de renderizar el proyecto en el que estaba trabajando, Yolanda tomó su iPhone y le escribió a su hermana.

«Hola Cris. Estás por ahí?» – Escribió Yolanda.

«Hola tu.» – Respondió Cristina.

«Javier, mi estudiante. El de las cosquillas. Me está escribiendo. Preguntándome cuándo vamos a hacer esa sesión de la que nos habló la vez pasada.» – Escribió Yolanda.

«Ah si y que pasa con eso?» – Preguntó Cristina.

«Pues, tu sabes que estoy ocupada con el requerimiento que me hizo este nuevo cliente. Ellos son una multinacional y debo entregar eso cuanto antes. Ahora, si quieres, puedes ir tu sola. Sino tienes nada que hacer hoy. » – Respondió Yolanda.

«De momento no tengo nada programado. Escríbele y dile que voy yo.» – Respondió Cristina.

Yolanda, haciendo caso a las palabra de su hermana Cristina, decidió escribirle a su estudiante vía Whatsapp.

«Hola Javier. Yo me encuentro algo ocupada y no tengo disponibilidad en estos momentos para la sesión de la que hablamos, sin embargo, debo decirte que mi hermana si está interesada en asistir. Te envío el número de ella para que se coloquen en contacto y agenden la sesión. Te pido mil disculpas.» – Escribió Yolanda.

«OK.» – Respondió Javier.

Unos 2 o 3 minutos después, Javier le escribió a Cristina.

«Hola Cristina. Cómo estás? Te escribe Javier. Soy el estudiante de tu hermana Yolanda. El chico de las cosquillas, te escribo para acordar la sesión de la que hablamos.» – Mensaje de Javier.

«Hola Javier. Estoy bien y tú cómo estás? Claro que me acuerdo de la sesión que me comentaste la vez pasada. Te cuento que el día de hoy no tengo nada programado. Si queires vienes a mi apartamento o voy al tuyo. Quedo atenta. Gracias.» – Mensaje de Cristina.

A Javier se le iluminaron sus ojos al leer el mensaje de Cristina. Sabía lo cosquillosa que era ella y se moría de ganas por torturarla con cosquillas; sin embargo, había un problema: No estaba solo en casa. Sus padres habían viajado a pasar una semana en la ciudad. Ellos vivían en un pueblo a 3 horas de la capital.

«Hola. Me parece bien ir a tu casa. Creo que te sentirías más cómoda allá. Por favor envíame la dirección y la hora en la que quisieras que vaya.» – Mensaje de Javier.

«Mira, mi dirección es xxxxx. Si deseas puedes venir ya. Aprovecho que tengo algo de disponibilidad.» – Mensaje de Cristina.

Javier anotó la dirección y la buscó en Google maps, ahí se dio cuenta que se demoraría uno 15 minutos en su patineta eléctrica.

Llegó a la dirección en cuestión un edificio de apartamentos de 5 pisos. Cristina vivía en el último piso. Javier llevaba en su maleta toda clase de elementos para la sesión: cuerdas, correas, esposas, cepillos, peines, tenedores, pinceles, brochas, masajeadores tipo cepillos eléctricos, plumas, uñas metálicas, plectro de guitarra. Prácticamente carcagaba con todo un arsenal.

Tocó el timbre en el citófono.

«Hola?» – La voz de Cristina en el citófono.

«Soy Javier.» – Respondió el chico.

«Ya te abro la puerta.» – Respondió Cristina.

Sonó un timbre en la puerta que indicaba que Cristina había autorizado el ingreso desde su apartamento.

Javier subió los 5 pisos con su patineta al hombro hasta el apartamento de Cristina. Al llegar la puerta estaba entre abierta.

«Hola, Javier. Cómo te fue?» – Saludó Cristina a Javier.

Cristina estaba descalza en su apartamento alfombrado. Estaba recién bañada, tenía colocada una bata de baño.

«Sigue y siéntate mientras, voy y me cambio. Necesitas que me coloque una vestimenta necesaria para la sesión?» – Preguntó Cristina.

«Pues, si recuerdas cómo les indiqué esa vez?» – Preguntó Javier.

«Si claro. Dijiste que bikini o ropa interior. Cierto?» – Respondió Cristina.

«Esta bien. Entonces escoge alguno de los dos.» – Respondió Javier.

«Listo. Ya se que colocarme. Te aviso apenas esté lista.» Respondió Cristina.

Unos 10 minutos después Cristina llamó a Javier desde su habitación.

«Estoy lista. Puedes pasar.» – Dijo Cristina.

Se encontraba en su cama en ropa interior color violeta y tenía las uñas de los pies pintadas de rojo. Javier ingresó a la habitación de Cristina y no pudo evitar tener pensamientos turbios. Sintió algo de exitación al verla vulnerable y en ropa interior en su cama.

«wow. Te ves espectacular.» – Dijo Javier.

«Gracias.» – Respondió Cristina, con algo de pena.

