mayo 17, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas. Somos parte de la comunidad en español en Telegram – LTC.

En busca de empleo – Parte 15

Tiempo de lectura aprox: 18 minutos

Jackie, una mujer de 32 años, destacaba por su estatura de aproximadamente 1,65 metros y su peso de unos 55 kg. Su piel era de un tono blanco, radiante y suave al tacto, con un ligero rubor rosado en las mejillas que resaltaba su belleza natural. Sus ojos miel brillaban con inteligencia y curiosidad, mientras que su cabello largo y sedoso, de un negro profundo, caía en suaves ondas hasta la mitad de su espalda.

Lo más llamativo de Jackie eran sus pies. Los pies de Jackie presentaban una suave curvatura en los talones, transmitiendo una sensación de comodidad y armonía. Su piel, de un tono blanco níveo, contrastaba con las plantas, que mostraban un ligero tono rosado y, en ciertas zonas, un sutil rubor, especialmente en los talones, las yemas de los dedos, los bordes de los arcos y la base de los dedos. Jackie siempre se aseguraba de cuidar sus pies con esmero, manteniéndolos suaves y libres de durezas.

En cuanto a su calzado, Jackie usaba una talla 37 y prefería zapatos cómodos y elegantes que complementaran su estilo profesional. Y, como parte de su rutina de cuidado personal, Jackie siempre se pintaba las uñas de manos y pies con un esmalte de color rojo oscuro, que aportaba un toque de sofisticación a su apariencia impecable.

Jackie había regresado recientemente de Estados Unidos, donde había vivido y estudiado durante seis años, sumergiéndose por completo en la cultura y perfeccionando su dominio del idioma inglés. Con la esperanza de compartir su experiencia y conocimientos, comenzó a buscar empleo como profesora de inglés en colegios bilingües y escuelas regulares de su ciudad.

Sin embargo, se encontró con la misma respuesta una y otra vez: las instituciones ya contaban con profesionales en esa área y no estaban contratando en ese momento. A pesar de su determinación y habilidades, Jackie se sentía desanimada por la falta de oportunidades laborales.

Decidida a no rendirse, Jackie optó por un enfoque diferente. Publicó un anuncio en línea ofreciendo clases particulares de inglés, destacando su experiencia en el idioma y su enfoque personalizado para enseñar. Además del texto descriptivo, decidió agregar una foto suya, donde aparecía de manera profesional pero amigable, transmitiendo confianza y calidez a futuros estudiantes. Con la esperanza de atraer la atención de aquellos que buscaban mejorar su dominio del inglés, Jackie esperaba que esta nueva estrategia fuera la clave para encontrar alumnos dispuestos a aprender con ella.

Con el pasar de los días y las semanas, Jackie se encontraba cada vez más ansiosa. A pesar de su perseverancia y dedicación en la búsqueda de empleo, las oportunidades parecían escasas y las respuestas a su anuncio en línea no llegaban. Cada mañana revisaba su teléfono esperando encontrar un mensaje o una llamada de alguien interesado en sus clases particulares de inglés, pero la pantalla seguía mostrando la misma decepcionante falta de actividad.

La incertidumbre y la frustración comenzaban a pesar sobre Jackie, quien se cuestionaba si había tomado la decisión correcta al emprender este camino. A pesar de su experiencia y habilidades en el idioma inglés, la realidad del mercado laboral parecía estar en su contra. Sin embargo, se negaba a rendirse y estaba decidida a seguir adelante, buscando nuevas formas de promover sus servicios y alcanzar a aquellos que podrían beneficiarse de sus enseñanzas.

Cuando ya todo parecia perdido, recibio un mensaje de una persona interesada, era una mujer de 43 años que iba a viajar a londres y requeria una clase intensiba de ingles, asi que le escrribio a jackie para saber como era su metodologia y cuanto costaba la clase y cuanto tiempo era, la mujer se identifico como Pamela.

El mensaje de Pamela llegó como un destello de esperanza en medio de la frustración que Jackie experimentaba. En su correo electrónico, Pamela expresaba su necesidad urgente de clases intensivas de inglés, ya que tenía un viaje planeado a Londres en el horizonte. Intrigada por la propuesta, Jackie respondió con prontitud, ofreciéndole detalles sobre su enfoque de enseñanza y tarifas.

