abril 29, 2024

Tickling Stories

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En busca de empleo – Parte 7

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 25 segundos

Yolanda es una mujer de 40 años, con experiencia en áreas relacionadas con el diseño gráfico. Es profesora de varias universidades. Sin embargo, por circustancias de la vida y temas ajenos a ella, las universidades para las que trabajaba, comenzaron a cancelarle sus contratos casi que de manera simultánea.

Debido a que sus gastos no podían esperar, comenzó a probar suerte en diferentes portales de anuncios clasificados, buscando la mejor opción para generar dinero y poder cubrir las deudas mensuales.

En uno de esos portales vio un anuncio que decía: «Se necesita profesora de herramientas de diseño, para clases personalizadas»; lo que ella nunca se imaginaría es que esas supuestas clases personalizadas se convirtieran en una forma de «tortura económica» y le generara un ingreso adicional.

Yolanda siempre ha sido una mujer extremadamente cosquillosa desde la cabeza, hasta las plantas de los pies. Casi siempre las cosquillas le generaban un tipo de estrés, sobre todo a la hora ir al salón de belleza a hacerse manicure y pedicure. Odiaba los masajes precisamente por su condición de ser extremadamente cosquillosa en su cuerpo.

Yolanda no tenía hijos y en este momento tampoco pareja. Es una mujer divorciada, dedicada a tu carrera profesional. Su forma de vestir casi siempre son jeanes, camisetas, chaquetas y zapatos tenis o botas.

Yolanda se colocó en contacto con la persona que requería los servicios de una profesora en herramientas de diseño gráfico para clases personalizadas.

Se pudo colocar en contacto con el posible cliente de las clases personalizadas y acordaron un pago de $60 mil pesos la hora de cada clase. El sitio de trabajo llegaron al acuerdo a que sería el apartamento de ella; no se sentía segura yendo a la casa de un desconocido, mientras que curiosamente, se sentía más cómoda trayéndolo a su apartamento.

Llegaron al acuerdo de iniciar ese mismo día. Sobre las 2 pm llegó su estudiante, un chico universitario de 19 años, con apariencia de un chico «nerd» que necesitaba «mejorar» sus conocimientos en las herramientas de diseño gráfico para aumentar supuestamente sus calificaciones en la universidad donde estudiaba.

Ese primer dia de clases,  Yolanda se encontraba vestida con un jean, camiseta blanca manga corta y tenis converse sin medias.

Su estudiante llegó, se anunció en el citófono y Yolanda, desde su apartamento autorizó el ingreso. El chico ingresó al edificio y se dirigió al apartamento de Yolanda.

Al llegar al apartamento, Yolanda abrió la puerta; ambos se saludaron y se dirigieron al estudio, donde ella tenía su computador con los programas que iban a utilizar en las clases.

Transcurría media hora de la clase. Yolanda se encontraba concentrada, ejecutando unos «comandos» dentro del software para renderizar unas cosas que habían diseñado como ejemplo, mientras que su «estudiante» estaba sentado al lado de ella en otra silla, con su laptop justo al lado del computador de Yolanda.

Había un silencio total, Yolanda no decía ni una palabra mientras corría los comandos. Era casi que un silencio algo incómodo. El chico llamado Pedro, en un intento por «romper» ese silencio, le picó la cintura a Yolanda, haciendo que ella pegara un brinco en la silla y soltara una carcajada.

«Jajajajajajajaja»

Yolanda, con la cara roja en efecto inmediato, con algo de pena y vergüenza: «Lo siento. Tengo muchas cosquillas»

Mientras que el chico con cara de algo de satisfacción: «Eres cosquillosa?»

«Tengo demasiadas cosquillas. No vuelvas a hacer eso. Por favor.» – Dijo Yolanda.

«Y solo tienes cosquillas ahí? O también tienes en otra parte del cuerpo?» – Preguntó intrigado su estudiante.

Yolanda había entrado, sin darse cuenta, a un callejón sin salida.

«Por qué me preguntas eso?» – Preguntó Yolanda a través de su respuesta.

«Solo curiosidad nada más» – Respondió su estudiante.

Ya entrada en ese callejó sin salida al que había sido llevada sin darse cuenta, Yolanda continuó respondiendo «inocentemente» a su interrogatorio, sin darse cuenta lo que le esperaba.

«Tengo cosquillas en todo lado» – Respondió tranquilamente Yolanda, mientras continuaba escribiendo comandos.

«En los pies tambien?» – Pregunto el curioso estudiante.

