mayo 16, 2024

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Reencuentro 15 años después

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 18 segundos

Muchos años después de haberle hecho cosquillas por primera vez a la mamá de mi amigo en los pies, me volví a encontrar con esta señora.

Esta anécdota sucedió unos 15 años después, es decir por allá en el año 2005, en aquella época yo tenía ya 25 años aproximadamente, mientras que la mamá de mi amigo era una señora de unos 47 años.



En aquel entonces yo me encontraba en la ciudad de Cartagena por cuestiones de trabajo y una noche mientras regresaba al hotel donde me estaba hospedando, escuché que alguien me llamaba en la calle, al voltear me di cuenta que era la mamá de mi amigo, la señora Silvia, se veía muy interesante, pues no demostraba la edad.



Nos colocamos a conversar un poco, mientras nos tomábamos unos tragos, sin embargo en medio de la conversación llegó el tema de las cosquillas, el cual fue tocado por ella.

Silvia: recuerdas hace unos años que tu estabas en mi casa, jugando nintendo con mi hijo y de un momento a otro me hiciste cosquillas en los pies?
Yo: en serio hice eso?
S: si… no te acuerdas?
Y: uy la verdad no… jejeje… cómo fue eso?
S: la verdad no recuerdo como fue muy bien, lo único que me acuerdo fue que yo estaba acostada en la cama y de un momento a otro tu me empezaste a hacer cosquillas en las plantas de los pies.
Y: en serio?
S: ajá, y recuerdo que yo me agaché a intentar quitarte de mis pies y tu seguías haciéndome cosquillas.
Y: uy que vergüenza… jajaja…
S: jejeje… pero fue un momento divertido, sería interesante volver a experimentarlo.

Dicho eso, seguimos conversando un poco y después fui a su apartamento ubicado en el sector de Bocagrande.

Al llegar a su apartamento, me sirvió un trago y empezamos a conversar nuevamente, sin embargo, esta vez, el tema de conversación fueron las cosquillas.

Estábamos en la sala de su apartamento conversando sobre las cosquillas, cuando de repente se quitó los zapatos y quedó descalza. 

Tenía los pies muy atractivos y las uñas pintadas de color rosa.

Mientras conversábamos un poco, ella tenía la piernas estiradas en el sofá y de un momento a otro no pude contenerme y me abalancé sobre sus piernas y empecé a hacerle cosquillas en los pies… la reacción de Silvia no se hizo esperar.

S: oyeeee… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… 
Y: no querías que te hiciera cosquillas nuevamente?
S: jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… 

Le tomé fuertemente ambos pies, mientras le hacía cosquillas en las plantas, entre los dedos, en fin, en todos los rincones de sus pies.

Silvia reía y reía a carcajadas, mientras se revolcaba en el sofá a causa de las cosquillas que estaba recibiendo por parte mía.

Mientras reía y se revolcaba producto de las cosquillas, Silvia cayó del sofá, lo cual generó una gran oportunidad para mí y pude lanzarme sobre ella y empezar a «torturarla» en las axilas, costillas y cintura.

Era la primera vez que le hacía cosquillas en la parte superior de su cuerpo, por lo tanto no sabría si era cosquillosa o no, pero para sorpresa mía, Silvia resultó ser hipercosquillosa en las costillas, axilas y cintura; así que empecé a hacer muchas cosquillas.

Silvia reía y reía, además de revolcarse en el piso, producto de las cosquillas.

S: jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… 
Y: no dizque querías ser cosquilleada? bueno ahora atente a las consecuencias…
S: nooooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… nooooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… 

La tortura de cosquillas hacia Silvia continuó por cerca de una hora y 40 minutos aproximadamente, hasta que la dejé descansar, y procedió a colocarse sus zapatos nuevamente.

Espero que les haya gustado la anécdota y nos leemos en la próxima.

Firmado: CQ 

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