Con un tono amable y profesional, Jackie describió su metodología de enseñanza, resaltando su enfoque personalizado y práctico. Explicó que las clases serían adaptadas a las necesidades específicas de Pamela, diseñadas para prepararla eficazmente para su viaje. Además, proporcionó información detallada sobre las tarifas y la duración de las clases, asegurando a Pamela que recibiría un servicio de calidad a un precio justo.

Con la esperanza de que esta oportunidad pudiera marcar un punto de inflexión en su búsqueda de empleo, Jackie aguardó con expectación la respuesta de Pamela, confiando en que esta colaboración potencial fuera el comienzo de una relación profesional fructífera.

Jackie decidió ser transparente con Pamela sobre las tarifas de sus clases. En su respuesta, le informó que su tarifa era de aproximadamente 20 dólares por hora de clase. Explicó que este precio reflejaba la calidad y la dedicación que ponía en cada sesión, asegurándole a Pamela que recibiría un servicio de alto valor por su inversión.

Además, Jackie se comprometió a ofrecer flexibilidad en cuanto a los horarios de clase, adaptándose a las necesidades de Pamela para garantizar que pudiera aprovechar al máximo su tiempo de aprendizaje. Concluyó su mensaje con un gesto de apertura, invitando a Pamela a contactarla si tenía alguna pregunta adicional o si deseaba programar una reunión para discutir sus necesidades específicas.

Con la esperanza de que su propuesta fuera bien recibida, Jackie aguardó con anticipación la respuesta de Pamela, consciente de que esta oportunidad podría ser el inicio de una colaboración mutuamente beneficiosa.

Pamela recibió la respuesta de Jackie con un interés peculiar. Aunque las tarifas y el tiempo de las clases eran información relevante, lo que realmente captó la atención de Pamela fue el perfil de Jackie. Conocer a una profesora de inglés tan atractiva despertó un deseo oculto en Pamela, que iba más allá del aprendizaje del idioma.

En realidad, Pamela tenía otras intenciones. Aunque dominaba el inglés, su verdadero interés no residía en las lecciones lingüísticas, sino en su fetiche por los pies de mujeres y por las cosquillas. La idea de estar cerca de Jackie, con sus pies blancos y delicados, y la posibilidad de descubrir si era tan cosquillosa como imaginaba, la emocionaba más que cualquier lección de gramática.

Decidida a satisfacer sus deseos más íntimos, Pamela formuló un plan para transformar la supuesta clase de inglés en una experiencia que estimularía sus fantasías.

Pamela redactó un mensaje cuidadosamente, expresando su acuerdo con las tarifas y los horarios propuestos por Jackie. Además, sugirió la posibilidad de una clase prolongada, de unas 4 o 5 horas, para aprovechar al máximo el tiempo de aprendizaje. En cuanto al lugar, planteó la opción de que la clase se realizara en su propio apartamento o en el de Jackie, dejando la decisión en manos de la profesora.

Mientras tanto, Jackie recibió el mensaje de Pamela con cierto entusiasmo y también con una pizca de cautela. Aunque la propuesta de una clase prolongada era inusual, Jackie estaba dispuesta a adaptarse a las necesidades de su futura estudiante. Sin embargo, la solicitud de realizar la clase en un ambiente privado, ya fuera en su apartamento o en el de Pamela, despertó ciertas dudas en Jackie. Después de reflexionar por un momento, decidió responder con una actitud profesional y abierta a discutir los detalles de la clase.

Jackie consideró cuidadosamente las opciones y decidió que sería más conveniente ofrecer la clase en su propio apartamento. Aunque inicialmente le causó cierta preocupación la idea de recibir a una desconocida en su hogar, valoraba la comodidad y la familiaridad de su entorno para brindar una experiencia de aprendizaje óptima.

Con esa decisión en mente, Jackie redactó su respuesta a Pamela, indicándole amablemente que estaría encantada de ofrecer la clase en su apartamento. Explicó que disponía de un espacio tranquilo y adecuado para el aprendizaje, donde ambas podrían concentrarse sin distracciones. Además, ofreció detalles sobre la ubicación de su domicilio y se aseguró de estar disponible en el horario acordado para recibir a Pamela.

Pamela recibió la respuesta de Jackie con entusiasmo disimulado. La idea de ir al apartamento de Jackie despertó en ella un nerviosismo emocionado, sabiendo que tendría la oportunidad de satisfacer sus oscuros deseos de una manera que nunca antes había experimentado.

