mayo 3, 2024

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Serie con vecinas (parte 9)

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 3 segundos

Esta historia es reciente…

Hace un mes aproximadamente se mudó al edificio dónde vivo una mujer muy simpática. Ella es profesora de la Universidad Nacional de Colombia. Tiene 42 años, mide 1,67 mts de estatura, es de tez blanca, ojos café y cabello negro largo con rizos.

El nombre de nuestra protagonista es Claudia. Tal y como lo comenté arriba, es una mujer madura o milf de unos 42 años de edad. Es muy cosquillosa (comprobado por mí).

Claudia tiene cosquillas en todos los rincones de su cuerpo, curiosamente la parte más cosquillosa de su cuerpo son sus axilas y no las plantas de los pies, como sucede con la gran mayoría de mujeres a las que les he hecho cosquillas.

No se me desilusionen mis queridos lectores, efectivamente Claudia si tiene cosquillas en las plantas de los pies, sin embargo su punto débil a las cosquillas son sus axilas.

Nos vimos unas dos veces en el ascensor antes de hablar personalmente.

Yo: hola buen día, cómo estás?

Claudia: bien gracias y tú?

Y: bien gracias a Dios, eres la nueva vecina del piso de arriba?

C: sí, mucho gusto soy Claudia.

Y: mucho gusto soy CQ.

C: y hace cuánto vives en el edificio?

Y: pues voy a cumplir 6 años ya.

C: ah bueno y no has tenido problema con los vecinos?

Y: no nunca, por qué lo dices?

C: porque hace unos días estaba escuchando música con el volumen del subwoofer alto y de una me llamaron de la administración que algunos vecinos se estaban quejando.

Y: ah ya, pues la verdad, creo que más bien sería porque eres nueva.

C: será? oye hace unos 2 días más o menos escuché unas risas a carcajadas, traté de identificar de qué apartamento venían, pero me fue imposible.

Esos 2 días que decía Claudia, fueron el día que le hice cosquillas a Andrea hasta más no poder.

Y: en serio? y qué horas eran? llamaste a la portería?

C: no, porque eran solo risas. Pero me pareció curioso, sobre todo por la hora, eran tipo 8 de la mañana aproximadamente.

Y: ve… voy a estar pendiente.

C: si tate pendiente y verás.

Y: oye y a qué te dedicas?

C: soy profesora de la Universidad Nacional de Colombia.

Y: interesante.

C: y tu?

Y: yo me dedico a…

En ese momento se abrió la puerta del ascensor y Claudia se despidió de mi, diciéndome que después continuábamos la conversación porque ya iba tarde a clases.

Ese mismo días nos volvimos a encontrar, pero esta vez fue en horas de la noche; yo llegaba de mi consultorio y estaba parqueando el carro, cuándo de repente vi que ella llegaba también en su carro y estaba parqueando prácticamente al lado mío.

C: hola CQ buenas noches cómo estuvo tu día?

Y: hola Claudia buenas noches, estuvo bien gracias a Dios.

C: mucho trabajo?

Y: siempre…

Seguimos juntos hasta el ascensor, yo iba para el piso 14 y ella al piso 15, nuevamente empezamos a conversar mientras llegaba el ascensor hasta el parqueadero del edificio.

C: y a qué te dedicas tu, si se puede saber?

Y: me dedico a hacer cosquillas.

C: es broma verdad?

Y: para nada… es totalmente en serio.

C: y cómo es eso? explícame.

Y: bueno mira yo tengo mi consultorio y allá doy sesiones de cosquillas a mujeres, para ayudarlas a liberar el estrés, cansancio, etc.

C: pero tienes relaciones sexuales con ellas?

Y: noooo, nada de eso. Las sesiones únicamente involucran cosquillas nada más.

C: no sabía que existía eso.

Y: pues, cuándo quieras, puedes animarte a probar una sesión.

C: yo? no creo…

Y: por qué?

C: soy demasiado cosquillosa y no creo que pueda resistirlo.

Y: créeme, todas mis pacientes dicen lo mismo.

C: pero yo soy diferente.

Y: será?

C: claro que si, yo me conozco muy bien.

Y: bueno y dónde tienes cosquillas? en qué parte de tu cuerpo?

C: tengo cosquillas en todos lados: en las piernas, en los pies, en la cintura, en el ombligo, en las costillas, en el cuello, en las axilas, la espalda… en fin en todos lados.

Y: literalmente en todo tu cuerpo.

Ligeramente le pico con la punta de mis dedos la cintura y ella se retuerce un poco y suelta una pequeña carcajada.

C: nooo.

Y: ya veo que eres cosquillosa… y en qué parte de tu cuerpo tienes más cosquillas?

C: los pies y las axilas.

Y: y entre esas dos?

C: las axilas son mi punto débil.

Y: más que los pies?

C: si, en los pies tengo muchas cosquillas, sobre todo en las plantas, en la parte del arco, soy intocable ahí, sin embargo, tengo muchas más cosquillas en las axilas.

Y: vea pues… habrá que comprobarlo.

C: pues pierdes tu tiempo, porque no me voy a dejar hacer cosquillas.

Y: no te preocupes, tengo para convencerte antes que te bajes del ascensor.

Mientras íbamos en el ascensor, yo iba picándole las costillas y la cintura, mientras ella iba soltando pequeñas carcajadas y pidiendo que me detuviera.

C: yaaa… paraaa… jajaja… no más… jajaja…

Y: quiero convencerte.

C: así no me vas a convencer… jajaja… paraaa… jajaja…

Nos bajamos ambos en el mismo piso de ella y la acompañé a su apartamento, una vez en la puerta, ella me invitó a seguir a su apartamento y tomarnos un café, mientras conversábamos un rato.

En medio de la conversación, tocamos el tema de las cosquillas y nuevamente ella soltó una carcajada y volvió a decirme que no se iba a dejar hacer cosquillas, sin embargo, yo hice caso omiso y me abalancé sobre ella y empecé a hacerle cosquillas sin piedad, en las axilas, costillas y cintura, Claudia empezó a reír a carcajadas y a pedir piedad.

C: hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… piedaaaaaddd… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… piedaaaaaaadd… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja…

Mientras ella más suplicaba, yo más le hacía cosquillas.

C: hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… piedaaaaaddd… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… piedaaaaaaadd… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja…

Aprovechando el momento, bajé rápidamente a sus pies, le quité los zapatos y empecé a hacerle cosquillas en las plantas, la reacción de Claudia no se hace esperar.

C: hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha… jajajaja… hahaha…

Los pies de Claudia se movía de un lado a otro y además ella hacía fuerza para retirar sus pies de la llave que le tenía con mis brazos.

La «tortura» de cosquillas duró aproximadamente unos 20 minutos entre las costillas, cintura, axilas y pies.

Después de 25 minutos de cosquillas me detuve, rápidamente Claudia recogió sus pies, mientras seguía riendo y tomando aire. Me decía que ella es demasiado cosquillosa y que ya sabía entonces de dónde era que provenían las risas que escuchó el otro día.

Yo le pregunté si se animaría a probar una sesión atada de pies y manos, y la respuesta de ella fue que lo iba a pensar, que le daba un poco de nervios, pero no se cerraba al NO definitivo.

Así que espero que les haya gustado la anécdota y nos leemos en la próxima.

Les recomiendo la nueva historia de nuestra amiga Emma en el siguiente enlace.

Firmado: CQ

 

 

 

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