«En los pies es donde más tengo, sobre todo en las  plantas» – Respondió Yolanda, con la mirada puesta en la pantalla de su computador, así que su respuesta fue en un modo «automático».

En ese momento su estudiante tenía una cara de satisfacción y dentro de su cerebro estaba maquinando una idea para hacerle cosquillas a Yolanda.

Mientras Yolanda continuaba escribiendo comandos para el proceso de renderizado, su estudiante le pidió prestado el baño. Era la excusa perfecta para poder venir por detrás y hacerle cosquillas nuevamente a ella.

El estudiante fue al baño y cuando regresó se colocó detrás de su profesora y con las manos en forma de «garras» comenzó a cosquillear la cintura y costillas de Yolanda, mientras además movía sus dedos como apretando una almohada.

La reacción de Yolanda fue inmediata, soltando una carcajada y dando un salto en la silla, haciéndola caer al suelo, en medio de risas y súplicas.

«Jajajajaja… no por favor… jajajajajajaja… para… para… jajajajajajajajaja»

Para su estudiante, las risas y súplicas de Yolanda, prácticame era música para sus oídos. El chico aprovechó la vulnerabilidad de Yolanda y se subió sobre ella, que en ese momento se encontraba en el suelo revolcándose de la risa, como producto de las cosquillas recibidas.

Su estudiante sin decir una palabra, continuaba cosquilleando la cintura y las costillas de Yolanda, quin yacía tirada en el suelo revolcándose de la risa y suplicando piedad.

«Jajajajaja… no por favor… jajajajajajaja… para… para… jajajajajajajajaja»

Aprovechando el «trance» en el que se encontraba Yolanda, su estudiante comenzó a apretar las rodillas, haciendo que ella comenzara a mover las piernas intentando liberarse, sin embargo, sus esfuerzos eran en vano.

Sumido en un letargo de exitación en medio de la satisfacción de su fetiche por las cosquillas, el joven estudiante levantó rápidamente los pies de Yolanda, retirando casi que como un «mago» ambos tenis, dejando los pies de su profesora totalmente expuestos y vulnerables. Yolanda aún continuaba riendo y suplicando, sin poder darse cuenta de lo que estaba pasando.

«Jajajajaja… no por favor… jajajajajajaja… para… para… jajajajajajajajaja»

El estudiante giró a Yolanda sobre el suelo, colocándola en posición «boca abajo» y se sentó sobre las piernas de ella a la altura de los muslos, flexionando ambos pies lo más cerca de su pecho, para poder tener acceso más fácil a ambas plantas vulnerables y sensibles. Quería probar por sus propios medios, si realmente su profesora era tan cosquillosa como ella había dicho.

Y sin dejar de cosquillear la cintura de Yolanda, para que ella no saliera del trance, con su brazo izquierdo hizo una llave a ambos pies, mientras que rápidamente movió su mano derecha de la cintura de Yolanda a ambas plantas vulnerables, haciéndola estallar en carcajadas.

«NOOOOOOO»

«JAJAJAJAJAJAJA HAHAHAHAHAHA JAJAJAJAJAJAJ AHAHAHAHHAHAAJ AJJAJAJAJAJ AHAHAHA»

La risa de Yolanda se incrementó y se mezcló con gritos de desesperación, mientras movía sus pies como loca intentando safarse de las cosquillas que estaba recibiendo sobre sus hipercosquillosas plantas.

Al final, el esutdiante mismo dejó de cosquillear a Yolanda, se levantó de encima de ella, y vio como se giraba sobre su eje, con pequeñas risas y algo sudada. Prácticamente estaba agotada de tanto reír.

El estudiante pensó por algún momento que Yolanda iba a pedirle que se retirara, sin embargo en medio de risas y algo cansada por las cosquillas le comentó: «Tenía mucho tiempo que no me reía tanto, jajaja. Hacía mucho tiempo no me habían hecho cosquillas»

«En serio?» – Preguntó su estudiante.

«Si en serio. La última vez que me hicieron cosquillas así fue hace como 20 años. Jajaja» – Respondió Yolanda

«Sería interesante repetir esto nuevamente. No crees?» – Preguntó su estudiante.

«No sé. Tendría que pensarlo» – Dijo Yolanda

Yolanda y su estudiante finalizaron la clase. Dejaron la puerta abierta para una nueva clase en otras herramientas. Así que no es de extrañar que la volvamos a leer en el blog.

Original de TicklingStories

 

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