Con cautela, Pamela redactó su respuesta, expresando su agradecimiento por la disposición de Jackie y aceptando la propuesta de la clase en su apartamento. Aprovechó la oportunidad para elogiar el ambiente acogedor que Jackie había descrito, mencionando lo emocionada que estaba por la perspectiva de una clase de inglés tan exclusiva y personalizada.

Mientras escribía, Pamela ya estaba ideando mentalmente cómo podría aprovechar la situación para satisfacer sus fetiches por los pies y las cosquillas. Se aseguró de mencionar su entusiasmo por aprender de Jackie y se comprometió a ser una alumna atenta y colaboradora durante la clase. Sin embargo, en su mente, Pamela ya estaba trazando un plan retorcido para llevar a cabo sus deseos más oscuros.

Jackie y Pamela acordaron una fecha y hora para la «clase» intensiva de inglés en el apartamento de Pamela. Decidieron que sería el próximo sábado por la tarde, cuando ambas tendrían disponibilidad de tiempo.

Jackie se sintió aliviada y emocionada de finalmente tener una oportunidad para compartir sus conocimientos y ganarse un poco de dinero, aunque aún no sabía que la verdadera intención de Pamela iba mucho más allá de aprender inglés.

Por otro lado, Pamela apenas podía contener su emoción. Había logrado orquestar la situación perfecta para satisfacer sus oscuros deseos y estaba ansiosa por el encuentro con Jackie. Comenzó a planificar meticulosamente cada detalle de lo que sería una experiencia inolvidable para ambas mujeres, aunque por razones muy diferentes.

Jackie estaba emocionada por la oportunidad de ganar 100 dólares por una clase de 5 horas. Inconsciente de las oscuras intenciones de Pamela, Jackie se preparaba para recibir a su nueva estudiante, asegurándose de tener todo listo en su apartamento para la clase.

Mientras tanto, Pamela se alistaba cuidadosamente en su apartamento, pero en su bolso no solo guardaba sus materiales de clase de inglés, sino también una serie de elementos diseñados para satisfacer sus oscuros fetiches de pies y cosquillas. Cuerdas, cepillos, pinceles, cremas y aceites se mezclaban con los libros y cuadernos en su bolso, creando una extraña combinación de necesidades aparentemente opuestas.

Pamela sonreía con malicia mientras visualizaba cómo llevaría a cabo su retorcido plan en el apartamento de Jackie. Para ella, la clase de inglés era solo una fachada para lo que realmente estaba por suceder.

Ambas mujeres habían acordado que la clase se llevaría a cabo a las 3 pm ese mismo viernes. Jackie esperaba con ansias el encuentro, emocionada por la oportunidad de enseñar y ganar un buen dinero extra. Mientras tanto, Pamela, con su retorcido plan ya en marcha, contaba los minutos para ponerlo en acción.

El reloj marcaba las 2:55 pm cuando Jackie escuchó el timbre de su apartamento, anunciando la llegada de Pamela. Sin sospechar nada, Jackie abrió la puerta con una sonrisa de bienvenida, lista para comenzar la «clase» de inglés.

Pamela llegó puntual a las 2:55 pm, luciendo impecable con un jean ajustado al cuerpo y botas de tacón de cuero negro que ascendían hasta las rodillas. Completó su atuendo con una camisa manga larga blanca de botones y una chaqueta negra, realzada por un cinturón rojo que combinaba con sus largas uñas del mismo color. Llevaba su cabello rubio suelto y unas gafas oscuras Ray-Ban que añadían un toque de misterio a su mirada. En contraste, Jackie vestía con sencillez, luciendo un pantalón de dril blanco y unos zapatos de tiras que dejaban sus pies completamente al descubierto. Su blusa azul resaltaba su tez clara y su cabello negro suelto completaba su aspecto natural y elegante.

Con una sonrisa, Jackie invitó a Pamela a pasar, ajena a los oscuros propósitos que su visitante tenía en mente.

Pamela, aprovechando sus gafas oscuras, no pudo evitar mirar detalladamente los pies de Jackie mientras entraba a su apartamento. En su interior, reconocía que los pies de Jackie le parecían irresistiblemente provocativos. Sin embargo, mantuvo su expresión imperturbable mientras seguía a Jackie hacia el área donde se llevaría a cabo la clase.

