mayo 9, 2024

Tickling Stories

Historias de Cosquillas. Somos parte de la comunidad en español en Telegram – LTC.

Series con Roommate (parte 3)

Tiempo de lectura aprox: 5 minutos, 3 segundos

Mucho tiempo después de haberle arrendado las habitaciones a Carolina y Katherine, me contactó por Facebook una mujer de 28 años de edad.

Esta mujer es profesional en Finanzas y Relaciones Internacionales, además en esa época empezaba a trabajar como Gerente de una Empresa de Comunicaciones acá en Bogotá.



Ah, se me olvidaba un dato antes de continuar, ella era de la ciudad de Valledupar.

Su nombre era María Elisa, ella tenía el cabello negro ondulado, casi por la cintura, de tez blanca, ojos negros, de 1,71 mts de estatura. Una mujer muy simpática en toda la extensión de la palabra.

Resulta que María Elisa, me contactó porque vio un anuncio que había publicado en grupos de Facebook, dónde decía que arrendaba habitaciones a mujeres universitarias o profesionales en la ciudad de Bogotá,  y pues como ella venía de traslado, era una buena oportunidad para ubicarse en la ciudad mientras encontraba un apartamento propio donde vivir.

María Elisa tenía la costumbre de pintarse las uñas de las manos y los pies de color rojo, aunque algunas veces lo hacía en color negro o color rosado claro.

La anécdota de cosquillas con María Elisa sucedió prácticamente unos 8 días después de haberse mudado a mi apartamento, sin embargo quienes hicieron «inteligencia» primero para saber si María Elisa tenía cosquillas o no fueron Carolina y Katherine.

5 días antes de la experiencia de cosquillas

Las dos amigas (Carolina y Katherine) estaban hablando una noche con María Elisa (5 días antes de tener la experiencia de cosquillas conmigo), y le preguntaban cosas de cómo le iba en su trabajo, que si era casada o soltera, que si tenía hijos, en fin muchas preguntas… una de esas preguntas fue: «qué es lo que más te hace reír», y la respuesta de María Elisa fue: «lo que más me hace reír es un buen chiste y que me hagan cosquillas».

Katherine, cómo ya sabía lo que le iba a venir tarde o temprano a María Elisa, empezó a sacarle más información basada en las cosquillas.

Katherine: en serio? y en que partes tienes cosquillas si se puede saber?
María Elisa: soy muy cosquillosa en todos lados.
K: pero debes tener alguna parte más cosquillosa, yo por ejemplo soy muy cosquillosa en los pies y en las axilas.
C: yo soy muy cosquillosa en los pies, las axilas y la cintura.
ME: bueno en ese caso, soy hipercosquillosa en las plantas de los pies, no dejo que nadie me toque los pies, me da mucho desespero y nervios.
K: y como haces con el pedicure?
ME: es una tortura.
C: en serio? con todo y lo hipercosquillosa que eres y te dejas hacer el pedicure?
ME: si… es la única forma en que puedo tener los pies bien arreglados.
K: y te da risa cuando te hacen el pedicure?
ME: demasiada, sobre todo cuando me frotan el cepillo, la lima o la piedra en esta parte de aquí (se señalaba el arco del pie).
C: no te creo…

En ese momento se levantan las dos amigas y cada una le toma un pie y empiezan a hacerle cosquillas a María Elisa en las plantas indefensas de sus pies.

K: veamos que tan cosquillosa eres?
C: si de una.
ME: oigan chicas… noooo… jajajajajaja… jajajajajaja… jajajajaja… noooo…

Me comentaba Katherine que le hicieron cosquillas en las plantas de los pies a María Elisa por cerca de 20 minutos mientras ella se revolcaba en la cama de un lado a otro tratando de evitar las cosquillas y dando muestras de desespero.

Llegó el día de la tan espera experiencia cosquillosa

Cinco días después de haber sido «torturada» por Katherine y Carolina en las plantas de los pies, llegó María Elisa caminando un poco mal al apartamento, y al entrar, yo estaba sentado en el comedor, trabajando en mi computador portátil.

Al llegar, noté que venía algo mal en uno de sus pies, a lo que le pregunté que le sucedía y su respuesta fue que bajándose del bus, pisó mal y se dobló el tobillo.

Le pregunté si quería que le hiciera un masaje con una crema caliente para que no se le inflamara y me dijo que sino había ningún problema, que le hiciera el masaje en los pies con la crema caliente, para ver si eso la mejoraba.