«Primero, tendré que colcoarte estas esposas acolchadas en tus muñecas y tobillos. Después tendré que colcoar estas cuerdas en cada extremo de tu cama. Te colocaré también este cubre ojos, para que no puedas ver nada y hacer más intensa la sesión y después solo iniciaríamos. Está claro? Alguna pregunta?» – Dijo Javier.

«Es necesario los ojos tapados?» – Preguntó Cristina.

«Si. Además que se incrementarán las sensaciones de cosquillas en tu cuerpo si no ves nada.» – Dijo Javier.

«Bueno esta bien. Inicia. Tenemos 1 o 2 horas para hacer esto. Supongo que harás pausas. Cierto?» – Dijo Cristina.

«Asi es. Haré pausas.» – Dijo Javier.

Inició Javier cuidadosamente a atar a Cristina con las esposas a las cuerdas de cada extremo de su cama, dejándola en posición de X. Una vez finalizó, procedió a colocarle la venda en los ojos. Apenas terminó se levantó de la cama.

«Lista para la locura?» – Preguntó con sarcasmo Javier.

«La locura?» – Respondió con algo de nervios Cristina.

No había terminado de preguntar Cristina a Javier, cuando éste deslizó la punta de sus dedos índices sobre las vulnerables plantas de Cristina, haciéndola dar un salto y decir «ay».

«Cosquillas?» – Preguntó con sarcasmo Javier.

«Me tomaste por sorpresa.» – Respondió Cristina.

«No te preocupes. No volverá a pasar.» – Dijo Javier.

Y casi sin dejar que Cristina se repusiera, Javier saltó encima de ella y comenzó a hacerle cosquillas en las costillas, axilas y cintura, haciéndola saltar, gritar y reír a carcajadas.

«JAJAJAJAJAJ JAJAJAJAJA JAJAJAJAJAA» – Reía a carcajadas Cristina, mientras se revolcaba como loca en la cama.

Las risas de Cristina inundaban la habitación y su apartamento, mientras que Javier estaba sumido en un trance.

Javier continuaba hundiendo y moviendo sus dedos rápidamente en las axilas cosquillosas de Cristina, mientras que ella solo reía. Aprovechando la vulnerabilidad de Cristina, el chico continuó su tortura de cosquillas, pero esta vez comenzó a recorrer los costados cosquillosos de su víctima, quien continuaba riendo y revolcándose como loca.

Lo peor llegó cuando Javier comenzó a apretar la cintura, barriga y ombligo de Cristina, haciéndola estallar en carcajadas, gritos, súplicas y saltos.

«JAJAJAJAJA AAAAAHHHHH JAJAJAJAJAJA AHIIII NOOOOOOO JAJAJAJAJAJJAA» – Reía y suplicaba Cristina.

Habían transcurrido casi 45 minutos desde que inició la tortura de cosquillas. Cristina estaba exhausta, casi no podia respirar bien por las cosquillas que estaba recibiendo y su risa se estaba tornando algo ronca. Fue justo en ese momento que Javier decidió hacer una pausa, dejando que Cristina tomara algo de aire y recobrara fuerzas.

«Resultaste más cosquillosa que tu hermana Yolanda.» – Le decía Javier a Cristina, quien estaba atada a la cama en forma de X, con los ojos vendados.

«Soy muy cosquillosa. Yo te dije la vez pasada en casa de Yolanda.» – Respondió Cristina tomando aire.

«Si eso me doy cuenta.» – Decía Javier, mientras apretaba la cintura de Cristina, sin que ella viera de dónde venía el «ataque», haciéndola dar un salto.

Javier se levantó de la cama, se dirigió a los cosquillosos pies de Cristina y obervando el kit de herramientas que tenía a un lado comenzó a cosquillear las plantas inicialmente con los dedos de sus manos. Las reacción de Cristina no se hizo esperar.

«JAJAJAJA JAJAJAJA JAJAJA LOS PIESSSS NOOOOO JAJAJAJAJAJJA NO SE VALEEEEE AJAJAJAJJAJA» – Reía y cuplicaba Cristina.

Mientras Cristina reía y suplicaba a carcajadas, Javier comenzaba a revisar sus herramientas, para decidir con cual o cuales torturaría las hipercosquillosas plantas de Cristina.

Javier decidió colocarse unos guantes para retirar el pelo de los gatos, estos guantes traen como una especie de puas.

«Estás lista para el siguiente paso?» – Preguntó Javier

«Siguiente paso?» – Respondió con pregunta Cristina

Y casi sin dejar que analizara la pregunta, Javier comenzó a mover rápidamente el guante abierto con las puas, sobre la planta izquierda de Cristina, haciéndola estallar en carcajdas.

«JAJAJAJAJAJ AJAJJAJAJAJA JAJAJAJAJ AJAJAJJAJAJAJAJAJ AJAJAJAJAJA»

Javier estaba en éxtasis escuchando las carcajadas de Cristina. Lo único que pudo hacer fue cambiar a la planta derecha. Las carcajdas de Cristina se incrementaron.