Jackie condujo a Pamela hacia el estudio donde darían inicio a las clases intensivas de inglés. Mientras caminaban, Jackie trató de mantener un ambiente ameno y relajado, hablando de temas cotidianos.

«¿Cómo ha sido tu día hasta ahora, Pamela?» preguntó Jackie mientras abría la puerta del estudio.

Pamela sonrió de manera encantadora. «Ha sido bastante movido, como siempre. Pero estoy emocionada de estar aquí y comenzar estas clases contigo, Jackie.»

«Me alegra escuchar eso», respondió Jackie con sinceridad. «¿Cuál es tu motivación para estas clases tan intensivas?»

Pamela titubeó por un momento, pensando en una respuesta adecuada. «Bueno, planeo hacer un viaje a Londres pronto y quiero asegurarme de tener un vocabulario sólido en inglés para poder disfrutar al máximo de mi experiencia allí», explicó con una sonrisa.

«¡Oh, Londres es una ciudad maravillosa! Estoy segura de que tendrás un tiempo increíble allí», comentó Jackie con entusiasmo. «Bueno, aquí estamos. Por favor, siéntate y hagamos que este tiempo sea productivo y divertido.»

Jackie se sentó frente a Pamela y sacó su bloc de notas y un bolígrafo, lista para comenzar la evaluación.

«Antes de empezar con la lección, ¿te importaría contarme un poco sobre tu experiencia con el idioma inglés?» preguntó Jackie con interés genuino.

Pamela se acomodó en su asiento y consideró la pregunta por un momento. «Bueno, he tenido algunas clases en el pasado, pero diría que mi nivel es intermedio. Puedo mantener una conversación básica y entender la mayoría de lo que leo o escucho, pero siento que necesito mejorar mi vocabulario y gramática para sentirme más segura», explicó.

Jackie asintió mientras tomaba algunas notas. «Entiendo. Bueno, comenzaremos evaluando tus habilidades y luego adaptaremos la lección según tus necesidades específicas. ¿Estás lista para comenzar?»

Pamela asintió con determinación. «¡Absolutamente! Estoy lista para sumergirme en esto y aprovechar al máximo nuestro tiempo juntas.»

Jackie sonrió, complacida por la actitud positiva de Pamela. «Excelente, comencemos entonces.»

Jackie decidió iniciar la conversación en inglés para evaluar el nivel de Pamela y abordar temas que le permitieran practicar de manera efectiva.

«Alright, let’s start with something light. How about we talk about some common interests? Do you enjoy traveling?»

Pamela asintió con entusiasmo. «Yes, I love traveling! Exploring new places, experiencing different cultures… it’s all so fascinating.»

Jackie asintió, animada por la respuesta de Pamela. «That’s wonderful! Do you have any favorite travel destinations?»

Pamela reflexionó por un momento. «Well, I’ve always been drawn to Europe. The history, the architecture… it’s like stepping into a different world. What about you, Jackie? Any favorite destinations?»

Los ojos de Jackie se iluminaron de emoción. «Oh, absolutely! I spent some time in New York City during my studies in the States, and I fell in love with the energy of the city. The hustle and bustle, the diversity… it’s truly one of a kind.»

Pamela asintió con la cabeza. «New York City must be amazing! I’ve always dreamed of visiting. Maybe one day I’ll get the chance.»

Jackie sonrió cálidamente. «I’m sure you will, Pamela. With dedication and practice, anything is possible.»

La conversación fluyó sin esfuerzo mientras Jackie guiaba a Pamela a través de diversos temas, cada uno de ellos diseñado para evaluar su dominio del inglés y proporcionarle una valiosa práctica.

Jackie, totalmente involucrada en la conversación, decidió profundizar en temas más «personales» con Pamela, con el objetivo de medir su nivel de comodidad y evaluar más a fondo su dominio del inglés.

«So, Pamela, tell me a bit about yourself. How tall are you? What’s your shoe size? And if you don’t mind me asking, how much do you weigh?» preguntó Jackie, con un tono ligero y curioso.

Pamela soltó una suave risita. «Well, I’m about 5 feet 7 inches tall, my shoe size is a US 8, and as for weight… let’s just say I’m comfortable in my own skin,»respondió con un guiño. «What about you, Jackie? How tall are you? What’s your shoe size? And do you have any hobbies or interests that always bring a smile to your face?»