Por un momento pensé que su respuesta iba a ser negativa o tal vez una respuesta como: «no dejo que me toquen los pies, porque soy muy cosquillosa», pero fue todo lo contrario a eso.

María Elisa entró a su habitación a colocarse ropa cómoda, pues llegaba con ropa de trabajar, medias veladas y tacones altos.

10 minutos después volvió a la sala en pijama y con calcetines.

Al verla le dije que debía quitarse los calcetines para poder hacerle el masaje y además poder untarle la crema caliente, entonces me dijo que era por el tema de que estaba haciendo mucho frío y necesitaba tener los pies calientes.

Mi apartamento es totalmente alfombrado, así que le dije que se quitara los calcetines porque el tapete mantenía el suelo caliente.

Ella accedió por fin y se quitó los calcetines, tenía las uñas de los pies pintadas de negro y estaban blancos totalmente y las plantas estaban coloradas, señal de que seguramente había caminado todo el día.

María Elisa se acostó en el sofá mientras yo empezaba con el masaje y a su vez le metía conversación para que no pensara en las cosquillas, que seguramente eso era en lo que pensaba en ese momento.

Yo: bueno necesito que te relajes y disfrutes el masaje para que pueda hacer efecto.
María Elisa: ok, esta bien.

Empiezo con el masaje en el pie lastimado (el izquierdo) y ella mueve el pie, se ríe un poco y lo retira.

Y: que pasó?
ME: se me olvidó decirte que tengo cosquillas en los pies.
Y: eres cosquillosa?
ME: demasiado.
Y: pues tranquila, intenta controlarte… y si te dan ganas de reírte, hazlo no hay problema, lo único que si te voy a pedir es que no retires los pies para poder hacerte bien el masaje.
ME: ok, esta bien.

Dicho eso, continuo con el masaje en el pie, lentamente le masajeaba el tobillo con la crema y además le masajeaba el talón, la planta y los dedos, esa mujer estaba hecha un mar de risas.

ME: jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… 

En medio de su suplicas, le tomé el otro pie, y pues bueno ya se imaginaran que siguió después, empecé a hacerle cosquillas suavemente en ambos pies, en las plantas, en los tobillos, a los lados, en los dedos, en el arco, en fin, en todos lados en el pie, mientras ella reía y reía, además de suplicar.

ME: jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… 

Mientras ella reía y suplicada, decidí incrementar las «caricias» y pasaron de ser un simple masaje a un ataque de cosquillas, así que tomé fuertemente sus pies y empecé a «torturarla»… la reacción de María Elisa fue inmediata, la risa suave se transformó en gritos, alaridos y carcajadas.

ME: jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… hahahaha… hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… hahahaha… hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… hahahaha… hahahaha… jajajajaja… jajajajaja… paraaa… paraaaa… 

Mientras María Elisa reía producto de las cosquillas, me abalancé sobre ella en el sofá y empecé a torturarla en la cintura, las costillas y las axilas.

La reacción y el desespero se incrementó.  

ME: hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… hahahaha… 

Pude darme cuenta que María Elisa era más cosquillosa en las axilas y costados que en las plantas de los pies.

Podía notar que María Elisa estaba totalmente desesperada a causa de las cosquillas que estaba recibiendo por parte mía en las axilas, costillas y cintura.

En medio del desespero que estaba sintiendo Maria Elisa y las cosquillas que yo le estaba haciendo, llegó Katherine con Carolina, quienes al entrar me vieron sobre María Elisa haciéndole muchas cosquillas y me hablaron.

K-C: podemos participar tambien?
Y: claro, si quieren.

Cada una de las dos amigas le tomó un pie y empezaron a hacerle cosquillas en las plantas de los pies a María Elisa.

La tortura de cosquillas duró cerca de 2 horas, lo que había iniciado con un simple masaje de relajación en los pies, se transformó en un ataque de cosquillas realizado por 3 personas al mismo tiempo.

Le hicimos cosquillas a María Elisa en cada rincón de su cuerpo, por donde la tocábamos estallaba en risa, usamos nuestros dedos, cepillos y hasta nuestra lengua para los pies de ella.

Lo único que puedo decir es que María Elisa disfrutó recibir esa tortura de cosquillas, de la forma como nosotros tres disfrutamos torturándola en todo el cuerpo y pues quedamos en seguir repitiendo esa tortura.

Espero que les haya gustado y nos leemos en la próxima.

Firmado: CQ










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