mayo 12, 2024

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Una auditora extremadamente cosquillosa

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 37 segundos

Hace unos meses contraté una revisora fiscal para mi consultorio, de manera que verificara que todos los procesos contables estuvieran bien hechos y así no presentara problemas ante las entidades de control correspondientes, al momento de presentar mi declaración de impuestos.


Después de revisar propuestas de varios revisores fiscales, me decidí por contratar a Marcela, debido a que tenía buenas referencias comerciales de clientes con los cuales había trabajado anteriormente.

Cité a Marcela a mi consultorio para que revisáramos juntos las cuentas y contratos que había hecho con proveedores, con el fin de poder presentar de manera correcta mi declaración de impuestos.


Mientras revisábamos los contratos, las facturas y los demás documentos necesarios para la declaración de los impuestos, empezamos a conversar un poco sobre varios temas, y uno de estos temas fue el de las cosquillas.Yo: y cuéntame Marcela, qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Marcela: pues cuando tengo tiempo, salgo a manejar bicicleta, hago yoga, voy a piscina a nadar, también me encanta salir a caminar en los bosques cercanos a Bogotá, en fin muchas cosas que me desconecten de mi trabajo.

Y: bueno y cuándo estás estresada, que haces?

M: me encanta que me hagan masajes, aunque soy muy cosquillosa.

Al momento de decirme esa última frase, se le colocaron las mejillas rojas en señal de sentir vergüenza o pena.

Y: ah, eres cosquillosa?

M: si… demasiado cosquillosa…

Y: en que partes tienes cosquillas, si se puede saber?

M: mmm, en todos lados… la verdad todo mi cuerpo es muy cosquilloso

Y: interesante…

M: por qué interesante? y por qué me preguntas si soy cosquillosa?

Y: tu sabes a lo que me dedico verdad?

M: si, según tu, haces sesiones de relajación y eliminación de estrés a mujeres, utilizando técnicas como la risoterapia o la cosquilloterapia.

Y: exacto, entonces mi pregunta es, te gustaría probar una sesión?

M: sesión de?

Y: de cosquilloterapia, aprovechando que ya estamos aquí en el consultorio.

M: y que debo hacer?

Y: primero que todo, debes ponerte cómoda, quitarte los zapatos, la chaqueta y acostarte en esta camilla.

M: ok y las correas en los extremos para que son?

Y: esas correas son para atarte los tobillos y las muñecas, con el fin de evitar un accidente, como una caída de la camilla.

M: ok, osea que en lugar de cosquillas y relajación, será una tortura verdad?

Y: no tanto tortura, pero si tu lo ves de esa forma…

M: en serio eso será una tortura por lo que soy demasiado cosquillosa…

Y: no importa, adelante, ponte cómoda y acuéstate en la camilla para que pruebes la sesión…

M: ok…

En seguida Marcela se quitó las botas y la chaqueta, quedando en calcetines, jean y camiseta… se procede a acostar en la camilla, mientras yo le aseguro con las correas los tobillos y las muñecas, mientras ella ríe de manera nerviosa.

Una vez atada de pies y manos, me dirijo a sus pies a quitarle los calcetines, mientras estoy haciendo eso…

M: por favor no me quites los calcetines…

Y: por qué?

M: porque me da frío y se me ponen muy sensibles los pies, además eso hace que me den más cosquillas…

Y: mucho mejor…

Mientras digo eso, le paso mis dedos por las plantas de los pies para ver que tan cosquillosa es y efectivamente la reacción no se hace esperar; Marcela emite un grito de desesperación, el cual creo que se escuchó en el primer piso del edificio.

En vista de darme cuenta de lo cosquillosa que es, empiezo la «tortura», digo, la sesión de cosquillas a mi auditora contable.

Y: bueno Marcela, ahora si vamos con toda a empezar la «tortura de cosquillas», digo, la «sesión de cosquillas».