Jackie sonrió, apreciando la respuesta juguetona de Pamela.»I’m about 5 feet 5 inches tall, I wear a size 7 shoe, and as for weight… let’s just say I don’t stress over the numbers,»contestó, igualando la alegría de Pamela. «As for hobbies, I enjoy dancing, reading, and spending time outdoors. There’s something about nature that always brings me joy.»

Pamela asintió, intrigada. «Dancing sounds like fun! What style do you prefer?»

A Jackie le brillaban los ojos de entusiasmo. «I love all kinds of dance, but if I had to choose, I’d say salsa and bachata are my favorites. There’s just something so liberating about moving to the rhythm of the music.»

Su conversación continuó, fluyendo sin esfuerzo mientras intercambiaban historias y compartían risas, cada pregunta y respuesta les acercaba más como profesor y alumno, y quizás, como amigos.

Mientras la conversación fluía, Pamela aprovechó la oportunidad, sabiendo que Jackie estaba totalmente absorta en la discusión. «Hey, Jackie, can I ask you something personal?»preguntó, con un tono casual pero curioso.

Jackie, atrapada en el ritmo de su intercambio, asintió con una sonrisa. «Of course, go ahead.»

Pamela se inclinó un poco hacia ella, con expresión juguetona pero inquisitiva. «Are you ticklish?»

La sonrisa de Jackie se ensanchó ante la inesperada pregunta. «Oh, you caught me off guard there,» rió entre dientes. «Yes, I do have a few ticklish spots.»

A Pamela le picó la curiosidad.»Really? Like where?» insistió, realmente intrigada.

Jackie dudó un momento, considerando su respuesta. «Well, I suppose I’m ticklish on my sides and under my arms,» admitió riendo. «But my most ticklish spot? That would have to be…» Hizo una pausa, con un brillo travieso en los ojos, «… my soles.»

Los ojos de Pamela brillaron de emoción ante la revelación. «Your soles, huh? How interesting!» exclamó. «I’ve always found ticklish feet to be quite… entertaining.»

Jackie soltó una risita nerviosa, dándose cuenta de que podía haber revelado más de lo que pretendía. «Yes, they can be quite sensitive», admitió, con la esperanza de desviar la conversación hacia otra dirección.

Pero Pamela, sintiendo una oportunidad, no pudo resistirse a burlarse aún más.  «Well, now that I know your secret, I’ll have to remember that for future reference,» bromeó, con una sonrisa traviesa en los labios.

Jackie se echó a reír, aunque en su expresión persistía una pizca de aprensión. No sabía que la curiosidad juguetona de Pamela pronto daría lugar a un giro inesperado de los acontecimientos.

Jackie, intrigada por las preguntas de Pamela, decidió cambiar las tornas. «So, what about you, Pamela?», preguntó con un brillo juguetón en los ojos. «Do you have any ticklish spots?»

Pamela sonrió con picardía, disfrutando claramente de la broma. «Oh, I have a few», admitió, su tono conspiratorio. «But I won’t reveal all my secrets just yet.»

Jackie se rió, disfrutando del desenfadado intercambio. «Fair enough,» respondió. «But I have to ask, what’s your most ticklish spot?»

Pamela se detuvo un momento, fingiendo contemplación, antes de responder con un guiño juguetón. «Now, now, Jackie, that would be telling,» bromeó, con una sonrisa enigmática. «Let’s just say I have a few surprises up my sleeve.»

Jackie no pudo evitar reírse ante la juguetona evasiva de Pamela. «Well, I’ll be sure to tread carefully around you then,» bromeó, aunque en el fondo de su mente persistía un sentimiento de intriga. No sabía que los secretos de Pamela pronto saldrían a la luz de forma inesperada.

Pamela preguntó a Jackie, «How ticklish are you on the soles of your feet, on a scale of 1 to 10?»

La pregunta de Pamela pilló desprevenida a Jackie, pero decidió seguirle el juego. «Hmm, on a scale of 1 to 10, I’d say I’m about an 11 when it comes to ticklishness on my soles,» admitió con una carcajada. «It’s like my feet have a direct line to my funny bone.»

Pamela se rió ante la respuesta de Jackie, claramente divertida por su franqueza. «An 11, huh?», bromeó, con un brillo travieso en los ojos.