«JAJAJAJAJAJ AJAJJAJAJAJA JAJAJAJAJ AJAJAJJAJAJAJAJAJ AJAJAJAJAJA»

Javier deja de usaar el guante y hace una breve pausa, mientras se lo retira de su mano y busca una nueva herramienta. Esta vez se decide por un cepillo de peinar de cerdas redondas.

Mientras Cristina, intenta tomar algo de aire y trata de recuperarse, siente como Javier se le sienta en su pierna izquierda; y antes que ella pueda decir una palabra, Javier agarra el pie izquierdo de Cristina y con su otra mano comienza a deslizar rápidamente el cepillo por la planta vulnerable de ella, haciéndola solar una carcajada.

«JAJAJAJAJAJ AJAJJAJAJAJA JAJAJAJAJ AJAJAJJAJAJAJAJAJ AJAJAJAJAJA»

Mientras Cristina se revuelca como loca en medio de las carcajadas, Javier continua como si nada moviendo en todas las direcciones el cepillo sobre la vulnerable y cosquillosa planta de Cristina.

Al cabo de casi 20 minutos Javier se detiene. Se mueve sobre la cama hacie el pie derecho de Cristina, sentándose sobre la pierna derecha, haciendo que Cristina comience a suplicar.

«Por favor Javier, no sigas más. En serio no creo que aguante más. Me estoy volviendo loca con tantas cosquillas.» – suplicaba Cristina.

Javier ignorando completamente las súplicas de Cristina, comenzó a movér el cepillo en todas las direcciones sobre la vulnerable e hipercosquillosa planta derecha de Cristina, haciéndola estallar a carcajadas y gritos.

«JAJAJAJAJAJ AJAJJAJAJAJA JAJAJAJAJ AAAAAAAAAAAAAHHHHHHH AJAJAJJAJAJAJAJAJ AJAJAJAJAJA HAHAHAHAHAH AJJAJAJAJAJAJ AHAHHHHHAAAAAAJAJAJJAJA JAJAJAJAJAJAJAJAJA»

Resultó que Cristina era mucho más cosquillosa en su pie derecho que en el izquierdo, y eso hacía que Javier sintiera mucho más placer.

Después de casi 1 hora y 40 minutos de cosquillas. Javier simplemente decidió que ya era suficiente. Cristina estaba muy cansada de tanto reír. Le dolía todo su cuerpo y estaba completamente sudada.

Javier muy desentemente, comenzó a quitarle las ataduras suavemente, de la misma manera como se las colocó y al final le quitó la venda de los ojos.

«Y bien? Qué opinas?» – Preguntó Javier a Cristina.

«Demasiadas cosquillas. Osea si sabía cuan cosquillosa soy. No pensé ser hipercosquillosa en las plantas de los pies y más en la derecha.» – Decía Cristina.

«Si eso me di cuenta. Eres más cosquillosa en la planta derecha que en la izquierda.» – Decía Javier.

«Además que el hecho de estar atada de pies y manos, con los ojos vendados, me hacía estar mucho más vulnerable y creo que me aumentó la sensibilidad a las cosquillas en mi cuerpo.» – Decía Cristina.

«Repetirías nuevamente esto?» – Preguntó Javier.

«Ufff es muy intenso. Pero creo que si lo repetiría.» – Respondió Cristina.

«Oye te puedo hacer una pregunta?» – Preguntó Cristina.

«Si claro.» – Respondió Javier.

«Qué sientes cuándo le haces cosquillas a una mujer? Sientes placer? Exitación?» – Preguntó Cristina.

«Es algo indescriptible. Es una sensación extraña. Podría decir que algo de placer, pero simplemente me gusta hacerlas y ver como ustedes las mujeres se retuersen de la risa.» – Respondió Javier.

«Cuando solicitaste los servicios de mi hermana como profesora. Sabías que ibas si o si a hacerle cosquillas?» – Preguntó Cristina.

«Si claro. Ese siempre fue mi proósito inicial.» – Respondió Javier

«Y si no hubiera tenido cosquillas mi hermana. Qué habrías hecho?» – Preguntó Cristina.

«Todas las mujeres tienen cosquillas. Y curiosamente en su mayoría son cosquillosas en las plantas de sus pies.» – Respondió Javier.

«Eso si es cierto. Las cosquillas hacen parte obligatoria de nosotras las mujeres. Jajaja» – Respondió Cristina.

«Bueno ya tienes mi número. Cuando quieras repetir la sesión me avisas.» – Le dijo Javier a Cristina.

«Y mi hermana?» – Preguntó Cristina.

«Tu hermana, espero poder hacerle cosquillas en estos días. Solamente no la coloques en sobre aviso. Si?» – Comentó Javier.

Cristina se vistió y se despidió de Javier, quien tomó sus cosas y salió el apartamento de Cristina, rumbo a su departamento a verse con sus papás.

 

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