Empiezo a hacerle cosquillas en las plantas de los pies con mis dedos, en las plantas, a los lados de los pies, en los tobillos, entre los dedos, en las yemas de los dedos, en la base de los dedos, en la parte de arriba de los pies, en los talones… en fin en todos los pies y la reacción de Marcela no se hace esperar…

M: hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja…

Marcela gritaba como loca, mientras movía sus pies de un lado a otro intentando huir de las cosquillas, pero era imposible y lo único que podía hacer era reír a carcajadas y gritar de forma desesperada.

M: hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja…

Mientras Marcela ríe a carcajadas a causa de las cosquillas en los pies, no se percata cuando empiezo a subir por su cuerpo a seguir haciéndole cosquillas en las rodillas.

Nuevamente la reacción no se hace esperar y Marcela comienza a reír…

M: jajajaja… jajajajaja… jijijijiji… jajajajajaja… jajajaja… jajajajaja… jijijijiji… jajajajajaja… jajajaja… jajajajaja… jijijijiji… jajajajajaja… jajajaja… jajajajaja… jijijijiji… jajajajajaja… jajajaja… jajajajaja… jijijijiji… jajajajajaja… jajajaja… jajajajaja… jijijijiji… jajajajajaja…

Marcela daba brincos en la camilla, producto de las cosquillas en las rodillas, mientras reía y reía, pero no tan fuerte y desesperada como cuando le estaba haciendo cosquillas en los pies.

Después de hacerle cosquillas en las rodillas y los pies, subí a la cintura y las costillas; ahí volvió nuevamente la risa a carcajadas y el desespero de Marcela. Ella empezó a revolcarse como loca en la camilla, intentando soltarse de las ataduras que le había hecho con las correas. Podía notar el desespero de Marcela, producto de las cosquillas que estaba recibiendo en la cintura y las costillas.

M: hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja…

Yo no le decía nada, únicamente me encargaba de hacerle muchas cosquillas y llevarla al punto máximo de la desesperación.

Sin pensarlo dos veces, decidí subir a las axilas y el cuello; puedo decir que Marcela llegó a su punto máximo de la desesperación cuando empecé a hacerle cosquillas en las axilas, las risas a carcajadas se transformaron en alaridos y gritos.

M: hahahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahahaha… hahahahahaha…

Marcela reía y gritaba como loca producto de las cosquillas que estaba recibiendo en sus axilas; sin embargo después de unos instantes dejé de hacerle cosquillas y decidí bajar nuevamente a los pies, aunque esta vez utilizaría un cepillo de peinar.

Apenas empecé a cosquillear las plantas de los pies de Marcela con el cepillo, pude darme cuenta del desespero que le producían las cosquilla, debido a que ella empezó a reír muy fuerte a carcajadas, mezcladas con gritos de desesperación.

M: hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja… hahahahaha… jajajajajajaja… hahahahhahaha… jajajajajajaja… hehehehe… hahahaha… jajajajajaja…

Después de casi dos horas de solo cosquillas en cada uno de los rincones del cuerpo de Marcela, me detuve; procedí a desatarle las muñecas y los tobillos, permitiendo que se levantara y tomara aire, además de un poco de agua.

Al terminar conversamos un poco sobre la sesión y su respuesta fue la siguiente:

M: me divertí muchísimo, jamás me habían hecho tantas cosquillas como hoy y tampoco pensé tener demasiadas cosquillas en las axilas.

Y: pero veo que también entraste en desesperación cuando volví a hacerte cosquillas en las plantas de los pies al final.

M: ah es que una cosa es que me hagas cosquillas con los dedos y otra cosa es con ese cepillo; sentí muchas cosquillas y mucha desesperación, e incluso pienso que sentí más cosquillas en las plantas de los pies cuando me hiciste con el cepillo que cuando me hiciste cosquillas en las axilas.

Y: entonces, de acuerdo a tu experiencia… la repetirías?

M: claro que sí, cuando quieras me dices y vengo a que me hagas cosquillas, me divertí muchísimo.

Y: tenlo por seguro.

Conversamos un poco más sobre el tema y terminamos de sacar los impuestos; y acordamos una próxima reunión, esta vez no serían para impuestos sino para «torturarla» nuevamente con cosquillas.

Espero que les haya gustado y nos leemos en la próxima.

Firmado: CQ

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