Jackie sonrió, dándose cuenta de que podría haber caído en la trampa de Pamela. «Oh, no lo dudo», contestó, aunque una sensación de anticipación hormigueaba por sus venas. «Pero basta de hablar de mí. Volvamos a nuestra lección, ¿de acuerdo?»

Justo en ese momento, cuando Jackie dijo en español «Pero basta de hablar de mí. Volvamos a nuestra lección, ¿de acuerdo?», Pamela aprovechó la oportunidad para cambiar de tema. «¿Dónde está el baño?» preguntó, también en español, interrumpiendo el momento incómodo con una solicitud aparentemente inocente.

Mientras estaba en el baño, Pamela se repetía a sí misma en voz baja: «Es hora de ejecutar el plan. Ya sabes lo cosquillosa que es Jackie. Aprovecha tu oportunidad. No tendrás otra como esta». Con determinación en su mirada, se ajustó el cinturón y salió del baño lista para poner en marcha su retorcido plan.

Pamela salió del baño caminando muy despacio, sigilosa, con el corazón latiendo con fuerza por la emoción del momento. Se acercó por detrás de Jackie y, de repente, la agarró por la cintura con fuerza, presionando con sus uñas y dedos. Jackie dio un salto en la silla, sorprendida por el repentino ataque, y soltó una carcajada nerviosa. «¡Por favor, Pamela, no hagas eso! ¡Tengo muchas cosquillas!», exclamó entre risas, mientras su cuerpo temblaba de la sensación. «JAJAJAJAJAJAJA».

Pamela, aprovechando la vulnerabilidad de Jackie y sumergida en su estado de excitación, le susurró al oído con malicia: «Tranquila, es solo el comienzo». Continuó haciendo cosquillas en la cintura de Jackie, sintiendo cómo se retorcía de risa y daba saltos en la silla. Cada carcajada resonaba en la habitación, mientras Jackie intentaba contenerse entre risas y suplicas. «JAJAJAJAJAJA».

Pamela, aprovechando el estado de éxtasis de Jackie y viendo cómo perdía el control de su cuerpo entre risas y saltos, la observó caer al suelo del estudio. Sin perder tiempo, se subió encima de sus piernas y continuó pellizcándole la cintura con sus dedos y uñas, alternando con leves apretadas en las rodillas. Mientras tanto, Jackie suplicaba piedad entre risas descontroladas. Cada carcajada resonaba en la habitación, creando un ambiente de picardía y diversión para Pamela, quien disfrutaba del momento.

Pamela, con habilidad y destreza, giró a Jackie sobre su propio eje, colocándola boca abajo. Se sentó sobre los muslos de Jackie y continuó haciéndole cosquillas en la parte trasera de sus piernas. Jackie, entre risas descontroladas, no podía más que suplicar piedad, mientras sus carcajadas llenaban la habitación. La situación se volvía cada vez más intensa y divertida para Pamela, quien disfrutaba plenamente de la situación.

Pamela no mostraba signos de detenerse. Seguía haciéndole cosquillas a Jackie en la cintura, detrás de las rodillas, en las costillas y las axilas, mientras Jackie continuaba riendo a carcajadas, incapaz de contenerse. Su risa resonaba por toda la habitación mientras se retorcía como loca en el suelo. Pamela, con una sonrisa traviesa en el rostro, continuaba clavando sus uñas en todos los rincones del cuerpo de Jackie, aumentando la intensidad de las cosquillas con cada movimiento. La escena era surrealista, pero para Pamela, era una experiencia sumamente placentera.

Lo peor estaba por venir. Justo en el momento en que Pamela se giró hacia los pies de Jackie y comenzó a desatar las tiras de sus zapatos, los nervios se apoderaron de Jackie. Comenzó a suplicar con desesperación: «No, por favor, te lo suplico, no toques mis pies». Sus ojos reflejaban el pánico mientras observaba cómo Pamela se acercaba a sus pies con una sonrisa maliciosa en el rostro.

Pamela hizo caso omiso a las súplicas de Jackie y continuó desatando las tiras de sus zapatos. Poco a poco, los vulnerables pies de Jackie quedaban al descubierto, y ella seguía con sus súplicas desesperadas: «Pamela, por favor, te lo ruego, mis pies, no. Por favor, no soporto que me toquen los pies, tengo muchas cosquillas ahí». Su voz temblorosa reflejaba el miedo y la ansiedad mientras observaba cómo Pamela se acercaba cada vez más a sus pies.

