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Hace unos 5 años decidí compartir el apartamento con personas, debido a que mi apartamento cuenta con 4 habitaciones y 3 baños.
Adicionalmente tengo un estudio, que es el sitio dónde realizo las sesiones de cosquillas.
Así que coloqué un anuncio en Internet, dónde ofrecía una habitación en mi apartamento y demás comodidades.
Después de varias visitas de posibles candidatas a quedarse con la habitación llegó Katherine, una estudiante universitaria de la Universidad Católica en Bogotá.
Katherine es una mujer de 1,75 mts de estatura, contextura delgada, rubia y ojos verdes.
En esta historia voy a contar la primera vez que le hice cosquillas a Katherine, cuándo ya se encontraba viviendo en mi apartamento.
Una noche llegué a mi apartamento después de trabajar y encontré a Katherine leyendo en el sofá de la sala boca abajo, estaba descalza y sin calcetines, así que pude apreciar bien sus pies, éstos eran totalmente blancos, las plantas de los pies rosaditas en los talones, los dedos y la almohadilla debajo de la base de los dedos, las plantas en el arco estaban totalmente blancas y las uñas de sus dedos estaban pintadas de rojo.
Cómo ella tenía audífonos puestos mientras leía algo de su universidad, no me sintió entrar, así que la llamé por su nombre: «Katherine, hola…»
En vista que no me respondía decidí hacer lo que todo fetichista de cosquillas haría al ver unos pies desnudos a merced suya y totalmente vulnerables: pasarle la punta de mis dedos de la mano en las plantas de sus pies desnudas.
La reacción de Katherine fue inmediata:
Katherine: jajajajajaja… nooooo… tengo cosquillas… jajajajajaja…
Después de reír y decir la frase «tengo cosquillas», Katherine recoge los pies y se sienta en el sofá y me saluda.
Katherine: hola CQ cómo estas?
Yo: hola Katherine, bien y tú?
K: bien, estaba estudiando y escuchando música en el iPod, por eso no te escuché entrar.
Y: si eso me di cuenta, por eso te pasé los dedos por la planta de los pies
K: uy si, eso me hizo saltar de una, soy muy cosquillosa
Y: si, no tienes que decírmelo, me di cuenta de una
K: yo tengo cosquillas en todos lados, pero mis pies son extremadamente sensibles, me los tocan y me da mucha risa y mucho desespero
Y: en serio? no me digas…
Como estoy delante de ella, me agacho un poco, le agarro ambos pies y empiezo a hacerle cosquillas, la reacción es inmediata… una mezcla de risas y señales de desespero, tal y como ella dijo.
K: oye… nooooo… qué haces… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja…
Y: vaya… si que eres cosquillosa…
K: noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja…
En medio de ese ataque de cosquillas, empiezo a cosquillearla en la cintura, las costillas y las axilas… Katherine está indefensa y lo único que hace es reír a carcajadas mientras yo la «torturo» con cosquillas en cada rincón de su cuerpo, sin embargo nuevamente regreso a las plantas de sus pies…
K: noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja… noooo… jajajajaja… jajajajaja… jajajajaja…
Después de unos 20 a 30 minutos de cosquillas, suspendo la «tortura», puedo notar que Katherine está un poco exhausta por las cosquillas y despelucada de tanto moverse, y aún continua riendo un poco mientras toma aire.
Le pregunto si ya comió y me dice que no lo ha hecho, entonces pedimos un domicilio de una pizza para los dos y continuamos cada uno en lo suyo hasta la llegada del domicilio.
Tiempo después volví a hacer nuevamente cosquillas y de nuevo volvió a dejarse «torturar»… pienso que le gustó mucho que le hiciera cosquillas.
Espero que les haya gustado… nos leemos en la próxima.
Firmado: CQ
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