Pamela se tomaba su tiempo, disfrutando cada instante de la tortura que estaba a punto de desencadenar. Cuando vio que Jackie intentaba girarse para liberar sus pies de su alcance, Pamela prácticamente la sujetaba con firmeza y comenzaba a hacerle cosquillas en la cintura nuevamente. Jackie volvía a reír descontroladamente, incapaz de contener las carcajadas: «¡JAAJAJAJAJAJA!» Su cuerpo se retorcía entre risas y súplicas, mientras Pamela continuaba con su tormento implacable.

Aprovechando el momento en que Jackie estaba sumida en las carcajadas, Pamela realizó un movimiento rápido y quitó ambos zapatos de los pies de Jackie, lanzándolos lejos en el estudio. Mientras tanto, continuaba haciéndole cosquillas en la cintura sin darle tregua. Jackie, entre risas y suplicando piedad, se retorcía en el suelo, completamente a merced de Pamela y su retorcido placer por las cosquillas.

Pamela se giró hacia la parte superior de Jackie y continuó su ataque de cosquillas sin piedad en la cintura, costillas, axilas, muslos y detrás de las rodillas. Jackie, revolcándose como loca, no podía contener las carcajadas que brotaban de su boca sin control: «¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!» Entre risas, suplicaba piedad, mientras movía sus piernas de forma desesperada, tratando de liberarse del implacable asalto de cosquillas de Pamela.

Pamela giró nuevamente, pero esta vez se sentó sobre los muslos de Jackie y comenzó a rascar sin piedad las vulnerables e hipercosquillosas plantas blancas y rosadas de Jackie. Al sentir el contacto de las uñas de Pamela, Jackie estalló en risas descontroladas, además de gritar y dar alaridos: «¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH HAHAHAHAHAHAHAHA JAJAJAJAJAJAJAJA!» Su risa resonaba por todo el estudio mientras Pamela continuaba con su implacable tortura de cosquillas.

Pamela continuaba moviendo sus uñas sin piedad alguna sobre las hipercosquillosas plantas de Jackie, quien yacía en el suelo riendo a carcajadas y suplicando piedad. Los alaridos de risa se mezclaban con sus súplicas mientras Pamela, sumida en un éxtasis de satisfacción desenfrenado, disfrutaba cada segundo de su fetiche por las cosquillas y los pies de mujeres cosquillosas y vulnerables como Jackie.

Cada roce de las uñas de Pamela sobre las plantas de los pies de Jackie desencadenaba una nueva oleada de risas incontrolables. El sonido de la risa resonaba en el estudio, llenando el ambiente con una mezcla de diversión y tortura. Jackie se retorcía en el suelo, incapaz de escapar de las cosquillas implacables de Pamela.

Pero para Pamela, cada risa, cada súplica, era música para sus oídos. Se sentía poderosa, dominante, al ver a Jackie completamente entregada a sus cosquillas. Cada cosquilleo era un recordatorio del control que tenía sobre ella, y Pamela disfrutaba cada momento de esa sensación.

Mientras tanto, Jackie luchaba por recuperar el aliento entre risa y risa, sus mejillas enrojecidas por el esfuerzo y la diversión desenfrenada. Cada vez que creía que no podía soportar más cosquillas, Pamela encontraba una nueva zona sensible y la atacaba con renovada intensidad.

La escena continuaba durante lo que parecía una eternidad, con Pamela dedicada a explorar cada rincón de los pies de Jackie en busca de nuevas risas y súplicas. Y aunque Jackie rogaba por un respiro, en el fondo disfrutaba de la intensidad de la experiencia, sabiendo que estaba entregada por completo al placer de su tortura cosquillosa.

Pamela se había convertido en una experta en el arte de las cosquillas. Dividió los pies de Jackie en secciones, analizando meticulosamente cada parte para saber cómo atacarla con cosquillas. Comenzó con movimientos suaves, explorando las zonas más sensibles de los pies de Jackie, y luego aumentó la intensidad gradualmente, provocando risas cada vez más descontroladas.

Cuando Pamela introdujo sus uñas sobre la base y entre los dedos de los pies de Jackie, esta apenas pudo articular una frase entre risas y súplicas. «¡Oh mierda, Pamela, ahí nooo, por favor!», gritó Jackie antes de estallar en carcajadas. Las cosquillas eran tan intensas que Jackie apenas podía respirar entre risa y risa, su cuerpo retorciéndose en el suelo en un intento desesperado por escapar de las manos de Pamela.

Pero Pamela estaba decidida a llevar a Jackie al límite de su resistencia. Continuó con sus ataques cosquillosos, moviéndose de una sección a otra de los pies de Jackie, buscando provocar las risas más fuertes y las súplicas más desesperadas. Cada vez que Jackie creía que no podía soportar más, Pamela encontraba una nueva zona sensible y renovaba el tormento con una intensidad aún mayor.

La habitación resonaba con el sonido de las risas de Jackie y los suspiros de placer de Pamela. Para Pamela, cada risa era una victoria, una confirmación de su poder sobre Jackie y su habilidad para dominarla con sus cosquillas. Y aunque Jackie estaba completamente entregada al placer de su tortura cosquillosa, anhelaba desesperadamente que Pamela detuviera su implacable ataque.

Pamela dobló suavemente las piernas de Jackie, exponiendo completamente las plantas y los dedos de sus pies. Sin perder un segundo, comenzó a lamer y chupar las suaves y rosadas plantas de los pies de Jackie, explorando cada centímetro con su lengua ávida de placer.

Jackie, inmersa en un torbellino de cosquillas y risas, se vio momentáneamente transportada a un mundo de puro placer y éxtasis cuando sintió la cálida y húmeda boca de Pamela sobre sus pies. Las cosquillas aún hacían estragos en su cuerpo, pero el placer que emanaba de las caricias de Pamela la transportaba a un lugar donde solo existía el deleite.

Cada lamida y cada succión enviaban ondas de placer a través del cuerpo de Jackie, eclipsando momentáneamente el tormento de las cosquillas. Sus risas se convirtieron en gemidos de placer, y sus súplicas se transformaron en suspiros de éxtasis. Por un momento, Jackie se dejó llevar por la sensación embriagadora del placer, olvidando temporalmente la tortura que había sufrido momentos antes.

Pamela, experta en satisfacer sus propios deseos y fetiches, continuó lamiendo y chupando los pies de Jackie con devoción, disfrutando cada segundo de su dominio sobre ella. Para Pamela, el placer de someter a Jackie a sus deseos más oscuros era tan satisfactorio como el propio placer físico que experimentaba.

Pamela, con habilidad y destreza, continuó su festín de placer y cosquillas sobre los pies de Jackie. Sin perder tiempo, llevó sus labios a los dedos de los pies de Jackie, succionándolos suavemente y lamiéndolos con devoción. Los dedos de Jackie, crispados por la sensación dual de placer y cosquillas, se aferraban entre sí, como tratando de resistir la embestida de sensaciones.

Para lograr que los dedos de Jackie se relajaran un poco y permitieran el acceso total a su boca, Pamela empleó sus uñas largas y delicadas para rascar suavemente las plantas de los pies de Jackie. Cada roce de las uñas de Pamela desencadenaba una nueva ola de cosquillas, haciendo que Jackie abriera los dedos nuevamente entre gemidos y risas.

La combinación de la succión, la lamida y las caricias de las uñas sobre las hipercosquillosas plantas de Jackie la sumergieron en un estado de éxtasis indescriptible. Sus risas se mezclaban con gemidos de placer, creando una sinfonía de sensaciones que la llevaban al borde de la locura. Estaba atrapada entre el placer y las cosquillas, experimentando un tormento delicioso que la llevaba a nuevos niveles de excitación.

Pamela, sintiendo que Jackie ya no podía más, detuvo su tortura sobre ella, dejándola exhausta y sumida entre el placer y el cansancio. Con una sonrisa, se disculpó con Jackie, admitiendo que no pudo contenerse después de todo lo que había descubierto durante la prueba de conversación en inglés. Además, estaba dispuesta a pagarle los 100 dólares por las 5 horas acordadas, a pesar de que solo habían pasado 2 horas.

Jackie, apenas capaz de articular palabras debido a su estado de agotamiento y excitación, simplemente murmuró un agradecimiento. Con una mezcla de confusión y satisfacción, aceptó el dinero de Pamela y la despidió.

Así, la tensa y extraordinaria experiencia entre Jackie y Pamela llegó a su fin, dejando a ambas mujeres con recuerdos que nunca olvidarían y con una conexión inusual y poderosa que trascendía las palabras y los gestos.

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